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Juegos de Sochi: frío político

Alois Berger / JAG19 de diciembre de 2013

La renuncia de políticos de alto rango empaña unos Juegos Olímpicos que podrían convertirse en protesta contra la ley antihomosexualidad de Putin.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Los Juegos Olímpicos de Invierno deberían ser una plataforma para mostrar el esplendor de Rusia. Tanto así, que Putin viaja a Sochi regularmente para controlar el progreso de las obras. Todo tiene que estar a punto. No se permiten fallos. Algo así como el cenit de su mandato. “Seguro que serán unos juegos propagandísticos”, opina Jens Siegert, de la oficina de Moscú de la Fundación Heinrich-Böll. Siegert sigue de cerca desde hace años los preparativos: “Se usarán los juegos para que brille la imagen de Putin y de su política”. Pero no todo anda sobre ruedas y las malas noticias podrían empañar los juegos.

Seguramente a Putin no le habrá gustado que tanto el presidente alemán, Joachim Gauck, como el francés, Francois Hollande, hayan cancelado la cita. Ambos incluso desistieron de hacer aclaraciones aunque hayan dejado entrever su desacuerdo con la situación de los derechos humanos en Rusia y las leyes contra los homosexuales. Mucho más clara fue, por su parte, la comisaria europea Viviane Reding: “Estoy segura de que no voy a ir a Sochi mientras el Gobierno ruso siga tratando a minorías de esa forma”.

Frankreich Besuch Bundespräsident Gauck
Gauck y Hollande, dos ausentes en los juegos.Imagen: Reuters

La maniobra de Obama

Para cancelar la cita, el Presidente estadounidense, Barack Obama, optó por una forma más elegante. Su Gobierno no va a enviar a políticos de alto rango simplemente porque no estaba previsto. La ausencia del presidente fue justificada por problemas de agenda y aunque no se haya hecho una crítica a Rusia o a la situación de los derechos humanos allí, sí dio una señal clara: la Casa Blanca enviará exdeportistas que reconocen abiertamente su homosexualidad a la ceremonia de apertura y la de clausura. Por ejemplo, la tenista Billie Jean King, activista por la causa, de quien se espera que hable sobre la mencionada ley en Sochi.

Aun así, es cuestionable que su mensaje llegue al pueblo ruso. “Esa ley goza de mucha popularidad en Rusia y muchos la consideran adecuada”, dice Jens Siegert. Por eso, muchos no tomaran en serio las críticas: “La gente cree que hay otros motivos detrás como minimizar a Rusia para evitar su ascenso”.

Extraños extranjeros

Siegert parte de la base de que los deportistas y asistentes gais no tienen nada que temer en Sochi. Pese al ambiente antihomosexual, no se esperan ataques o detenciones: “Creo que habrá instrucciones claras para dejar a la gente tranquila”, dice Siegert. Incluso abrazos y besos entre personas del mismo sexo serán tolerados durante el evento: “Ya que son tan raros en otros países y que se trata de la imagen de Rusia, vamos a cerrar los ojos durante los juegos”.

Pero el director de la oficina moscovita de la Fundación Böll sí advierte a los activistas extranjeros de no utilizar Sochi como escenario de protesta y recuerda a los 30 activistas de Greenpeace que actualmente siguen en prisión por protestar contra prospecciones petrolíferas: “La detención y arresto de estos activistas sirve para el Kremlin como efecto disuasorio para aquellos que quieran protestar en Sochi ”.

Deporte es deporte y política es política

Andreas Schockenhoff, diputado de la CDU y coordinador de la cooperación entre Rusia y Alemania, cree que las protestas en los juegos serían contraproducentes: “Sería una equivocación buscar un momento en el que, aunque llame la atención, las protestas no tendrían consecuencias”. El que quiere cambiar algo en política tiene que aguantar y elegir a los interlocutores adecuados, continúa: “Los juegos son una fiesta del deporte y no deberían ser empañados con cuestiones políticas”.

Aun así, política y deporte podrían estar más presentes que a lo que a Rusia le gustaría. Tras la renuncia de Washington, Berlín y París, la discusión se extiende a otros países y para Putin, sus grandes juegos podrían quedarse “políticamente congelados”.