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“No es posible que la UE deje de lado a Irlanda"

Mirra Banchón16 de junio de 2008

¿Qué consecuencias tiene para la Unión Europea el no de los irlandeses? ¿Cuál es el camino a seguir? DW-WORLD conversó Ingeborg Tömmel, especialista en temas europeos.

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Un graffiti a favor del no en DublínImagen: AP

Nadie sabe muy bien qué es lo que pasará después del no irlandés al Tratado de Lisboa. Los ministros de Exteriores se reúnen en Luxemburgo; las posibilidades que se barajan son varias. La reunión de jefes de Estado y de Gobierno que tendrá lugar a final de la semana traerá –eso se espera- un poco más de claridad. Por lo pronto, Alemania y Francia favorecen proseguir con el proceso de ratificación; Chequia –uno de los nueve que falta- se decanta, al parecer, por declarar muerto el proceso. DW-WORLD conversó sobre Irlanda y las posibles consecuencias del resultado del referéndum con Ingeborg Tömmel, catedrática de la Universidad de Osnabrück y directora del Centro Jean Monnet para Estudios Europeos.

¿Qué significa este no de los irlandeses para la Unión Europeo? Se habla de una nueva y grave crisis, que la UE se verá paralizada.

Es una exageración. La Unión Europea no entra por ello en una grave crisis, pues seguimos contando con el Tratado de Niza, que no es tan bueno como el Tratado de Lisboa, pero sigue permitiendo que la UE funcione. La crisis no es tan grande. Lo que sí hay que aceptar es que pone de manifiesto la desconfianza al proyecto europeo que se tiene en la población. Los irlandeses lo han hecho evidente; esto representa un abismo entre las élites europeas –que negocian tanto los tratados como la ampliación hacia el Este- y la población, que se intranquiliza y reacciona con rechazo. Yo no creo que se trate de un rechazo específico al Tratado como tal.

¿Con su no, entonces, los irlandeses rechazaron a la Unión Europea? ¿Cuánto de bofetada al propio gobierno hay en este no?

De todo un poco. No sé en qué medida fue una bofetada para el propio gobierno. Pero claro queda que un referéndum de este tipo ofrece un campo ideal para que todo tipo de populistas den una imagen horrible de la UE. Según el Eurobarómetro, los irlandeses son los más europeístas de Europa. Si se plantea la pregunta si la UE es algo positivo, casi 80% de la población están a favor, éste es el índice más alto de todos los países europeos. Pero por el momento hay procesos un tanto enfermizos: los puestos de trabajo peligran y ese tipo de asuntos suelen ser relacionados con la UE. A ello se suma que la ampliación hacia el sureste plantea cierta competencia para Irlanda. De ahí el escepticismo.

Los irlandeses no han entendido el Tratado de Lisboa, aseveró el presidente francés Nicolás Sarkozy…

Siempre se puede echar la culpa a los electores, pero en realidad es una tarea de los políticos el hacer comprender a la población este tipo de cosas. Por otro lado, no tiene mucho sentido someter a referéndum un tratado así. Eso es una cuestión demasiado compleja, que en realidad no se puede responder con sí o no. Si la gente estuviese informada, cabe la posibilidad de que una parte sea aceptada y otra no. Como fuere, el sistema Unión Europea debe ser explicado mejor, para que la población sepa de qué se trata. En este caso tiene la grave consecuencia que un par de millones de irlandeses bloquean el proceso de reforma de toda la Unión Europea.

Primeras consecuencias concretas: ¡Siga leyendo!

Steinmeier reagiert auf Abstimmung in Irland
El ministro alemán de Exterior, Frank-Walter Steinmeier, después de conocer los resultadosImagen: AP

Con respecto a las consecuencias de este resultado se dice que cuando un país grande la UE dice que no, la UE tiene un problemas. Pero cuando un país pequeño dice que no, el país lo tiene. ¿El camino será, entonces, separar a Irlanda para que los otros 26 sigan con el proceso de ratificación?

La aseveración es demasiado general. La vez anterior no se trató sólo de un referéndum en Francia, sino también en Holanda, ambos países fundadores. En esa medida sí que era un problema. Esta una segunda ronda, y del texto original de la Constitución fueron cambiadas ya muchas cosas. Por ello, no es una cuestión de que los países sean tratados de manera desigual, sino que hay una diferencia sustancial entre ambas rondas. El primer proceso fue parado, además, no sólo porque Francia y Holanda dijeron que no, sino porque era de esperar que también Gran Bretaña y otros dijeran que no. En el Tratado de Lisboa se hizo muchas concesiones a Londres por ejemplo.

¿Cuál es ahora el camino a seguir?

En la UE siempre se ha logrado la cuadratura del círculo. Y esta vez también lograrán incluir a los irlandeses en el proceso de reforma; no creo que sea posible dejarlos de lado.

¿Cree usted en la posibilidad de la Europa de dos velocidades, como con la eurozona o el Tratado de Schengen?

Por supuesto que diversas velocidades son posibles. Pero en este caso no se puede, pues se trata de modos de votación en el Consejo Europeo, se estipula la existencia de un representante de la política exterior europea que es a la vez miembro de la Comisión y preside el Consejo… Es decir, que 26 países voten de una manera e Irlanda de otra, es imposible. La solución no sé cómo debe verse, pero es posible por ejemplo que Irlanda tenga una membresía pasiva y que se active posteriormente.

En caso de que sea obligatorio someter algo así a referéndum –aunque no sea lo más aconsejado- habría que hacer mucho más trabajo de divulgación. La UE tiene un problema de divulgación; hay trabajar en ello para que Europa no vuelva a ser el chivo expiatorio de ciertos populistas. En caso de repetir el referéndum en Irlanda, el gobierno irlandés debería estipular un quórum del 50%. En este referéndum participación fue mayor que en el de Niza, sin embargo, fue muy baja. Si sólo un 45% de la población ha acudido a las urnas, y de ellos poco más de la mitad estuvo en contra, no se puede hablar de que toda la población irlandesa está en contra.

Symbolbild EU Irland Mechanismus
Imagen: Bilderbox / picture-alliance/ dpa / DW Bildmontage

Según información de agencias, una de las primeras consecuencias concretas es que Francia tendrá que borrar de su agenda la aprobación de la nueva directiva de migración y asilo…

Esta situación desestabiliza a la UE, sí, pero en ningún caso va a paralizar todos los otros temas. Habrá asuntos que tendrán que ser postergados, también. Pero la UE no va a paralizarse por este referéndum.

¿Usted, entonces, sigue optimista?

Sí, una de las cosas buenas que tiene la Unión Europea es que siempre ha podido ser flexible y encontrar el balance entre el enfoque general para solucionar determinados problemas y los intereses de los países miembros. Esto tiene que ser recalcado, y a través de los referéndums lo que queda muy claro es que la UE no es un “gran Estado”, sino una asociación de Estados. Que se entienda esto es sumamente; la gente conoce su Estado nacional y piensa que la UE va a aplastar a sus miembros. Y no es así.