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La pasión de Oberammergau

30 de marzo de 2010

Hace 377 años, los habitantes de la ciudad de Oberammergau, Bavaria, hicieron una promesa: si Dios los salvaba de la peste, sus ciudadanos interpretarían cada diez años la pasión de Cristo.

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La Pasión Cristo en Oberammergau, año 2000.Imagen: picture-alliance / dpa

La historia de la Pasión de Jesús se representará este año por 41ª vez. Eso significa que Oberammergau se prepara desde hace meses para las más de cien representaciones, que tendrán lugar entre mayo y octubre, a las que acudirán millones de espectadores de todo el mundo. El estreno de la Pasión será el 15 de mayo.

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Christian Stückl, director del Teatro de la Pasión de Oberammergau.Imagen: DW

Mientras tanto, en Oberammegau, no hay habitante que no pase el día abocado a los preparativos de la gran obra en la que participan sólo actores aficionados. En las calles, casi todos los hombres llevan barba, ya que, desde el miércoles de cenizas de 2009, rige la prohibición de acudir a la peluquería. Así lo dicta la tradición. Cada atardecer, los actores no profesionales se encuentran en un pequeño teatro para estudiar las escenas de la vida y la Pasión de Jesucristo. El director del Teatro de la Pasión de Oberammergau, Christian Stückl, que se hace cargo de la obra por tercera vez, modernizó el texto de la Pasión escrito por el sacerdote Joseph Daisenberger en 1859.

Apasionados por la Pasión

Hoy se ensaya la escena en el Monte de los Olivos, cerca de Jerusalén, donde Jesús se enfrenta a la traición de Judas junto a sus discípulos. El beso de Judas pone tenso a todo el grupo. El director, nervioso, fuma y gesticula. Trata, como siempre, de sacar lo mejor de sus actores, y no siempre con modales delicados. A veces hasta vuelan trozos de muebles por el aire: es el pueblo de Jerusalén que se expresa de ese modo. El entusiasmo con que Christian Stückl dirige al grupo se origina en su historia personal. “Crecí en una familia en la que se discutía constantemente sobre la representación de la Pasión de Cristo. Cuando tenía siete años, en 1970, estaba todo el tiempo con mi abuelo en los ensayos, y prácticamente perdí el año escolar por eso. Ya desde niño estaba inmerso en la obra”, dice Stückl, intentando transmitir esa profundidad en las emociones al actor que hace de Jesús, todavía algo cohibido.

Los actores de los cerca de 130 roles hablados son elegidos por Christian Stückl muy cuidadosamente. Esta vez, el honor del rol de Jesús le toca a Frederik Mayet, de 30 años, quien, junto a los otros actores y guiado por un teólogo, realizó un viaje de dos semanas a Israel para preparase para su papel, que le impone mucho respeto.

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Casa de Pilatos en Oberammergau, Bavaria.Imagen: Eberhard Starosczik

Respeto por el papel de Jesús

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Frederik Mayet será Jesús.Imagen: DW

“Cuando se dio a conocer que sería yo quien haría de Jesús, me sentí conmovido. Luego de la euforia inicial, uno empieza a pensar y siente que se trata de un gran desafío”, relata Frederik Mayet mientras se toca la barba. Del mismo modo piensa Andrea Hecht, de 47 años, una escultora y madre de dos niños que hará el papel de la Virgen María por segunda vez. En su papel de Madre de Dios debe poder representar convincentemente la desesperación durante la crucifixión y dar todo de sí ante 5000 espectadores que pagan para ver la obra. “La actuación es trabajo duro: dejar salir las emociones, desplomarse de un momento al otro, mostrarse débil y gritar es algo que no se hace tan fácilmente delante de extraños”, reconoce Andrea Hecht.

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Andrea Hecht representa a la Virgen María.Imagen: DW

Ambos actores principales disfrutan de los ensayos y de la atmósfera de la Pasión que se vive en la ciudad, cuyos pobladores se unen más a medida que se acercan los años en los que se lleva a cabo la obra. En las últimas semanas antes del estreno, el 15 de mayo, se trabaja a toda marcha detrás de bambalinas, ya sea para darle el último retoque a la escenografía o para teñir los trajes. Para hallar las mejores telas para las túnicas hubo que viajar hasta la India, y ahora las encargadas del vestuario les agregan o quitan tonos siguiendo las indicaciones del escenógrafo. “No se puede con el lavarropas, hay que hacerlo a mano, si no, los colores se arruinan”, explica Anna Marzell, una de las teñidoras. “Este es el traje de San Pedro. La semana pasada terminamos la vestimenta de Jesús, también en color arena, pero con un tinte más agrisado”.

Un gran negocio

Mientras en el teatro de la Pasión se ensaya, se tiñe y se limpia, Werner Hirrlinger, administrador de la obra de la Pasión de Oberammergau, se ocupa más que nada de la venta de las entradas a visitantes de todo el mundo, por un valor que va de los 200 a los 800 euros incluyendo uno o dos días en un hotel de media pensión en la pintoresca ciudad bávara. A pesar de la crisis económica y de la caída en las ventas, especialmente a turistas de EE.UU., el administrador se muestra satisfecho con el negocio: “Oberammergau está acostumbrada a las cifras logradas en obras anteriores, cuando la Pasión ya estaba agotada en un 100 por ciento con un año de anticipación. Eso es algo que ya no sucede este año, pero nuestra tasa de devolución de entradas es de sólo el cinco por ciento”, constata Werner Hirrlinger.

Las entradas devueltas por las agencias de turismo van a la venta particular. Para la Pasión de Oberammergau 2010 se espera la presencia de medio millón de espectadores. Para entonces, la pequeña ciudad, con sus casas pintadas al estilo barroco, volverá a llenarse de visitantes: uno por cada habitante. La promesa hecha en 1633 contribuye así también a sanear las arcas comunitarias. El alcalde de Oberammergau, Arno Nunn, a quien no se permite participar de la Pasión por no haber nacido allí, sabe apreciar la bendición económica que ésta representa: “Por un lado, es una promesa cumplida, y, por el otro, y no se puede negar, se trata de un asunto claramente comercial del que la comunidad saca provecho. En la Pasión del año 2000, las ganancias llegaron a cerca de 25 millones de euros. Y esperamos que en 2010 se llegue a una cifra similar”, dice el alcalde. Si esto fuera así, la Pasión ya no solamente habría salvado al municipio de Oberammergau de la peste, sino también de la ruina económica que la amenaza.

Autor: Daniel Scheschkewitz/ Cristina Papaleo

Editor: Enrique López Magallón