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La venganza del Pentágono

10 de diciembre de 2003

Una nueva tormenta transatlántica desató la decisión del Pentágono de excluir de los contratos para la reconstrucción de Irak a los países que no respaldaron la guerra, cosa que Alemania calificó de "inaceptable".

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Se los advertí.Imagen: AP

Los opositores a la guerra contra Irak deberían haber sabido que la osadía de negarse a secundar a Washington no quedaría impune. El propio presidente estadounidense, George W. Bush, había adelantado ya que quienes no lo respaldaran en su campaña bélica no deberían albergar esperanzas de tener influencia en la reconstrucción de Irak. Por lo demás, desde hace tiempo se sospechaba que el castigo vendría por el lado económico. Aún así, la publicación de un memorandum del Pentágono causó estupor en la "vieja Europa", que creía haber avanzado por la senda de la reconciliación con la Casa Blanca en los últimos meses.

La lista de los fiables

La revancha cobró, por lo visto, un cariz más contundente de lo que se esperaba: el documento del Ministerio de Defensa estadounidense, publicado en Internet, enumera una lista de 63 países que pueden ser tomados en cuenta en las licitaciones de 26 contratos de gran envergadura, por un monto cercano a los 18. 600 millones de dólares. Entre ellos figuran, desde luego, Gran Bretaña, España, Italia y todos aquellos que colaboraron en la invasión de Irak. Lisa y llanamente marginados quedaron en cambio Alemania, Francia, Rusia, Canadá y otros díscolos.

Si bien el texto del Pentágono aduce, como justificación, la necesidad de "proteger intereses esenciales de seguridad" de Estados Unidos, lo cierto es que no se necesita ser muy mal pensado para sospechar tras la medida una represalia política. Trabajos como la construcción de edificios, plantas de suministro de agua u obras de vialidad no necesariamente afectan a primera vista aspectos claves de seguridad.

Molestia en la "vieja Europa"

En consecuencia, no debe extrañar tampoco a Washington que los afectados reaccionen con franca molestia. El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, manifestó su alto grado de sorpresa, anunciando que conversará al respecto con las autoridades estadounidenses. Otros en Berlín fueron menos diplomáticos. El portavoz del gobierno, Bela Anda, indicó que si el contenido del memorandum es correcto, resulta "inaceptable". Agregó en este sentido que el documento "no corresponde al espíritu de mirar conjuntamente hacia el futuro y no al pasado". Más dura aún fue la reacción de la ministra alemana de Cooperación Económica, Heidemarie Wieczorek-Zeul, quien acusó a Estados Unidos de llevar adelante un "doble juego", al pedir más respaldo militar internacional y, por otra parte, pretender marginar a los demás de la reconstrucción.

También en Francia impera el disgusto. Un portavoz del ministerio de Defensa de París indicó que el caso se estudiará con los otros afectados y en el marco de la Unión Europea, para ver si semejantes decisiones son compatibles con las normas que rigen la libre competencia internacional. Rusia, por su parte, espera a escuchar las novedades directamente de boca de Bush pero, desde ya, en Moscú se habla de no condonar las deudas iraquíes.

Los platos rotos

El ambiente vuelve a congelarse, en suma, en las relaciones transatlánticas. Puede ser que la táctica de Washington obedezca a intereses económicos o a la intención de dar un escarmiento a sus amigos poco dóciles, para inducirlos a la sumisión. Pero, desde el punto de vista empresarial, la jugada podría resultar menos dolorosa de lo que parece, considerando que de todas formas podrían tener acceso a los negocios de la reconstrucción iraquí en calidad de subcontratistas de empresas estadounidenses. En consecuencia, los platos rotos son predominantemente de índole política. Y eso no es ningún indicio favorable ante la evidencia de que Irak sigue al borde del caos y de que se requiere un esfuerzo mancomunado para asegurar su estabilidad.