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Navidades en apuros

21 de diciembre de 2011

En un momento en que se van acumulando detalles poco claros de su relación con la clase empresarial, ¿de qué hablará el presidente alemán, Christian Wulff, durante el anual discurso navideño?

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Christian Wulff, presidente alemánImagen: dapd

Christian Wulff, el presidente alemán, se encuentra en apuros. Tres días antes de tener que dar ante la nación su discurso de Navidad –en donde se suele hablar de valores morales- su imagen se ha vuelto borrosa. Cada vez son menos claros los detalles de un crédito personal obtenido en 2008; además, nuevas acusaciones de otras verdades a medias ponen en tela de juicio la honestidad de un político que ocupa el cargo de “autoridad moral” de la nación.

Buchcover Christian Wulff Besser die Wahrheit
Christian Wulff, "Besser die Wahrheit" (Lo mejor es la verdad), 2007Imagen: Hoffmann und Campe

Lo mejor es la verdad

Aunque, tras varios días de presión pública, el cristianodemócrata Wulff se disculpó por no haber dicho toda la verdad en torno al polémico crédito privado, nuevos detalles de ese mismo caso, de regalos en forma de vacaciones en villas de millonarios y de la donación de otro acaudalado empresario para la financiación de su libro Besser die Wahrheit (Lo mejor es la verdad) –utilizado en la campaña electoral de 2007- subrayan las interrogantes respecto de su integridad.

¿Quién le cree a Christian Wulff?

Hasta ahora, sólo el 51 por ciento de los alemanes le cree, el 47 por ciento piensa que no es honesto, aunque dos tercios de los alemanes no creen que deba dimitir. Con todo, para la mayoría el cargo mismo de Bundespräsident ha sufrido daños, revela un estudio de la cadena alemana ARD. La oposición y la prensa exigen explicaciones; los partidos de la coalición gobernante –liberales y cristianodemócratas- le cubren las espaldas. La propia canciller Angela Merkel ha salido en su defensa. Pero los detalles poco claros siguen apareciendo.

Cuando en 2010, debido a vacaciones pasadas en Florida, el parlamento regional indagó acerca de relaciones comerciales con su dueño, el millonario joyero Egon Geerkens; Wulff las negó.

Christian Wulff und Carsten Maschmeyer
Christian Wulff y Carsten Maschmeyer, noviembre 2010Maschmeyer habría pagado la publicidad del libro de Wulff.Imagen: dapd

Luego, cediendo a la presión actual, admitió haber omitido lo del crédito privado de medio millón de euros entre los Wulff y la señora Geerkens. Sin embargo, después de su aclaración, en conversación con Der Spiegel, Egon Geerkens afirmó haber sido él quien negoció el crédito con el propio Christian Wulff. Esto fue confirmado posteriormente por el abogado de Wulff... La ola se hace más grande: este comportamiento, por un lado, es incompatible con las leyes que rigen para conservar la independencia de las decisiones de la clase política; por otro, la pregunta latente es, ¿estamos ante otro caso de falso testimonio?

Wohnhaus der Familie Wulff
El crédito privado que concedieron los Geerkens a los Wulff fue destinado a financiar la casa del entonces primer ministro.Imagen: picture-alliance/dpa

¿Dejá-vu?

Pocos meses después de que el exministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg se viese obligado a dimitir porque –a pesar de sus repetidas declaraciones de inocencia- se comprobó que su tesis doctoral contenía numerosos plagios, las grietas en la credibilidad de otro político en funciones echa sal en la llaga abierta. Más aún si se trata de un presidente y más todavía, de un político que no dudó en levantar el dedo acusador y en pedir en el año 2000 la dimisión del entonces presidente Johannes Rau: se había hecho público que un banco había financiado algunos de sus viajes privados siendo primer ministro de Renania del Norte-Westfalia.

Con el argumento de que un presidente está siempre en servicio y que no se puede separar exactamente cuándo un personaje público es una persona privada y cuándo está al servicio de su país, Rau salió más o menos ileso del affaire. Curiosamente, el mismo abogado defiende actualmente a Christian Wulff.

No obstante, hasta ahora, más que la demostración de un comportamiento siempre ejemplar, las voces críticas exigen “solamente” poner fin al juego de sombras y que el presidente en funciones ponga todas las cartas sobre la mesa lo antes posible. Por eso, Alemania escuchará con atención lo que va a decir, a más tardar este 25 de diciembre, un presidente Wulff, a todas luces en aprietos.

Autora: Mirra Banchón
Editor: Pablo Kummetz