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Opinión: ¿A quién le sirve un ataque de EE.UU. contra Siria?

Matthias von Hein
12 de abril de 2018

La amenaza de un ataque estadounidense tiene poco que ver con el uso de gas venenoso en Siria. El verdadero motivo de Trump radica en problemas completamente diferentes, opina Matthias von Hein.

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Irak-Krieg: Abfeuern von Marschflugkörper
Imagen: picture-alliance/dpa

La guerra es la continuación de la política por otros medios, dijo el estratega alemán Carl von Clausewitz en el siglo XIX. Clausewitz probablemente pensó en la política exterior. Para el presidente estadounidense, Donald Trump, sin embargo, la guerra parece ser la continuación de la política interna por otros medios. Cuanto más presión se ejerza sobre Trump, sobre todo por el trabajo del investigador especial Robert Mueller, más errático y peligroso es el compartamiento Trump hacia el exterior.

Sigue faltando una estrategia para Siria

Los ataques anunciados tienen muy poco que ver con la población siria. De otro modo, tendría que haber una estrategia coherente para el futuro de ese país. Pero Washington no la tiene. Tan solo una semana tras anunciar la inesperada retirada de las tropas estadounidenses, Trump tuitea sobre un ataque masivo contra Siria, amenaza al mismo tiempo a Rusia y deshumaniza a su adversario Assad ("animal").

Mathias von Hein, editor de Deutsche Welle
Mathias von Hein, editor de Deutsche Welle

Independientemente de lo que uno piense sobre los presidentes de Rusia y Siria: sin ellos, no será posible poner fin a la guerra, el sufrimiento y la muerte en Siria. La nueva escalada presidencial por Twitter marca un nuevo punto bajo y muestra el distanciamiento de Trump de las normas de la diplomacia internacional.

Con su tuit, el "Comandante en jefe" había respondido a una advertencia rusa: si los objetivos rusos fueran atacados, no solo serian destruidos los misiles, sino también las plataformas desde donde fueron disparados. Esa abierta amenaza no provino del Kremlin, sino del embajador ruso en el Líbano, es decir, no exactamente de una persona  la altura de Trump. Y Rusia ciertamente no está interesada en una confrontación directa con Estados Unidos. Parece casi olvidado que en la lucha contra el Estado Islámico -que dicho sea de paso, aún no ha sido completamente derrotado- el ejército ruso y estadounidense se coordinaban estrechamente.

Por un aplauso fácil de sus seguidores, Trump vierte petróleo sobre el fuego del conflicto sirio. Por lo menos hay algunos senadores estadounidenses que cuestionan el sentido de cualquier ataque estadounidense contra objetivos en Siria. Sin embargo, desde el pasado lunes hay un nuevo asesor de Seguridad Nacional en la Casa Blanca, el halcón de primera clase John Bolton. Desde hace años, aboga por una guerra contra Irán. Y a pesar de todas las consecuencias desastrosas, Bolton sigue pensando que la guerra en Irak fue una buena idea.

¿Quién se atreve todavía contradecir a Trump?

El nuevo ministro designado de Asuntos Exteriores, Mike Pompeo, también tiene la fama de ser un halcón. La única oposición podría venir del Secretario de Defensa, James Mattis. Él sabe lo que significa una guerra. Por cierto, hace apenas dos meses, Mattis declaró que no veía ninguna evidencia de la autoría de Assad del ataque con gas venenoso contra Khan Sheikun hace un año. Y eso a pesar de que hubo mucho tiempo para examinar las acusaciones. Ahora, sin embargo, nos encontramos ante una confrontación con Rusia e Irán, basada en poco más que algunos videos de TouTube.

Es sorprendente que el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, sea casi la única voz de moderación en el ámbito internacional. Los aliados europeos y socios de la OTAN básicamente se callan; Francia y Gran Bretaña hasta quieren participar en posibles ataques militares. Europa pronto podría sentir las consecuencias de una escalada de guerra, no solo debido a su proximidad geográfica, sino también por una nueva ola de refugiados.

Autor: Matthias von Hein (GG)