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Mediación internacional para detener la guerra

Eva Usi17 de julio de 2006

Occidente intensifica sus esfuerzos para detener la espiral de violencia en el Medio Oriente, mientras que el mundo árabe se muestra dividido.

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Continúa la ofensiva israelí contra el Líbano.Imagen: AP


La espiral de violencia en el Medio Oriente sigue la lógica del ojo por ojo. Los cohetes de Hezbolá atacan blancos israelíes, que son respondidos por Israel con cada vez más devastadores bombardeos. Ante la dramática escalada de violencia, la comunidad internacional busca una solución diplomática para lograr un alto al fuego.

El Consejo de Seguridad de la ONU debate este lunes sobre el envío de una tropa multilateral al Líbano. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, señaló que la tropa sería enviada a la brevedad. Esta opción fue discutida por los miembros del grupo de los siete países más industrializados y Rusia (G-8). En la región fronteriza entre Líbano e Israel se encuentra estacionada una pequeña unidad de cascos azules. El primer ministro británico, Tony Blair, destacó que una misión de paz representa la única posibilidad para detener los ataques a Israel. "Entonces Israel suspendería también sus ataques", dijo Blair al margen de la Cumbre del G-8.

Reserva en Israel

Israelische Panzer feuern über die libanesische Grenze
Artillería israelí en la frontera con el Líbano.Imagen: AP

Israel reaccionó con reservas a la propuesta. Un portavoz del gobierno dijo que es prematuro hablar sobre una nueva tropa internacional. "Fundamental por ahora es asegurar que las milicias de Hezbolá no se encuentren presentes en la frontera norte de Israel", dijo. El gobierno israelí se mostró empero, dispuesto a buscar una solución diplomática. "Sabemos que no hay una solución militar para neutralizar a Hezbolá", dijo el vocero. En Bruselas discuten los ministros del Exterior de la UE, sobre las vías para detener la violencia.

Según la agencia AFP, la milicia libanesa ya recibió de la ONU una propuesta internacional de intermediación. El plan contempla que Hezbolá entregue al gobierno del Líbano los soldados israelíes capturados el pasado miércoles. La propuesta, que toma como base las negociaciones del G-8, es respaldada por la Unión Europea pero no contempla un intercambio de prisioneros como reclama Hezbolá. Probablemente intervendría la Cruz Roja en el operativo para entregar a los soldados israelíes.

Entre los esfuerzos europeos de mediación figura el viaje a Beirut del alto representante de la Unión Europea, Javier Solana. El diplomático europeo expresó su solidaridad al gobierno libanés. Solana presentará a los ministros del Exterior europeos una iniciativa que prepara el gobierno español.

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Mapa de la región en conflicto.

División en el mundo árabe

En el mundo árabe el conflicto arroja la certidumbre de que el proceso de paz entre israelíes y palestinos ha muerto. Pero más que la solidaridad árabe, lo que pesa son los intereses nacionales. Egipto culpabiliza a Hamás y a Hezbolá de la escalada de violencia. El Cairo, junto con Israel y Arabia Saudita, es uno de los socios estratégicos de Estados Unidos en la región.

Egipto comparte una frontera con la franja de Gaza dominada por Hamás. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, en el gobierno desde 1981, ha definido como interés nacional el debilitar la Hermandad Musulmana, movimiento islámico nacido en Egipto en 1928, que goza de una gran popularidad en el Cairo impulsada por los triunfos militares y políticos de Hamás.

Una postura similar mantiene Arabia Saudita, el otro gran aliado de Washington en la región. Riad considera que un fortalecimiento de los chiítas libaneses de Hezbolá fortalecería a la minoría chiíta saudí, que habita la provincia de Hassa, rica en reservas de crudo, lo que supone un riesgo económico si se produjera un levantamiento contra el poder central de Riad. Los jeques saudíes no tienen ningún interés en respaldar a Hezbolá y acabar destruyendo el país que ellos ayudaron a reconstruir tras la guerra civil en el Líbano.

Siria e Irán

Der Syrische Präsident Bashar Assad vor dem Parlament in Damaskus
El presidente sirio, Bashar Assad saluda en Damasco.Imagen: dpa

En el otro extremo de las posturas árabes se encuentra Siria. Un país que nunca ha renunciado a sus aspiraciones históricas sobre su vecino. El Líbano fue separado de Siria tras la Primera Guerra Mundial. Bajo presión de Estados Unidos y de la ONU Siria replegó sus tropas del Líbano, pero ahora intenta recuperar influencia, con la ayuda de Hamás y Hezbolá.

A diferencia de Egipto y Arabia Saudita, que culpabilizan a Hezbolá y Hamás en la actual escalada de violencia, Siria sigue una política de confrontación con Israel, a quien no ha perdonado por la anexión de los Altos del Golán sirios en 1967.

El partido chiíta Hezbolá, después de Hamás, la segunda milicia que combate a Israel, es respaldada por Siria, pero aún más por el régimen chiíta en la cúpula en Irán. Teherán y Damasco, son aliados estratégicos y cooperan estrechamente desde el triunfo de la revolución islámica en Irán.