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Opinión: A modo de despedida

Miodrag Soric21 de septiembre de 2016

El debate de Nueva York sobre la política de refugiados tiene lugar bajo la sombra del adiós tanto del presidente Obama como del secretario general Ban Ki-moon. Quizá se les eche de menos pronto, dice Miodrag Soric.

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New York UN Generalversammlung Rede Obama
Imagen: Reuters/C. Allegri

Es fácil criticar la cumbre de refugiados de la ONU en Nueva York. Caricaturizarla como un teatrillo de los dirigentes mundiales Barack Obama y Ban Ki-moon. Ambos anfitriones de la cumbre dejarán pronto el cargo. Para ellos se trata de dejar su herencia política, su "legado" como dicen los estadounidenses. ¿A qué refugiados les va a mejorar la situación las remilgadas palabras de los políticos desde Nueva York?, preguntan los escépticos.

Promesas vacías

Pero es que ignoran cómo funciona la 'realpolitik'. Durante 2016 ha habido tres cumbres internacionales de los refugiados: en Londres, Ginebra y Estambul. Muchos Estados prometieron generosas ayudas financieras. No obstante, como ha quedado claro en Nueva York, no cumplieron su palabra. Ni siquiera llegaron la mitad de los fondos esperados. Vergonzoso. Alemania, que sí ha cumplido, predica con el ejemplo. Muchos otros, incluidos los ricos países del Golfo Pérsico, escurren el bulto. Conviene en Nueva York también recordarle, cortésmente pero con firmeza, a los norteamericanos sus promesas.

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Miodrag Soric, corresponsal de DW en Estados Unidos.

No es que no haya nada que criticar respecto al discurso de Obama ante la Asamblea de Naciones Unidas. Pero, ¿quién va a contradecirle cuando anuncia más dinero para educación, inversiones en infraestructura, libre comercio y multilateralismo en lugar de aislacionismo? Cuando denuncia regímenes autoritarios. O cuando pone de relieve los progresos realizados, como la reducción de la pobreza o en el número de países comprometidos con la democracia.

Llamamientos, sí. Ayuda propia, probablemente no.

El discurso de Obama fue el típico discurso estadounidense: sin lugar para la autocrítica (o, en todo caso, sólo en pequeñas dosis). El presidente pide respeto al derecho internacional, mientras omite los casos, no sólo la guerra de Irak, en los que su país lo pasa por alto. Obama pide ayuda para los refugiados de Siria, pero menciona sólo de pasada que Estados Unidos en 2016 sólo acogió a diez mil de ellos.

Por cierto, es casi imposible para los refugiados de Afganistán o Irak que les dejen entrar en Estados Unidos. Una lástima, sobre todo si se tiene en cuenta la parte de responsabilidad que de este país tiene en la desestabilización de la región.

Las sonoras apelaciones de Obama a la bondad de la gente ya no calan como antes. La magia de sus palabras se desvanece conforme se acerca el fin de su mandato. Pero los representantes de los 193 países miembros de las Naciones Unidas se preguntan quién sucederá a este presidente en la Casa Blanca.

¿Elegir el mal menor?

Si fuera Donald Trump, podría convertirse en realidad todo sobre lo que Obama ha advertido en Nueva York: más aislacionismo, la construcción de nuevos muros, la ley del más fuerte como principio de las relaciones de unos con otros. Pero la alternativa, Hillary Clinton, no es mucho mejor, según opinan muchos en Naciones Unidas, al considerarla un halcón en política internacional.

¿Qué será lo siguiente? Muy probablemente, que el público de la actual cumbre sobre refugiados mire atrás con añoranza hacia Obama. A más tardar, en la próxima Asamblea General de la ONU.

Para aprender: aquí puede Usted leer la versión original en alemán de este artículo.


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