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La libertad del consumidor en peligro

2 de septiembre de 2002

La Organización de protección al medio ambiente criticó la permanente contaminación transgénica de alimentos. Apelaron a los políticos a imponer distintivos para que el consumidor pueda elegir con pleno conocimiento.

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Campo de colza genéticamente manipulada.Imagen: AP

Alimentos para bebés, productos biológicos y naturales. Todos estos alimentos podrían estar en pocos años genéticamente contaminados. Esto afecta al consumidor, que no es capaz de distinguir libremente entre alimentos naturales y aquellos que están genéticamente manipulados. Así lo resume la Organización de protección al medio ambiente y la naturaleza (BUND). Por ello, exhorta a los partidos políticos a cambiar su política de protección al consumidor.

Contaminación permanente

Según un informe realizado por institutos ecológicos, presentado por la Organización, la contaminación de cultivos tradicionales con cultivos transgénicos será cada vez mayor. Los ecologistas advierten que no se ve amenazada sólo la libertad del consumidor en el momento de entre que productos comprar, sino sobre todo, su salud. La manipulación genética puede alterar el comportamiento de una planta, provocando la formación de compuestos totalmente nuevos, que al ser procesados, provocan una acumulación de sustancias dañinas para la salud humana.

El documento de BUND analiza tres casos para demostrar el aumento de la contaminación de alimentos. En productos que contienen ingredientes derivados de maíz, soya o colza, no se puede garantizar que éstos estén libres de manipulación genética. No se comprueba suficientemente la procedencia de las materias primas que contienen dichos cereales. Las superficies cultivadas con transgénicos a nivel internacional son cada vez mayores y las leyes contra la contaminación genética cada vez más débiles. De esta situación no se escapa Europa, donde las superficies de cultivo transgénico se extienden, y las normas de control existentes no son suficientes.

Piden más controles

La experta del Instituto para cultivo biológico Berlin (FiBL), Julia Meier, sostiene que entre más aumente la producción de plantas manipuladas genéticamente, menos seguridad tendrá el consumidor que desee comprar alimentos libres de toda manipulación genética. Doris Tropper, vicepresidenta de BUND, pide a los partidos políticos que elaboren un catálogo de medidas que obligue a productores y consumidores intermedios a etiquetar productos transgénicos que entran en la cadena de alimentos.