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Nueva Zelanda busca salvar zona natural única

Enrique López Magallón (CP)30 de septiembre de 2015

No es común que un país pretenda proteger una zona natural más allá de su territorio. Eso es lo que persigue Nueva Zelanda en una zona de difícil acceso e inigualable biodiversidad.

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Vista de las Islas Raúl, parte de la región de Kermadec
Vista de las Islas Raúl, parte de la región de KermadecImagen: NASA

La Reserva Natural y Marítima de las Islas Kermadec está localizada a unos 1000 kilómetros al noreste de las costas de Nueva Zelanda. Incluye un archipiélago de 13 islotes volcánicos de casi 7.500 kilómetros cuadrados de extensión. Llegar a ella en bote toma entre cuatro y cinco días. Fue creada en 1990 por el gobierno de ese país, debido a que por sus condiciones aloja a una biodiversidad única, tanto en la superficie como en sus áreas submarinas. Al mismo tiempo, los ecosistemas que alberga son considerados altamente frágiles y no podrían soportar la presencia del turismo masivo.

Más de 250 especies de corales, 35 especies de delfines y ballenas, más de 6 millones de aves y 150 especies de peces conviertan al santuario de Kermadec en una zona de vital importancia para la biodiversidad.

Debido a todos estos hechos y datos, impactó en todo el mundo el anuncio hecho por el gobierno neozelandés, acerca de la creación de un santuario marítimo de 620.000 kilómetros cuadrados en la zona de Kermadec. Éste, dijo el primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, “será una de las áreas totalmente protegidas más grandes e importantes del mundo”.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) manifestó beneplácito por la iniciativa. Recordó que ahí se asientan muchas especies en peligro, por lo cual la creación de la reserva natural y marítima pone a Nueva Zelanda “al frente de la protección marina en el escenario mundial”.

La zona es también rica en especies de flora
La zona es también rica en especies de floraImagen: public domain

Críticas ecologistas

Aunque en general el anuncio ha causado euforia, también ha motivado algunas críticas. Las más frontales provienen de la industria pesquera, en particular, de pescadores de atún que se verán impedidos de realizar sus actividades en esa zona.

Pero también desde las propas filas ecologistas surge algo de escepticismo. La filial neozelandesa de Greenpeace llamó la atención sobre la cercanía del anuncio con la próxima cumbre climática a celebrarse en París. Además, la organización ambientalista resaltó lo qure considera falta de compromisos claros por parte de las autoridades de Nueva Zelanda en cuanto a la reducción de emisiones contaminantes.

Los oceános no quedan automáticamente protegidos por el hecho de ser declarados santuarios naturales, dijo la directora ejecutiva de Greenpeace en Nueva Zelanda, Bunny McDiarmid. “Si el gobierno es realmente serio en estos temas, necesita diseñar un plan sólido a favor del clima. Actualmente no lo tienen”, aseveró.