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Instituto Goethe en Cuba: desafíos y silencios

Amir Valle (ER)7 de septiembre de 2016

Mientras Raúl Castro anuncia una nueva era de contactos culturales con Europa, su negativa al establecimiento del Instituto Goethe en La Habana indica que continúa la desconfianza del régimen hacia la Unión Europea.

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Imagen: nmann77/Fotolia

Los intelectuales voceros de la Revolución, Abel Prieto, Miguel Barnet y Fernando Rojas, entre otros, anunciaban a inicios de 2016 que Estados Unidos y la Unión Europea, en una nueva táctica, pretendían derribar, desde el terreno del pensamiento social y la cultura, las columnas ideológicas de la Revolución: el papel histórico de la Generación del Centenario encabezada por Fidel, el humanismo revolucionario y fidelista, y el origen genuino de una revolución social "nacida en el pueblo, del pueblo y para el pueblo".

Preguntas aún sin respuesta

¿Por qué Cuba insiste en considerar enemigos a quienes ya han reconocido que la confrontación es una política fallida y tienden puentes a la isla de modo casi unilateral, pues el gobierno cubano no ha cedido ni un ápice en sus tradicionales exigencias?

Si los caballos de batalla de la cultura europea en América Latina han sido la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la Alianza Francesa, el British Council y el Instituto Goethe, los tres primeros con un amplio arraigo y representación en Cuba: ¿por qué negar la presencia al Instituto Goethe? Sólo España a través de AECID tiene 25 proyectos, 10 mediante ONGs españolas, 11 con instituciones públicas cubanas y 4 con organismos multilaterales, varios de ellos en el denominado "Sector Educación, Cultura y gestión del conocimiento".

Salvo lo publicado en algunos medios, donde destacan las declaraciones de Bernd Fabius, presidente de la subcomisión de política exterior en materia cultural, ni Alemania ni los responsables de las relaciones culturales en el Parlamento Europeo han expuesto su postura oficial. Sin embargo, todos los comentarios extraoficiales en la isla, en las entidades implicadas en Alemania (DAAD, Instituto Goethe, Ministerio de Relaciones Exteriores e intelectuales alemanes) refuerzan la tesis lanzada recientemente por Fabius a Deutschlandradio: “Cuba teme que con el Instituto Goethe, que promueve el idioma y la cultura germana en el mundo, Alemania fomente la contrarrevolución”.

Opiniones vs. silenciamientos

"El régimen no soporta que nada se salga de sus manos en las relaciones económicas con Europa y mucho menos lo hará en un terreno que siempre ha considerado una vía de entrada fácil para el enemigo: la cultura", dice desde La Habana el poeta Rafael Alcides, autor clásico de las letras cubanas, condenado al ostracismo cultural por sus posiciones críticas. Opinión que confirman en sus post y declaraciones en las redes varios de los más importantes intelectuales de la oposición cubana. "Tengo la sensación de que el fantasma aquel de la invasión yanqui ha resucitado; en los discursos culturales oficiales vivimos en una guerra constante, ahora trasladada a nuestro escenario, el de la cultura", agrega el laureado novelista Jorge Ángel Pérez.

Goethe Band Bücher
Imagen: Fotolia/Stefan Merkle

"No es solo que se fomente el interés en aprender alemán, pues ese interés ya existe, sino que el fuerte trabajo del Goethe en promoción y desarrollo cultural sería excelente en las condiciones de crisis que atraviesa nuestra cultura", dice Jorge Olivera Castillo, vicepresidente del Club de Escritores Independientes de Cuba, uno de los 75 prisioneros de la llamada "Primavera Negra de 2003", hoy de licencia extrapenal.

Escritores y artistas de la isla han preguntado oficial y extraoficialmente a las instituciones culturales cubanas. Aún esperan una respuesta. "Dicen que el canciller Bruno Rodríguez hizo la promesa en un viaje a Berlín, que Alemania movilizó a sus diplomáticos aquí, buscaron un local, coordinaron toda la infraestructura y, cuando sólo faltaba firmar el convenio, les hicieron saber que el gobierno no aprobaba la existencia del Goethe", declaró a DW un alto cargo de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) que pidió conservar su anonimato.

El tema no es nuevo. Hace ya varias décadas, La Habana declaró institución non grata al PEN Club alemán, por su trabajo de apoyo a escritores y periodistas represaliados o censurados en países amigos de Cuba. Y es también conocido que proyectos promovidos por instituciones de la "Alemania capitalista", que pretendían solamente dar continuidad a los convenios culturales y educacionales entre Cuba y la extinta RDA, atravesaron un largo vía crucis sobre el que hasta hoy ninguna institución alemana ha querido hablar.