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Los liberales

24 de agosto de 2002

El pequeño partido liberal es un fenómeno peculiar entre los partidos alemanes. Ningún otro cuenta con tantos años de experiencia en el gobierno del país.

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Guido Westerwelle, líder del partido liberal, presenta una bolsa con el lema "más contenido".Imagen: AP

En la trayectoria del partido alemán FDP, se cuenta el haber gobernado Alemania de forma casi ininterrumpida desde los años 50, en coalición tanto con los socialdemócratas del SPD como con los cristianodemócratas de la CDU. Los liberales fueron cuna de varios famosos políticos alemanes, presidentes de la república como Theodor Heuss y Walter Scheel, o Hans-Dietrich Genscher, encargado de Asuntos Exteriores en la era de Helmut Kohl y hoy presidente honorario de su partido.

Tras la derrota electoral en los últimos comicios del 1998, en los que los liberales rozaron el 7%, tuvieron que acomodarse en las sillas de la oposición. En mayo del 2001, Guido Westerwelle fue elegido presidente de los liberales y pretende que su partido vuelva a desempeñar un papel decisivo en la política federal. Westerwelle, que a sus 41 años es el líder más joven de su partido, dejó hasta ahora abiertas las opciones de pacto hasta el 22 de septiembre.

El enigma Möllemann

En solo un año, el carismático líder de los liberales consiguió alimentar la confianza de su partido en volver a formar parte del gobierno alemán. Motor y obstáculo a la vez de este rejuvenecimiento es la figura enigmática de Jürgen Möllemann, de 55 años, ideólogo y vicepresidente del partido.

Fue idea de Möllemann proclamar la meta de lograr un 18% de los votos en las próximas elecciones federales del 22 de septiembre. Un objetivo más utópico que realista. El récord de los liberales está en el 13% y data de 1961. En los sondeos actuales se les pronostica un 9%.

Otra idea del polémico Jürgen Möllemann fue la presentación de un propio candidato a la cancillería en Berlín. Por primera vez en la historia del partido, Guido Westerwelle luchará con los dos candidatos del SPD y la CDU por ser canciller.

Campaña algo extraña

Los críticos diagnostican una fuerte dosis de autosugestión y un populismo peligroso en la campaña de los liberales. Todavía resuena en Alemania el escándalo de la primavera, cuando el tono antisemita de unas declaraciones de Möllemann causó conmoción en un país que aún vive con la sombra de los seis millones de judíos aniquilados por el nazismo.

Aunque parezca que el FDP esté buscando votos, vengan de donde vengan, los liberales siguen siendo considerado un reducto de los profesionales de clase media y alta, de los bien pagados. Westerwelle, igual que sus antecesores, pugna por una sociedad alemana con menos control estatal, menos burocracia y menos impuestos.

¿Un éxito caído del cielo?

A mediados de julio, el líder de los liberales puso en marcha su denominado ‘Guidomóvil’, una caravana amarilla que recorre el país. Mientras tanto, Möllemann busca los votos, como siempre, a su manera: lanzándose en paracaídas por toda Alemania.

El FDP es el partido más grande de los tres pequeños alemanes, por delante de Los Verdes (un 6%) y los ex comunistas del PDS (4%) en intención de voto. La oportunidad de poder ocupar de nuevo las sillas del gobierno está al alcance.