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Joe Biden: gran esperanza, gran debacle

Oliver Sallet (desde Washington)
20 de enero de 2022

Tras un año en la presidencia, Joe Biden corre peligro de fracasar. Las próximas elecciones podrían dar la estocada a la democracia estadounidense. Y la culpa es sobre todo de los demócratas, según Oliver Sallet.

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USA Washington | Inauguration von Joe Biden | Celebrating America | Joe Biden
Imagen: Chip Somodevilla/Getty Images

Llegó a la presidencia con grandes metas, como la de poner de nuevo en marcha la economía estadounidense tras los embates de la pandemia. Pero, tras los programas de inversión de Biden, tenemos una inflación del 7 por ciento, la mayor en décadas. También el proyecto de bienestar social "Build Back Better", una de sus principales promesas electorales, ha fracasado. No por culpa de los opositores, sino de un senador de sus propias filas.

Otra de las promesas centrales era volver a unir al país, superar una brecha de dimensiones históricas. Y también en este punto el balance es magro. La pobreza se ha vuelto aún más extrema en Estados Unidos debido a la pandemia. Amplios sectores de aquella mitad de la población que vota por los republicanos no son permeables a los argumentos, y siguen en el desvarío de las teorías de conspiración, creyendo aún en el triunfo electoral de Donald Trump. En ambos bandos de electores, Biden registra bajísimos niveles de popularidad. Único consuelo: Trump era aún más impopular.

Problemas sin solución

En la frontera con México, sigue escalando el problema de la migración. En este punto, el presidente Biden es prisionero de su propia ideología. Endurecer los controles o incluso ampliar la valla fronteriza significaría dar la razón a Trump. Por eso, simplemente ignora el tema.

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Oliver Sallet, corresponsal de DW en Washington.Imagen: DW

Ciertamente, los problemas con los que se vio confrontado Biden al asumir la presidencia eran enormes. En consecuencia, resultaba apenas imaginable que se pudiera unificar en solo un año a un país tan grande, heterogéneo y también desgarrado y económicamente magullado. Máxime, teniendo en cuenta todos los problemas que conllevan la pandemia y la polarización política. No obstante, esa es precisamente la vara con que se mide a Biden.

Zancadillas en las propias filas

Pero, al final, todo esto será secundario. Porque los estados gobernados por los republicanos están socavando la democracia desde hace meses, modificando en su favor las leyes electorales. Se proponen dificultar el acceso a las urnas a la población negra, que en su mayoría vota por los demócratas, o transfieren la responsabilidad del recuento de votos exclusivamente a sus propios adeptos e instituciones. La demanda planteada por Trump tras los comicios de 2020, de que el ministro del Interior de Georgia encontrara en cualquier parte otros 12 mil votos podría hacerse realidad en las próximas elecciones. Y por una vía plenamente legal.

Joe Biden está consciente del problema. Pero también en este punto fracasa, no por culpa de los republicanos, sino de senadores díscolos de sus filas, que no están dispuestos a respaldar una reforma legal que le permitiría poner fin a las andanzas republicanas. Mientras, Joe Biden brega con su propio partido, los republicanos planean ya la próxima arremetida para un fraude electoral aún fallido en 2020.

La democracia está en juego

Si todo sigue por el actual derrotero, los demócratas se encaminan hacia una estrepitosa derrota en las próximas elecciones intermedias. Donald Trump podría resucitar entonces políticamente e incluso convertirse en el portavoz de la Cámara de Representantes, como algunos ya especulan en el Capitolio. Ese sería el comienzo del fin de Joe Biden y quizás también el comienzo del retorno de Donald Trump. Frenarlo será decisivo, no solo para la presidencia de Biden, sino también para el futuro de la democracia estadounidense. Y, por añadidura, para todo el mundo occidental.

(er/ms)