1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Naciones Unidas... hasta cierto punto

Klaus Dahlmann26 de junio de 2005

La ONU celebra el 60 aniversario de su creación enfrentada al desafío de una amplia reforma estructural. Pero tampoco ella podrá resolver probablemente el dilema de fondo de la organización mundial.

https://p.dw.com/p/6ppg
Kofi Annan: visiones que a menudo chocan con la realidad.Imagen: AP

"Nosotros, los pueblos del mundo...." Con esas palabras comienza el prólogo de la Carta de las Naciones Unidas. Suena bien, pero es ilusión. Porque en realidad quienes determinan la suerte de la ONU son los gobiernos de los países miembros, no todos ellos democráticos. Peor aún: incluso los gobernantes libremente elegidos no siempre actúan en consonancia con la voluntad de su población. Baste recordar el sí que dieron Tony Blair y José María Aznar a la guerra contra Irak, mientras la mayoría de los británicos y españoles se oponían categóricamente a ella.

Contradicciones permanentes

La frase inicial resulta sintomática de las contradicciones que padece las ONU desde hace seis décadas. Durante la Guerra Fría, el Consejo de Seguridad rara vez pudo cumplir la tarea que se le asignó: velar por la paz y la seguridad en el mundo. Cierto es que los cascos azules con frecuencia desempeñaron un papel positivo en la pacificación de regiones tras un conflicto armado. Pero sólo una vez que éste acabara. En la mayoría de los casos, la ONU no logró evitar el estallido de guerras. No lo consiguió en Corea ni en Vietnam. Desde el término de la confrontación Este-Oeste, en la década del 80, el número de vetos en el Consejo de Seguridad tiende a cero. No obstante, el reciente ejemplo de Irak demuestra que el máximo organismo de la ONU sólo puede evitar una operación militar si todos los miembros permanentes así lo desean.

La reforma que impulsa el secretario general, Kofi Annan, no podrá cambiar dicha situación. El Consejo de Seguridad no tendrá más capacidad de acción con la proyectada ampliación, independientemente de si se agregan o no miembros permanentes. Por el contrario. Adoptar resoluciones de seguro es más fácil con los actuales 15 integrantes que con un número mayor. El problema fundamental es el derecho a veto. Y ni siquiera los más optimistas creen que en ese punto se vaya a modificar una sola coma.

Más realismo

La correlación real de fuerzas tampoco permitirá que se cumpla otro deseo del secretario general. Kofi Annan quiere lograr que, cuando no haya pruebas contundentes -como en el caso de Irak- no se pueda llevar a cabo intervenciones militares sin la aprobación del Consejo de Seguridad. Esta propuesta jamás conseguirá la venia de Washington porque, con ello, la única superpotencia sobreviviente se tendría que olvidar de su autodesignado rol de policía mundial.

Ciertamente es acertado reflexionar acerca del futuro papel de la ONU. Pero las expectativas no deben ser tan elevadas que resulten utópicas. Porque una cosa es clara: las Naciones Unidas sólo se mantienen unidas mientras lo permiten sus miembros, en particular los que cuentan con un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Una visión más modesta sería más realista: en asuntos relativos a la paz mundial, la ONU sirve en primer lugar como un foro de intercambio de opiniones; en determinados casos se resuelven allí medidas concretas para resguardar o restablecer la paz. Pero no es la ONU la responsable de que haya paz en la tierra, sino todos sus 191 integrantes.