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Muerte con espectadores

19 de diciembre de 2002

Un documental televisivo dice que "La masacre del desierto en Afganistán" ocurrió en presencia de soldados estadounidenses. Los EE. UU. lo negaron empero, ante DW-WORLD. ¿Será la verdad la próxima víctima?

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Talibanes capturados por las tropas de la Alianza del Norte en Afganistán.Imagen: AP

Las rabietas de Bush fueron en vano. Estados Unidos quisieron hacer cancelar la transmisión del documental "Masacre en Afganistán" del autor irlandés Jamie Doran que se mostró anoche en la cadena alemana ARD, la televisora más grande de Europa. Varios testigos presenciales coinciden en que tanto militares como agentes de inteligencia estadounidenses estuvieron en el lugar de los hechos y la masacre sucedió con su beneplácito, o al menos, sin que hayan intervenido para impedirla. Las autoridades estadounidenses, en la voz del vocero del Ministerio de Exteriores Larry Schwartz, alegan, por su parte, que "no hay pruebas de su presunta culpabilidad".

Dantesco escenario de la muerte

Pero ¿qué ocurrió, realmente, en aquél inhóspito desierto afgano? Diciembre de 2001. La guerra contra el régimen cavernario de los talibanes está en pleno furor. Las tropas del "sanguinario" general usbeko Raschid Dostam, en aquel tiempo jefe de la Alianza del Norte y hoy viceministro de Defensa en Kabul, habían aprehendido a 8.000 guerreros de Al-Kaida en las ciudades norteñas de Masar-i-Scharif y Kunduz. "Y cuando Dostum planea asesinar, los estadounidenses siempre están a su lado", dice un testigo ocular en la película.

Cuando se siente apagar la propia vida

Dostam, enardecido por las altas bajas en sus filas, ordena encalabozar a los 7.500 prisioneros restantes en las oscuras celdas de Schiberghan construída sólo para 600 personas. Los presos son transportados en contenedores encerrados sin ninguna posibilidad de respirar o beber líquidos. "Nos lamíamos el sudor mutuamente para calmar la sed y otros mordían en carne viva a sus vecinos tratando de calmar el hambre", afirma en el documental televisivo uno de los sobrevivientes.

Pero 3.000 de los prisioneros nunca llegaron a la cárcel. Los camiones fueron desviados al ardiente desierto de Dasht-i-Laili. Los contenedores fueron dejados allí por varios días y noches, a la merced de la intemperie y el calor sofocante. Según testimonios de dos de los conductores de los vehículos que fueran obligados, "los soldados de Dostam disparaban ráfagas contra los contenedores repletos de gente". Los testigos cuentan que durante esos días vertía sangre a chorros de todas las hendijas de los vehículos. Después de esa larga penuria, los sobrevivientes del grupo de 3.000 prisioneros fueron fusilados por las tropas de Dostum y abandonados a medio enterrar en pleno desierto. "Todo ocurrió ante la presencia de unos 40 estadounidenses", aseguran los conductores.

Obstáculos de la verdad

Entre tanto, la existencia de tal fosa común está comprobada. Una comisión oficial de las Naciones Unidas investigará los hechos a partir del 2003. Los testigos presentados en el film han asegurado que "están dispuestos a declarar ante un tribunal internacional". Dos de ellos ya no lo podrán hacer. Hace pocos días fueron asesinados.

Así nunca se llegue a saber toda la verdad, el autor irlandés ha logrado ya algo importante: poner en tela de juicio las probables violaciones a los Derechos Humanos cometidas en el afán de encontrar y castigar a los culpables de los, igualmente, inexcusables actos terroristas del 11 de septiembre del 2001.

Alemania investigará violaciones

El Bundestag, el parlamento alemán, anunció, por su lado, la constitución de un grupo de investigación. Consultado por DW-WORLD un vocero de la Embajada de los Estados Unidos negó vehementemente las acusaciones ya que "los soldados estadounidenses sólo llegaron cuando fueron descubiertas las fosas comunes". ¿Puras mentiras entonces?

"Para nada", dice el autor que en el verano pasado presentó pruebas de lo ocurrido ante la Comisión de Derechos Humanos del parlamento europeo y planea hacer lo propio ante la Cámera británica de Diputados. "Yo tengo la obligación de mostrar la verdad", afirma este antiguo periodista de la BBC. Y, al parecer, no todos están interesados en que ésta salga a luz pública, pues desde la lejana Kabul, Dostum lo declaró "presa pública de libre cacería".

José Ospina Valencia