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Hungría: la retórica del odio

Keno Verseck
14 de diciembre de 2017

El escándalo que ha causado un ataque de mal gusto contra el magnate George Soros es solo uno de los aspectos problemáticos de la campaña electoral húngara y, en general, del clima político en ese país europeo.

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Viktor Orban, Ministerpräsident Ungarn
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán.Imagen: picture-alliance/dpa/S. Hoppe

János Pócs, un diputado del partido oficialista Unión Cívica Húngara (FIDESZ), publicó en la red social Facebook una fotografía alusiva a la fiesta tradicional que viene precedida por la matanza ceremonial de un animal. En la imagen se aprecia a un grupo de personas alrededor de un cerdo muerto. Sobre su piel se lee, en húngaro: “Este era Soros!!!”

El comentario de Pócs al pie de la foto: “Ahora tienen un cerdo menos…”. El “chiste” del parlamentario dio pie a un escándalo de escala nacional, no solo entre los opositores del “hombre fuerte” del FIDESZ y primer ministro de Hungría, Viktor Orbán –quien impulsa desde hace años una campaña de desprestigio contra el magnate George Soros–,  sino también entre los conservadores moderados.

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El especulador financiero estadounidense George Soros.Imagen: Getty Images/S. Gallup

Orbán, exbecario de Soros

Pócs se hizo el inocente, alegando no comprender la conmoción. Después de todo, el cerdo en la foto no era George Soros, señaló el legislador con tono sarcástico. Pero eso no evitó que 120 intelectuales húngaros de renombre clamaran por la dimisión del político. La red de organizaciones Open Society Foundations (OSF) –antes conocida como el Instituto Sociedad Abierta y creada por Soros para promover el liberalismo económico y político alrededor del mundo– señaló que la foto publicada por Pócs estaba “inscrita en una larga y oscura tradición de antisemitismo. Ella es un nuevo ejemplo del antisemitismo aceptado oficialmente en la Hungría de Viktor Orbán”. El jefe de la fracción parlamentaria del FIDESZ, Gergely Gulyás, desestimó esa acusación.

Y el propio Orbán –que recibió becas del Instituto Sociedad Abierta cuando era más joven– dio la impresión de compartir el sentido del humor de Pócs cuando comentó el suceso y dijo que “los asuntos relacionados con una fiesta tradicional” no son competencia del Ejecutivo.

En realidad, su Gobierno ya orquestó dos campañas contra Soros este año; en ambas, la representación del especulador financiero estadounidense de origen judío-húngaro trae a la memoria antiguos estereotipos antisemitas. En una de ellas –cuyo eslogan es “No dejemos que Soros sea el último en reír”–, el multimillonario es presentado como la eminencia gris y cabecilla de una conspiración antihúngara. En la otra se le endilga un plan para inundar a Europa con millones de refugiados.

Elecciones generales en abril

Desde finales de los años ochenta, Soros ha donado miles de millones de euros a través del Instituto Sociedad Abierta para financiar proyectos sociales y estatales en Europa Oriental –sólo en Hungría ha invertido 350 millones de euros–; pero la visión política del magnate corre en dirección diametralmente opuesta a la de Orbán, quien aspira a la reelección en abril de 2018.

No obstante, cabe destacar que el ataque de mal gusto contra Soros es solo uno de los aspectos problemáticos de la actual campaña electoral húngara y, en general, del clima sociopolítico en ese país. La insistencia en reinstaurar la pena capital, el antiziganismo y la homofobia también forman parte del discurso del primer ministro, del partido de Gobierno y de sus simpatizantes.

La pena de muerte es presentada como un recurso legítimo y eficaz para garantizar la seguridad; la comunidad gitana, como una población de vagos y criminales; y el jefe del partido Jobbik, Gábor Vona, como un húngaro sin hombría. Desde 2014, Vona ha procurado que el Jobbik deje de ser una formación de extrema derecha y se convierta en un partido popular nacional-conservador moderado.

Pero el FIDESZ aumentó su capital político recogiendo la agenda que el Jobbik abandonó y sustituyéndolo en el margen derecho del espectro partidista. El actual rol del Jobbik es ser el partido de oposición más fuerte. Consciente de que ahuyenta a electores radicales al moverse hacia el centro, Vona admite, en entrevista con DW, que la meta de Jobbik es ganar más seguidores de los que pierde.