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Klinsmann y Pekerman, frente a frente

Emilia Rojas Sasse28 de junio de 2006

¿Qué tienen en común los seleccionadores de Alemania y Argentina, aparte de que ambos se juegan simbólicamente la cabeza este viernes en Berlín?

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Dos entrenadores emblema: ¿quién se llevará el pase a la final?Imagen: Montage AP/DW

Dudas y más dudas rondaban a la figura del seleccionador nacional al hacerse cargo de la difícil misión de preparar a su equipo para el Mundial de Alemania 2006 y llevarlo, de ser posible, a conquistar el máximo trofeo del fútbol internacional. La frase podría referirse por igual a las dos figuras que, aunque al borde de la cancha, protagonizarán la final anticipada que supone el partido entre Alemania y Argentina por los octavos de final. Jürgen Klinsmann y José Pekerman comparten, de partida, la experiencia de no haber sido la primera opción de las autoridades del fútbol, a la hora de buscar entrenador para sus respectivas selecciones. Y, de momento, ambos gozan de la admiración generalizada de la hinchada, por el buen desempeño de sus muchachos en lo que va corrido del Mundial.

Regreso al lucimiento

Jose Pekerman
José Pekerman: siempre con un dejo melancólico, aunque se ría.Imagen: dpa - Report

Los entrenadores de Alemania y Argentina tienen también en común el haber optado por imprimir a sus equipos un estilo de juego más atractivo y no tan orientado al mero logro de resultados, a costa de fortaleza física y defensas de concreto armado. En el caso de Pekerman, eso ha supuesto regresar a los pases lucidos y a la destreza técnica que encantó al público, dando de paso una nutrida cosecha de goles en el partido contra Serbia y Montenegro. Y también implica dejar de lado los intentos emprendidos por su antecesor, Marcelo Bielsa, de dar al fútbol argentino un carácter más "europeo".

Klinsmann, por su parte, ha "revolucionado" el fútbol alemán. Parte de esa revolución ha consistido en reencantar a los jugadores con el juego ofensivo, que no se conforma con marcadores mezquinos y lucha por convertir goles, aunque el marcador no lo exija imperativamente para cumplir las metas trazadas. Bajo su dirección, los alemanes parecen haber recuperado el gusto por el juego y se aventuran hacia el arco rival, aún arriesgando recibir goles en propio. Eso, ciertamente, le valió al equipo algunas debilidades defensivas que fueron agriamente criticadas, pero parecen haberse superado a estas alturas del torneo.

Dos caminos, un objetivo

Hasta ahí llegan, sin embargo, las coincidencias. Porque las trayectorias de Klinsmann y Pekerman difieren en muchos otros aspectos. Tras haber aprendido el oficio de pastelero, el entrenador alemán hizo carrera en las canchas de fútbol convirtiéndose en todo un ídolo, también con la camiseta de la selección nacional. En su experiencia de goleador se basó la confianza depositada en él para el desafío del Mundial 2006. El seleccionador argentino, en cambio, se las batió en su día como taxista y también intentó suerte como futbolista, pero sin mayor éxito. Su suerte cambió cuando asumió la dirección de las selecciones juveniles argentinas, con las que conquistó títulos y glorias.

WM 2006 - Deutschland - Trainer - Jürgen Klinsmann
Klinsmann vive cada segundo de los partidos de su equipo con intensidad incomprable.Imagen: AP

De ese semillero provienen precisamente grandes figuras de la actual selección argentina, conocidas como los Pekerboys Sorín y Cambiasso. Pekermann conoce a los suyos al dedillo y los ha dirigido paso a paso al estrellato. Klinsmann, por el contrario, no tenía experiencia como entrenador. Lo suyo ha sido un aprendizaje rápido. Pero ha logrado amalgamar al equipo y convencer a todos de la eficacia de sus métodos, por poco ortodoxos que sean, como el de recurrir a un equipo estadounidense para someter a los jugadores a pruebas de condición física no necesariamente propias del fútbol.

Ahora, Pekerman y Klinsmann se preparan para la gran confrontación. Y, una vez más, sus caminos vuelven a coincidir en el objetivo de ganar para pasar a la semifinal. Para el alemán, eso implica también contagiar a sus jugadores de un optimismo poco característico del alma germana. Para el argentino, el desafío psicológico consiste, en cambio, en lograr que sus boys mantengan los pies en la tierra, evitando caer en delirios de grandeza bonaerense o en la melancolía tanguera.