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¿Mantiene la monarquía la cohesión belga?

Christop Hasselbach/ ER21 de julio de 2013

La abdicación del rey Alberto II y la entronización de su hijo, Felipe I, representa más que un cambio generacional. También está en juego la unidad del país.

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Imagen: Reuters

Cuando el rey Balduino murió en 1993 sin dejar descendencia, subió al trono belga su hermano menor, Alberto. Durante su reinado, éste se ganó el respeto de la población, como un hombre que escuchaba a la gente y, sobre todo, como una figura de integración nacional.

Dividida entre los flamencos, de habla holandesa, y los valones francófonos, Bélgica corre peligro de desmembrarse. Cada vez resulta más difícil formar gobierno. Tras las elecciones de 2010, cuando la separatista Nueva Alianza Flamenca obtuvo la primera mayoría, se requirió más de un año y medio para formar una coalición. Irónicamente, justo en ese período le correspondió a Bélgica la presidencia rotativa de la Unión Europea. Y muchos europarlamentarios se burlaban de lo que ocurría en Bruselas.

Figura integradora

Pero el rey desempeñó un papel importante y constructivo en conversaciones de mediación entre los partidos. En el punto culminante de la crisis, recordó a los políticos y la sociedad su responsabilidad: “El verdadero valor radica ahora en logar un acuerdo que integre y no en agudizar las divergencias”.

¿Podrá el nuevo rey, Felipe, ser también una figura mediadora? El politólogo belga Dirk Rochtus, de la Universidad de Lo Vaina, tiene sus dudas. En conversación con DW indicó: “Él es un tanto testarudo. Piensa más bien en blanco y negro. Cuando un político no le agrada, no habla con él. Pero cuando uno se propone encontrar salida a una crisis, tiene que poder hablar con todos”.

En Flandes no cayó nada bien que Felipe se inmiscuyera en la pugna, en una entrevista, en 2004. “Algunas personas y partidos están en contra de Bélgica y quieren destruir a nuestro país”, dijo entonces, subrayando: “Puedo asegurarles que ellos tendrán que vérselas conmigo”.

Cuestiones financieras

La nueva familia real belga.
La nueva familia real belga.Imagen: Reuters

Sin embargo, la pugna entre flamencos y valones gira sobre todo en torno a cuestiones de dinero, y no a la monarquía. Los flamencos, más prósperos, no ven por qué han de mantener permanentemente a los valones. Un problema que, en el marco de la eurocrisis, también tiene dimensiones europeas.

Actualmente se está elaborando un proyecto para dar más autonomía financiera a las regiones belgas, lo cual podría atenuar al menos en parte la disputa. A más tardar en las elecciones generales de 2014 se verá si la reforma les resulta suficiente a los flamencos. Si vuelve a ganar la Nueva Alianza Flamenca, también será un serio desafío para el nuevo rey. Ahí se verá si tiene tanto tino como su padre.

¿Tendencias republicanas?

Pero, independientemente de la pugna entre flamencos y valones, ¿existe en Bélgica un movimiento republicano que quiera abolir la monarquía? Dirk Rochtus plantea el siguiente diagnóstico de sus compatriotas: “Mucha gente dice que en cualquier parte del mundo sería republicana, pero no en Bélgica. Son lo que yo llamo monárquicos pragmáticos”.

Según el politólogo, piensan que Bélgica no sobreviviría sin su monarquía. “Pero eso quiere decir que en el fondo no se tiene mucha confianza en la democracia belga”, señala Rochtus, quien en cambio cree que “la república le haría incluso bien” al país. En su opinión, si todos los belgas pudieran elegir a un presidente, se fortalecería su cohesión. No obstante, el analista no cree que esté próximo el fin de la monarquía, ni el de Bélgica.

Autor: Christop Hasselbach/ ER

Editor: José Ospina Valencia