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Opinión: Las víctimas no pueden pasar a segundo plano

Christoph Strack
19 de enero de 2017

El 19 de diciembre, el terrorismo llegó a la capital alemana. Un mes más tarde, el Parlamento recordó a las víctimas con minuto de silencio. Pero en Alemania aún no hay una cultura del duelo, dice Christoph Strack.

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Imagen: picture-alliance/rtn-radio tele nord

El ataque de un islamista con un camión en un mercadillo de Berlín mató a doce personas. El dolor en Berlín fue grande en los días posteriores al ataque: miles de velas en el lugar del crimen recordaban que cada uno de nosotros hubiera podido ser una de las víctimas. La ciudad parecía diferente. Las víctimas habíane estado en el momento y lugar equivocados.

Todos conocen al asesino, nadie a las víctimas

Christoph Strack, de DW.
Christoph Strack, de DW.Imagen: DW

En Alemania el debate gira en torno a si los políticos y la sociedad perciben suficientemente el sufrimiento de las víctimas del terrorismo. Este es un importante y necesario debate. Todo el mundo en Alemania conoce el nombre del asesino y lo que hizo durante sus últimos días y semanas. El destino de las víctimas, sin embargo, permanecen en el anonimato.

"Aunque sea difícil de soportar, es casi inevitable que los medios de comunicación le presten una atención mucho mayor al asesino que a las personas a las que les quitó la vida”, dijo este jueves el presidente del Bundestag, Norbert Lammert, durante la ceremonia  de conmemoración. Es verdad. Así operamos los medios y así reaccionamos los consumidores de medios.

Aprender a elaborar el duelo

Pero el mismo Lammert le puso un extraño acento a su discurso. A las víctimas solo les dedicó unas pocas palabras: "Planes de vida truncados, deseos y esperanzas destruidos de un momento a otro". Luego dedicó el resto de sus palabras al terrorismo en Niza, Bagdad, Estambul y Jerusalén, instando a una mayor cooperación en seguridad en Europa, a recordar la necesidad de una "arquitectura de la seguridad" en Alemania. Mencionó, asimismo, errores y falencias organizacionales y estructurales de las que deben derivarse "consecuencias". Y así sucesivamente. Nada de esto tiene que ver con las víctimas ni con el minuto que les dedicó el Bundestag.

Europa occidental está aprendiendo a manejar la amenaza terrorista, así como a lidiar con el terrorismo mismo. Hay rituales, gestos: velas y flores en señal de simpatía. En Berlín se iluminó la Puerta de Brandeburgo. La conmemoración pública y de Estado son dos importantes formas de rendir homenaje a las víctimas. Aquí se ha debatido sobre los pros y los contras de un acto oficial; pero también acerca de cómo los alemanes enfrentan el sufrimiento, de la falta de una cultura de elaboración del duelo y del respeto al espacio privado de los deudos. Todas opiniones respetables.

Temprana conmemoración oficial

Después de unas 22 horas del atentado, cuando aún las víctimas aún no habían sido plenamente identificadas, el Gobierno en pleno se reunió con los representantes del Parlamento y demás instituciones estatales en la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm, en Berlín. Esa fue una hora de gran intensidad emocional que brindó un poco de paz en medio del desconcierto. Allí también se palpaba cuán herido había resultado el estado laico en ese ataque.

Un momento de conmemoración que pronto fue relegado por las imágenes del autor, su huída, la persecución y la investigación en general. La ceremonia en la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm tuvo lugar muy temprano, y el minuto de silencio de este 19 de enero en el Parlamento tuvo lugar muy tarde.

Alemania tiene que repensar el manejo del sufrimiento que trae consigo el terrorismo, y debe buscar formas y señales para expresar solidaridad. No tiene que ser un acto de Estado. Puede ser una reunión conmemorativa en el Bundestag, fuera de las sesiones parlamentarias.

En la Breitscheidplatz debería erigirse un monumento. Una sociedad que se considere  libre, no puede olvidar a quienes cayeron victimas del odio a la libertad.