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Laura Moinian, la futura cara alemana del chelo

Felipe Espinosa Wang
30 de marzo de 2017

La joven chelista Laura Moinian es consciente de que sin la música ella no existiría: su abuelo logró sobrevivir en cautiverio en Rusia, después de la guerra, gracias a su violín.

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La joven chelista alemana Laura Moinian.
Laura MoinianImagen: M. Huch

La joven chelista alemana Laura Moinian nació en Hamburgo en el seno de una familia de músicos y nunca ha hecho otra cosa que ejecutar música. Hoy, con tan solo 22 años de edad, Moinian se perfila como una de las máximas promesas alemanas en su instrumento. Su disco debut "Inside Out" junto al pianista inglés Jamie Bergin, que saldrá al mercado en junio de este año, es una compilación de sus piezas favoritas: con obras de Dvorak, Rachmaninov, Schumann, Popper, Offenbach, Schubert, Davidoff y Gade. En entrevista con DW, Laura Moinian habló sobre su pasado familiar, los trucos de su arte y sus aspiraciones para el futuro.  

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DW: La pregunta de rigor: ¿por qué decidió dedicarse a la música?

Laura Moinian: Mi abuelo luchó del lado alemán durante la Segunda Guerra Mundial, y cayó preso en Rusia durante seis años. A pesar de la difícil situación, y gracias a Dios, tuvo la gran fortuna de llevar consigo su violín. Esa fue la única manera de sobrevivir, porque pudo tocar durante las cenas en los campamentos, lo que le trajo el favor de los oficiales rusos, que apreciaban escuchar música. Así, tocar el violín le dio la posibilidad de una vida mejor; no tuvo que pasar hambre como todos los demás. Durante toda su vida, mi abuelo siempre dijo que fue la música la que lo salvó y que gracias a ella estamos todos vivos en la familia. Esto me impactó mucho. Esa energía siempre ha estado allí en casa, pasando después a mi madre y luego, por supuesto, a mí.

¿Por qué el chelo exactamente?

Simplemente encajaba conmigo. Mi papá dijo que tenía dedos de chelista.

Su padre también es músico…

Sí, su influencia también ha sido primordial. Mi padre, por ejemplo, siempre ensayó en casa con su cuarteto de cornos. Desde que era una niña he experimentado música todos los días, aprendiendo también los aspectos negativos: mi padre estaba mucho de gira, lo que fue un poco triste para mí. No obstante, entendí rápidamente lo hermoso que era la posibilidad que tienen músicos de recorrer el mundo. Me acuerdo, por ejemplo, mucho de un regalo que me trajo de Japón.

Adentrémonos en su labor como chelista. ¿Cómo es un día en la vida de Laura Moinian?

Me despierto a eso de las nueve de la mañana, me pongo a meditar y después hago yoga para mantener la salud de mi espalda, algo que es muy importante para mí como chelista. Después practico el instrumento dos horas antes del medio día y dos más por la noche. Aparte de eso, intento leer y discutir con gente sobre música. No obstante, muchas veces me da cierta tristeza no dejar suficiente tiempo y espacio para poder practicar otros hobbies por enfocarme casi exclusivamente a mi música. Ahora, por ejemplo, se vienen dos conciertos en Hannover y un concurso en abril. Siempre me estoy preparando para lo próximo que viene.

¿Algún secreto al estudiar?

Mi debilidad es que no me gusta practicar más de una hora. Y como estrategia para superar esto, dejo chocolate en el otro cuarto: me pongo pequeñas metas y, al cumplirlas, me recompenso con un pedacito. Intento engañarme.    

Y a propósito de trucos, ¿alguno especial que tenga antes de subir a la tarima?

Siempre trato que mi nivel de adrenalina suba. Yo me agito mucho antes e intento estar muy activa. Desde antes me mentalizo de que estoy en un concierto para mantenerme nerviosa. También le digo a todos lo agitada que estoy, de tal modo que cuando llegue al escenario ya haya pasado todo el nerviosismo.

Háblenos un poco sobre la experiencia con su disco debut "Inside Out"…

Previo a la grabación, tuve la gran fortuna de que fuera el pianista Lars Vogt quien me preparara antes de los ensayos. Esta experiencia ha sido simplemente la mejor clase magistral que he tenido. La grabación como tal, con Jamie Bergin, duró tres días y cada sesión, nueve horas. Esto me llevo al límite: tocar lo mismo cada vez al cien por ciento y con la misma energía no es fácil. Después de esos arduos días, tuvimos tres conciertos y el resultado fue increíble. Creo que han sido lo mejores conciertos que he dado.  

Un violín
El violín le salvó la vida al abuelo de Laura Moinian. Imagen: Colourbox

En un entorno de tan alto rendimiento, ¿cómo es la competencia con los colegas chelistas?

Los competidores con los que más me relaciono –o los que más estorban (ríe)–, en realidad, son personas con las que he crecido desde que estuve en la Universidad de las Artes de Berlín (UDK). Son seis chelistas con los que siempre me encuentro. Estamos todos en la misma agencia de artistas (TONALiSTEN). También hemos tocado juntos en ensambles de cámara. Al fin y al cabo son mis hermanos y hermanas. Yo intento concentrarme nada más en mí. No hay otra cosa que pueda hacer –no los puedo matar (ríe)–, así que debo aceptarlo, además los quiero mucho. En realidad todo es más como un juego. Los que estamos en la agencia somos los mejores chelistas alemanes de nuestra generación. Todos estamos seguros de que vamos a poder vivir muy bien de la música, tanto financiera como musicalmente, así que tampoco hay tanta competencia.

¿Qué espera de su futuro como chelista?

Esta pregunta ronda mucho por mi cabeza. Veo que mi padre es muy feliz como cornista en la orquesta. Pero en realidad toco en todos los campos: participo en concursos, hago música de cámara –comenzaré a estudiar en Hannover música de cámara– y también toco en orquestas. Son tres campos que disfruto mucho y donde quiero sumar mucha experiencia. Ya miraré cuál de las tres empezará a perfilarse más. Sin embargo, cuando pienso en familia, considero que lo más inteligente es tener la seguridad de una plaza fija en alguna orquesta. Además, estando en una orquesta también se tiene la posibilidad de tocar tanto como solista como en ensambles.

Autor: Felipe Espinosa Wang (VT)