Es un municipio francés del departamento de Alto Loira, en la región de Auvernia-Ródano-Alpes. Sus habitantes son llamados "ponots".
Iracundos "chalecos amarillos" quemaron durante el fin de semana del 1 y 2 de diciembre de 2018 su puesto de trabajo, la prefectura de esa tranquila ciudad de peregrinación. Entre diez y doce kilogramos de adoquines, además de cócteles Molotov, arrojaron los airados manifestantes a través de las ventanas del edificio. El primer ministro, Edouard Philippe, y sus ministros tienen ante sí una difícil tarea: deben mostrar rigor y, al mismo tiempo, disposición al diálogo.