US-Präsidentschaftswahl 2016 - Anhänger Donald Trump in New York

Las lecciones para América Latina

La elección de Donald Trump como presidente tiene, al menos, algo bueno: termina con una gran cantidad de prejuicios y malentendidos y podría incluso impulsar la unión de los países latinoamericanos, opina Uta Thofern.

De estas elecciones estadounidenses se pueden sacar algunas enseñanzas. La primera, para muchos, evidentemente, una gran sorpresa: los latinos no son todos iguales. El famoso “voto latino”, del que muchos esperaban que podría evitar que ganara Trump, no tuvo lugar de esa forma. Esa expectativa ya revelaba, además, un prejuicio, ya que el hecho de que casi un tercio del electorado de EE. UU. con raíces hispanas votara por el candidato republicano se debe sencillamente a que también esas personas tienen diferentes opiniones de acuerdo con su historia de vida y su situación personal.

Uta Thofern dirige la redacción de DW para Latinoamérica.
Uta Thofern dirige la redacción de DW para Latinoamérica.

Un inmigrante mexicano ilegal amenazado de deportación ve a Trump de un modo muy distinto al de un empresario mexicano integrado y con un permiso de estadía asegurado que piensa que “el barco está lleno”. Los cubanos que huyeron del régimen de Castro y los venezolanos que le dieron la espalda masivamente al modelo bolivariano en su país ven con ojos críticos la política de diálogo del Gobierno de Obama.

La segunda lección atañe a México y tiene varios aspectos. En primer lugar, Trump hará verdaderamente todo lo posible para concretar sus amenazas de cerrar la frontera con ese país construyendo un muro, algo que muchos creyeron que era solo parte de su retórica de campaña. En segundo lugar, México deberá, efectivamente, pagar ese muro, a pesar de los anuncios del presidente Peña Nieto de querer cooperar con Trump. El Gobierno de EE. UU. tiene muchas posibilidades de hacer sangrar a México, aun cuando el pago del muro no salga de las arcas de ese país. Sí, la economía mexicana sufrirá terriblemente. La caída del peso tras las elecciones así lo indica. Pero la dependencia económica es mutua. Precios más altos para productos mexicanos o menos exportaciones hacia México –después de todo, el segundo mayor socio comercial de EE. UU.- también perjudican a la economía estadounidense. Pero México tiene alternativas, por ejemplo, en Asia, también en Europa y, naturalmente, en América Latina. México es un país industrializado y puede lograrlo.

También Cuba tiene alternativas, y esa es otra de las lecciones de estos comicios estadounidenses. Trump seguramente pondrá fin al deshielo entre La Habana y Washington. Se lo debe a sus votantes cubanos en Florida. Pero tampoco Trump logrará que las agujas del reloj den marcha atrás. Si la cúpula cubana reacciona ahora inteligentemente, inversores europeos, chinos y, por supuesto, rusos les sacarán de las manos a las empresas estadounidenses un negocio que ya creían suyo. Además, Cuba es considerado una puerta de entrada para los mercados de Latinoamérica. 

Sudamérica comienza al sur de América Central y está compuesta por doce países, algo nuevo tal vez para Trump, que reveló sus planes para un solo país. Planea apoyar a la oposición venezolana, lo cual en sí mismo no es reprobable, pero sí podría poner en peligro el diálogo incipiente en ese país. Con el actual presidente argentino, Mauricio Macri, anteriormente cerró negocios, no precisamente exitosos. Tal vez esas no sean las experiencias adecuadas para ver las oportunidades económicas que ofrecen, por ejemplo, Argentina y Brasil. Pero también allí, así como en Chile, Ecuador, Perú y Bolivia, hay otros interesados. Y Colombia encontrará otros que apoyen el proceso de paz si Trump no tiene interés en él. Alemania es uno de ellos.


La victoria de Trump –y esta es la última lección- podría impulsar la integración latinoamericana, que casi se da por perdida. Un enemigo común une más que cualquier otra cosa. Y América Latina hace mucho que dejó de ser el patio trasero de Estados Unidos. Barack Obama trabajó duramente para mejorar el terreno. “Make America great again?” Si lo dice en serio, tendría que saber que América es más grande que EE. UU. Mucho más grande. Así, lo que hace Trump es hacer “su” América más pequeña.

Autora: Uta Thofern

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