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Merkel conquista Washington

Daniel Schesckewitz5 de mayo de 2006

Alemania vuelve a ser un interlocutor apreciado en Washington, como quedó de manifiesto en la visita que acaba de concluir la canciller Angela Merkel a la capital estadounidense.

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Angela Merkel cerró su visita a EE.UU. asistiendo al centenario del American Jewish Commitee.Imagen: AP

El trato brindado por el presidente estadounidense, George Bush, a la canciller alemana, Angela Merkel, se diferencia notablemente del dado a su antecesor, Gerhard Schröder. Tras su primer encuentro, Bush elogió a Merkel por su encanto, inteligencia y amor a la libertad. Ahora la alabó por su lucidez y su lenguaje directo. La jefa del gobierno alemán, por su parte, habló de una relación de amistad.

Más que simpatías personales

Esta cordialidad no obedece, sin embargo, únicamente a las simpatías personales, sino que se deriva también de la constatación de que Estados Unidos necesita a Alemania tanto como Alemania a Estados Unidos. Además, influye el hecho de que la superpotencia norteamericana se ha topado con sus propios límites en Irak. Si se desea resolver pacíficamente el problema del programa atómico iraní, se requiere la colaboración de Alemania, tal como la de India, China o Rusia.

En esta oportunidad, la idea de formar una "coalición de los dispuestos" no es una opción. Por este motivo, a la canciller alemana le resulta más fácil apostar por los molinos diplomáticos, pese a que muelan lentamente. Por otra parte, desde el punto de vista geoestratégico, Alemania tiene por lo menos tanto interés como Estados Unidos en que Irán no posea armas nucleares. El hecho de que Angela Merkel siga cultivando buenos contactos con Rusia la vuelve aún más interesante para el presidente Bush. Alemania está en una posición de intermediario, pero no es un mediador.

Peso germano

En Washington, la canciller anunció igualmente su propósito de interceder en la próxima cumbre de la Unión Europea y Latinoamérica porque las negociaciones sobre la liberalización del comercio mundial lleguen a buen puerto. Ello también corresponde a los intereses estadounidenses, tomando en cuenta que, por razones obvias, el presidente Bush no goza de gran prestigio en las filas de los gobiernos populistas de izquierda de América del Sur.

Por mucha cordialidad que haya manifestado, Angela Merkel también se mostró segura de sí misma en Washington. Alemania no tiene motivos para esconderse en materia internacional. Su palabra tiene peso y la tradición de resolver conflictos dentro del marco de las organizaciones multilaterales también está en boga ahora en la Casa Blanca. El que a todas luces la gobernante alemana goce de la confianza personal de Bush sólo puede resultar provechoso en estas circunstancias. Por lo menos ya le ha hecho bien a las relaciones germano-estadounidenses. Finalmente, la participación de Angela Merkel, junto a Bush y al secretario general de la ONU, Kofi Annan, en la celebración del centenario de una de las principales organizaciones judías de Estados Unidos (el American Jewish Commitee), pone en evidencia que Alemania está a la altura de su responsabilidad histórica en el escenario mundial.