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“Las FF.AA. nunca desaparecieron del escenario político”

Emilia Rojas Sasse
1 de abril de 2020

El creciente protagonismo castrense en América Latina, no solo desde el brote del coronavirus, conlleva un riesgo de “democracias militarizadas”, dice a DW Christoph Harig, de la Universidad de las FF.AA. de Hamburgo.

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Soldados vigilan el estado de emergencia en Ecuador.
Soldados vigilan el estado de emergencia en Ecuador.Imagen: AFP

DW: En algunos países de Amérca Latina, los militares han sido enviados a controlar el cumplimiento de medidas impuestas para combatir la propagación del coronavirus. En Perú, incluso se los ha eximido de responsabilidad penal si usan sus armas de fuego en los patrullajes. ¿Es eso razonable, en vista del pasado de dictaduras militares en la región?

Christoph Harig: Hay que diferenciar. Muchos países del mundo recurren en estos momentos a las capacidades logísticas de las Fuerzas Armadas, para aplacar la pandemia.

Otra cosa es hacer cumplir las restricciones de circulación, donde puede manifestarse la falta de formación de los soldados en labores policiales. Incluso los policías pueden verse sobrepasados con frecuencia ante la situación desconocida de una pandemia. Hay reportes de excesos policiales en democracias y en Estados autoritarios.

Pero eximir de responsabilidad penal es en general problemático, porque mina los principios del Estado de Derecho y posibilita actuaciones arbitrarias de las Fuerzas Armadas. Eso puede despertar recuerdos de las dictaduras militares del pasado, pero también sería problemático en regiones sin esa historia. En el mundo entero se requiere cautela, para no perder permanentemente derechos básicos restringidos en esta situación excepcional.

Ya antes de la crisis del coronavirus hubo gobiernos que sacaron a la calle a soldados para contener protestas. ¿Ve un peligro para la estabilidad democrática?

Sí, lo considero potencialmente peligroso, ya que la actuación interna de soldados contra protestas politiza fuertemente el rol de los militares. La institución estatal de las Fuerzas Armadas se ve involucrada en disputas políticas y pierde su carácter suprapartidista. Esto puede llevar a las Fuerzas Armadas a plantear demandas políticas y a querer negociar condiciones para actuar. (Entre ellas se cuenta a menudo la demanda de eximir a los soldados de responsabilidad penal).

Los militares de Bolivia, por ejemplo, intervinieron decisivamente en la política, al actuar contra gente que protestaba y demandar la renuncia de Evo Morales. Y en Chile, el Ejército se resistió a actuar permanentemente contra las protestas.

¿Están experimentando las Fuerzas Armadas un retorno al primer plano en América Latina?

Considero que, en muchos países de la región, las Fuerzas Armadas nunca desaparecieron totalmente del escenario político. Tras bambalinas, los militares siguieron teniendo peso político en muchos países, también tras el término de los regímenes de la década de 1970. Por eso, no creo que "retorno" sea un concepto de análisis adecuado. Más bien, ocurre que el papel político de las Fuerzas Armadas se ha vuelto sustancialmente más visible que antes. Una gran diferencia con respecto al siglo XX es que, en la mayoría de los casos, esto no ocurre por deseo de los militares.

Estados democráticos se militarizan, por así decirlo, voluntariamente, cuando transfieren tareas estatales elementales a los militares, o gobernantes se presentan a conferencias de prensa rodeados de generales. Los militares no se sienten necesariamente bien en ese papel. También ellos están conscientes de los peligros que conlleva involucrarse en asuntos político-partidistas.

Las Fuerzas Armadas no sirven para rescatar a los países en aprietos, porque los problemas medulares de muchos Estados de América Latina deben ser resueltos políticamente y requieren soluciones más bien menos jerárquicas.

¿Puede haber ahora consecuencias políticas, o aprendieron las Fuerzas Armadas la lección del pasado?

Un peligro potencial es que los militares quieran obtener contraprestaciones por estos roles no deseados. Eso puede consistir en demandar un trato preferencial cuando haya recortes presupuestarios generales, o inmunidad penal para soldados en misiones internas. Pero no veo el peligro de un extendido retorno a las dictaduras militares en este momento. Más bien veo el riesgo de "democracias militarizadas", en las que las Fuerzas Armadas se aseguren de contar con tratos preferenciales.

Muchos ofciales están conscientes de los riesgos de desempeñar un mayor papel político, más visible. Pero, por otro lado, también hay halcones, cuyo hambre de mayor influencia política se despierta debido a los crecientes roles internos.

Las Fuerzas Armadas no son un bloque monolítico y, en consecuencia, la situación actual también plantea a los militares desafíos de cohesión interna.

Christoph Harig es académico de la Universidad Helmut Schmidt de las Fuerzas Armadas Federales, con sede en Hamburgo. Sudamérica y las relaciones cívico militares se cuentan entre sus focos de estudio.

(jov)

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