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Opinión: la alianza de Hollande

Bernd Riegert27 de noviembre de 2015

El presidente de Francia, François Hollande, se ha esmerado en encontrar aliados para luchar contra el terrorismo del autoproclamado Estados Islámico. Sus esfuerzos han sido parcialmente exitosos, opina Bernd Riegert.

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Imagen: Reuters/C. Platiau

El presidente de Francia, François Hollande, llevaba años siendo percibido por sus compatriotas como un mandatario débil; pero los atentados perpetrados en París el 13 de noviembre lo colocaron, sin él buscarlo, en un nuevo rol: el del “hombre fuerte” dispuesto a lanzarse a la guerra contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI) en nombre de los franceses. Fue eso lo que volvió a prometerle a la nación durante la ceremonia realizada en el Palacio Nacional de los Inválidos para conmemorar a las víctimas mortales de los ataques en cuestión. A Hollande no le queda otra opción porque eso es lo que los franceses atemorizados esperan y porque sus rivales más fuertes, Nicolas Sarkozy y Marine Le Pen, están ejerciendo enorme presión desde la derecha y la ultraderecha.

Una alianza circunstancial empieza a tomar forma

En el curso de una semana, Hollande ha logrado erigir una coalición para enfrentar a EI, aún cuando algunos de sus integrantes parezcan haberle brindado su apoyo a regañadientes. Todavía es temprano para decir cuánto durará esa alianza, pero no para describir como un éxito las visitas relámpago que hizo a Washington y a Moscú, y las reuniones sostenidas con varios de sus homólogos europeos: Hollande consiguió que el mundo le ofreciera su solidaridad y que algunas potencias aceptaran respaldarlo militarmente. Gran Bretaña podría participar dentro de poco en ataques aéreos sobre el territorio sirio. Italia ofreció su ayuda. Y la canciller alemana sugirió que podría dar un golpe de timón y autorizar la integración del Ejército germano a la misión para combatir a EI.

Bernd Riegert, comentarista de Deutsche Welle en Bruselas.
Bernd Riegert, comentarista de Deutsche Welle en Bruselas.

Contando con un mandato de la ONU que avale todos los pasos “necesarios”, Francia puede construir una alianza circunstancial para darle la pelea a EI en Siria e Irak. Los socios de esta coalición informal tienen intereses muy disímiles, dentro y fuera de Siria; pero también tienen un objetivo común. Considerando que el terrorismo islamista constituye una amenaza para todos –incluidos Rusia y Turquía–, es muy probable que se llegue a una negociación conjunta para debilitar a sus artífices. Hollande y todos los demás tienen claro que EI no puede ser vencido únicamente a punta de ataques aéreos. El terrorismo islamista no es un enemigo militar habitual, susceptible de ser combatido solamente con armas y en una región determinada, sino una ideología, una escuela perversa.

El terrorismo islamista ha propiciado el surgimiento de células en Afganistán, en el Magreb, en Nigeria y en muchos Estados occidentales. La proliferación de los bombardeos franceses, estadounidenses y rusos sobre Al Raqa, considerada la capital virtual del autoproclamado Estado Islámico, no pueden impedir que tengan lugar nuevos atentados terroristas en París, Bruselas, Hanover u otras grandes ciudades europeas. Esta lucha será una muy ardua y larga. De hecho, esta lucha comenzó tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y condujo a las ocupaciones de Afganistán e Irak, sin ofrecer los resultados deseados. Al contrario: fue la Guerra de Irak la que propició el surgimiento de EI.

¿Y qué viene después?

Y es que el núcleo de esta milicia terrorista brotó de las ruinas del régimen de Saddam Hussein. Por eso es tan importante que el presidente de Francia no sólo se empeñe –como lo ha hecho, con relativo éxito– en armar una coalición militar para luchar contra EI, sino también en concebir una estrategia para el período posterior al combate. ¿Qué pasará en Siria e Irak si EI se repliega? ¿Seguirá habiendo un Estado en el territorio sirio? Y si lo hay, ¿quiénes lo van a regir? ¿El actual líder sirio, Bashar al Assad, o sus fragmentados opositores? ¿Con la inclusión de los kurdos o sin ella? Todas estas incógnitas han sido relegadas a un segundo plano para no alienar a ninguno de los potenciales aliados contra EI.

Pero todas esas preguntas deberán ser respondidas antes de ir a la guerra. De no hacerlo, quedaría claro que no se aprendió nada de Afganistán e Irak. Estados Unidos quiere hacer a Assad a un lado. Rusia quiere evitarlo, pero también quiere vencer a EI. Turquía quiere deshacerse de Assad y subyugar a los rebeldes kurdos, pero los kurdos son apoyados por otros miembros de la OTAN por ser aliados importantes en la batalla contra EI. Los alemanes quieren unirse a la lucha con instructores en Irak y hasta con aviones de reconocimiento, pero al mismo tiempo quieren evitar que Rusia instrumentalice su participación en la guerra contra EI para demandar concesiones en la negociación de la crisis ucraniana. Frente a este forcejeo de intereses, Hollande muestra pocos escrúpulos porque él necesita un éxito rápido.

Diplomacia antiterrorista en lugar de políticas climáticas

Hollande se acerca cordialmente a los rusos porque, a sus ojos, el presidente estadounidense, Barack Obama, todavía está demasiado indeciso. La Casa Blanca se negó a enviar tropas terrestres a Siria o a ocupar territorio alguno. Y, a decir verdad, son muy pocos los socios de esta inestable coalición impulsada por París los que tienen interés en una ocupación.

Las tensiones entre Moscú y Ankara tras el derribamiento de un caza ruso por parte de las Fuerzas Armadas turcas se han intensificado verbalmente, pero, en la práctica, han tenido muy pocas repercusiones. Hollande debe sacarle provecho a las oportunidades que le ofrecerá la cumbre climática COP21, que comienza este lunes (30.11.2015) en París: el presidente francés hablará con el jefe del Gobierno turco, Recep Tayyip Erdogan, y con el líder ruso, Vladimir Putin, para sentarlos en una misma mesa. Simultáneamente, Hollande discutirá con los representantes de Arabia Saudita e Irak sobre su rol en la guerra civil siria y en el financiamiento de grupos terroristas. Es posible que el “hombre fuerte” de París consiga cohesionar su coalición contra EI. Los franceses esperan que él cumpla su promesa.