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Opinión: la izquierda y su problema con los refugiados

Marcel Fürstenau
11 de junio de 2018

¿A cuántos y a qué personas necesitadas se les debería permitir llegar a Alemania? La izquierda del país está dividida y no dio una respuesta clara en su congreso. Eso es cobardía, dice Marcel Fürstenau.

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Deutschland, Leipzig: Sahra Wagenknecht beim Bundesparteitag der Partei Die Linke
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Pedersen

El partido alemán La Izquierda ha perdido una gran oportunidad para ofrecer claridad: explicar de forma inequívoca y a las personas fuera del país cuál es su posición con respecto al tema de los refugiados. Una cuestión que ha estado moviendo y dividiendo a Alemania durante años. Hay una profunda grieta en La Izquierda, porque elude una respuesta clara. Los delegados votaron con gran mayoría a favor de las "fronteras abiertas" en el congreso de su partido en Leipzig. Suena claro y preciso, pero es todo lo contrario.

Porque, ¿para quién deberían estar abiertas las fronteras? ¿Para toda la gente? Con este argumento, La Izquierda había entrado en la campaña de las elecciones generales de 2017 y, en consecuencia, su resultado de 2013 mejoró ligeramente, del 8,6 al 9,2 por ciento. Pero eso fue solo un pequeño consuelo para el partido, porque tuvo que renunciar a su rol como el grupo de oposición más fuerte en el Bundestag alemán y cederlo al partido populista de derecha Alternativa para Alemania (AfD). Y aún más doloroso: La Izquierda perdió casi medio millón de votos frente a la AfD, que jugó abiertamente con el resentimiento xenófobo.

En este contexto, La Izquierda debate sobre la casi ridícula cuestión de cuál es la diferencia entre "fronteras abiertas" y "fronteras abiertas para todos". Los protagonistas de la disputa son, por un lado, Katja Kipping y Bernd Riexinger, reelegidos presidentes del partido en su congreso y, por otro, Sahra Wagenknecht, presidenta del grupo parlamentario en el Bundestag.

Deutsche Welle Marcel Fürstenau Kommentarbild ohne Mikrofon
Marcel Fürstenau.Imagen: DW

La cultura del debate es deshonesta

Para Kipping y Riexinger está claro que "abrir fronteras" significa lo mismo que "abrir fronteras para todos". Wagenknecht, por otro lado, confirma su posición de que es solo para personas necesitadas y con esto alude principalmente a los perseguidos políticos y a los refugiados de guerra. Sin embargo, rechaza una migración laboral ilimitada en Alemania, una actitud que también es rechazada por la mayoría en La Izquierda, pero que, por supuesto, es legítima.

El hecho de que Wagenknecht fuera abucheada por su actitud en ese congreso es sintomático de la a veces deshonesta cultura de debate de La Izquierda. Y ninguna de las partes puede darse el lujo de la deshonestidad en el tratamiento del tema de los refugiados. Sobre todo La Izquierda, a la que le gusta celebrarse como la inminente defensora de los derechos humanos universales.

La izquierda debe ser honesta

La Izquierda, sin embargo, no dejó clara su posición en Leipzig. Se acobardó al definir la palabra refugiado. ¿Incluyen también a personas que sufren material y culturalmente en sus países de origen? Entonces, ¿quién promete una vida mejor en Alemania? Eso es lo que Wagenknecht no quiere decir cuando habla de "fronteras abiertas". A estas personas a menudo se les llama "refugiados económicos", no solo en los medios de derecha. No es una buena palabra, desde luego. Pero tampoco una palabra que se compare con xenofobia y racismo.

La Izquierda tiene que ser honesta en este tema. En otras palabras: indicar claramente qué política de refugiados defiende en la práctica. La formulación bien pensada de las "fronteras abiertas" es cobarde, en última instancia, si cada uno en el partido puede interpretarla a su manera. Ese fue el caso en este congreso de Leipzig - y también es el caso después. Esto no tiene nada que ver con política responsable.

Autor: Marcel Fürstenau (CT/RRR).