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Lloverán miles de estrellas

11 de agosto de 2010

Cada año en agosto pasa la Tierra por la lluvia de meteoros Perseidas, que llena el cielo de estrellas fugaces. Si el tiempo acompaña, en el hemisferio norte podrá contemplarse un increíble espectáculo natural.

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Un deseo por cada estrella fugaz.Imagen: AP

Cientos de estrellas fugaces por hora surcarán el firmamento durante la noche, en el hemisferio norte, del 12 al 13 de agosto: son las llamadas "Lágrimas de San Lorenzo", un mártir que fue torturado hasta la muerte con un hierro ardiente en Roma, que caen puntuales para cumplir los deseos de quienes las vislumbren.

Wilfried Tost, Deutsches Zentrum für Luft- und Raumfahrt
Wilfried Tost, del Centro alemán para la Técnica Aérea y Aeronáutica.Imagen: DLR

"A mí siempre se me ocurren espontáneamente", cuenta Wilfried Tost, del Centro alemán para la Técnica Aérea y Aeronáutica. Tiempo para pedir cuanto quiera va a tener este experto: junto con su colega Jürgen Oberst estará entre el miércoles y el viernes- una noche antes y una noche después de la lluvia de meteoros- observando detenidamente el fenómeno.

La huella de un cometa

En el lenguaje técnico, a las estrellas fugaces se les llama "meteoros" y son los restos de cometas que arden al entrar en contacto con la atmósfera. Los de Perseidas proceden de la estela del cometa Swift-Tuttle, que cruza en nuestro sistema solar una vez cada 133 años, dejando tras de sí un reguero de pequeñas partículas no mayores que una mota de polvo. Éstas se desprenden cuando el sol derrite el hielo que cubre la superficie del cometa.

Una vez al año y a una velocidad de 30 kilómetros por segundo atraviesa la Tierra la huella dejada por Swift-Tuttle en sus incursiones, y las partículas se convierten en estrellas fugaces- es decir, en meteoros- al entrar en la atmósfera. No son ellas mismas las que brillan, sino el aire que las precede, que se comprime y alcanza una temperatura de más de 3.000 grados.

Y desde nuestro planeta se observa entonces lo que se conoce como una lluvia de estrellas fugaces, y eso a pesar de que los meteoros se apagan transcurrido no más de un segundo. "Algunas de estas partículas llegan a brillar incluso durante dos segundos, y son por ello especialmente luminosas", dice Tost. En el mes de agosto, a este fenómeno se le llama Perseidas porque los meteoros parecen caer de la constelación Perseus, designada en honor a Perseo, hijo del dios Zeus en la mitología griega.

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Aire caleinte que arde: un meteoro de Perseidas.Imagen: AP

Unos inofensivos, otros no tanto

Pequeños meteoros como los que "llora" San Lorenzo son absolutamente inofensivos. Sin embargo, de mayor tamaño pueden llegar a provocar indescriptibles estragos, si no se consumen y chocan contra la superficie terrestre: en tal caso, estamos ante los famosos meteoritos, que cuanto más grandes son, más peligrosos conllevan. "Sabemos que hay asteroides que miden miles de metros de diámetro, pero esos aparecen en raras ocasiones", asegura Tost.

El meteorito Chicxulub, por ejemplo, acabó con el 75 por ciento de las especies animales que vivían sobre la Tierra, entre ellas con los dinosaurios, pero eso fue hace 65 millones de años. La edad del cráter del Barringer en Arizona se calcula de 50.000 años. "También las colisiones de menores consecuencias se dan sólo aproximadamente cada 10.000 años", tranquiliza Tost, "y en función de los cometas y los asteroides que hemos encontrado hasta ahora sabemos ninguno nos acecha ningún al menos durante los próximos 50 o 100 años".

La importancia de contemplar Perseidas

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Cámaras especiales para grabar la actividad de Perseidas.Imagen: DLR

Para dar consistencia a las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento en este campo quieren Tost y su colega Jürgen Oberst estudiar la próxima lluvia de meteoros Perseidas. Utilizando cámaras con un ángulo especial esperan los expertos que no se les escape ningún detalle y, así, " poder, por un lado, analizar la densidad de partículas y saber cuánto material circula por ahí", explica Tost. Y por el otro, determinar la órbita de los meteoros.

En el caso de lluvias de estrellas de este tipo, los investigadores saben de dónde proceden las partículas y pueden de este modo comprobar si el algoritmo con el que calculan los orígenes y órbitas de vuelo de asteroides, cometas y otros meteoros es correcto. Es decir, si son capaces de descubrir exactamente si estos amenazan la Tierra antes de que se acerquen realmente a nosotros.

Si el cielo quiere

Si el tiempo acompañará para poder ver la lluvia de estrellas con menores pretensiones científicas y más intención de disfrute, no se sabe todavía. Al menos en Alemania, los meteorólogos no pronostican grandes oportunidades: densas nubes obstaculizarán seguramente la visibilidad. "No importa dónde se esté, en cualquier sitio hace falta tener suerte para ver con nitidez una lluvia de meteoros", consuela Robert Scholz, del Instituto Alemán de Meteorología, a los germanos.

Autora: Nicole Scherschun/ Luna Bolívar

Editor: José Ospina Valencia