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Catástrofes

Heinsberg en Alemania: a la pandemia se suma la inundación

Oliver Pieper
19 de julio de 2021

En el distrito de Heinsberg, oeste de Alemania, se produjo el primer brote del coronavirus en el país. Ahora, la misma región es golpeada por las inundaciones.

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Inundación en Ophoven, distrito de Heinsberg, en el occidetne de Alemania
Inundación en Ophoven, distrito de Heinsberg, en el occidetne de AlemaniaImagen: Thomas Banneyer/dpa/picture alliance

El distrito de Heinsberg, en la frontera entre Alemania y los Países Bajos, fue la primera región golpeada por el coronavirus en Alemania. Ahora, un poblado de la zona, Ophoven, ha corrido con doble mala suerte . Y Mario Girardi la ha sufrido en carne propia. Este inmigrante italiano administró con éxito el restaurante "Dolce Vita" en Erkelenz, a 20 kilómetros de distancia. Pero en marzo de 2020, justo en los días en que estalló la pandemia, se hizo cargo del restaurante "Zur Mühle" enOphoven. Su ubicación y equipamiento no podían ser mejores, creyó: espacio para 80 comensales; aparentemente un verdadero golpe de suerte.

Tras la declaración de la pandemia, Girardi pudo mantener su restaurante a flote a duras penas. Pero ahora parecía regresar la suerte: Italia ganó la Eurocopa y la felicidad fue grande, hasta que el viernes se desbordó el río que pasa por la población. "El 16 de julio tuvimos abierto todo el día, al tiempo que buscábamos detener el agua en todo el pueblo con sacos de arena, sin éxito”, lamenta Mario Girardi.

En la noche, los 700 habitantes de Ophoven tuveron que ser evacuados por la rotura de una represa en el río Rur. Gerardi también tuvo que abandonar su querido restaurante; a la mañana siguiente recibió la llamada de que el agua había subido 40 centímetros en todas las salas de su restaurante. Desde entonces, él, los bomberos y un sinfín de ayudantes han bombeado el lodazal casi hasta la extenuación. "En general, hemos tenido mucha suerte aquí", reconoce Girardi, "en otras partes de Alemania ha muerto gente y las casas han quedado completamente destruidas. Eso me duele en el alma".

Una titánica labor, no solo para los bomberos

El hecho de que Ophoven haya salido relativamente bien parado se le agradece también a los incansables esfuerzos del jefe de bomberos Holger Röthling y su ejército de voluntarios. "Hemos llenado y colocado más de 30.000 sacos de arena aquí. Hubo un gran número de personas que colaboraron estos días".

Röthling se sienta exhausto en el cuartel general de los bomberos, pues apenas ha pegado ojo en los últimos días. El agua baja lentamente, así que él también se siente más relajado. Confía en que pronto todos puedan volver a sus casas. "Cuando saquemos el agua de las calles en los próximos días, revisaremos casa por casa para ver cuánta agua queda. El problema son los calentadores de petróleo, de cuyos tanques se ha derramado el combustible", dice Röthling. Para retirar los residuos de petróleo es necesario contratar a empresas especializadas en bombeo de sustancias contaminantes.

Maurer, un alcalde gerente de crisis

Wassenberg es una ciudad contigua a Ophoven a la que se puede llegar a pie. Marcel Maurer, su alcalde, dirigió las labores, y decidió evacuar a Ophoven, por precaución.

Esta ha sido la primera prueba dura para el alcalde, que fue elegido hace poco menos de un año y que inmediatamente interrumpió sus vacaciones por la amenaza que se cernía sobre su distrito. "Hemos protegido - por todos los medios - la estación transformadora, de la que depende todo el suministro eléctrico de Wassenberg. Si hubiéramos tenido que cerrarla a causa de la inundación, unos 10 mil habitantes nos hubiéramos quedado a oscuras”. Maurer adaptó rápidamente una escuela primaria en refugio de emergencia: allí fueron acogidas 29 personas que no tenían ni amigos ni familia en la zona. "Te conviertes en un gestor de crisis de un minuto a otro", dice.

Marcel Maurer, alcalde de Wasserberg
Marcel Maurer, alcalde de WasserbergImagen: Oliver Pieper/DW

Estos días, Ophoven es también un buen ejemplo de solidaridad que no conoce distancias. Docenas de personas vinieron con equipo pesado. Cientos de personas trajeron sacos de arena. Y los agricultores de Münster, a 200 kilómetros de distancia, pusieron sus tractores a disposición en un abrir y cerrar de ojos.

Inundaciones ponen a prueba las relaciones germano-holandesas

Al mismo tiempo, esta comunidad de 700 habitantes es el compendio de la protección inadecuada contra las inundaciones. Hace solo un año, expertos de la junta de aguas habían anunciado que Ophoven podría ser víctima de inundaciones. Marcel Maurer adelantará ahora la construcción de un nuevo dique, que en agosto de 2020 había sido rechazado por "expertos”.

Para el alcalde, sin embargo, la tarea más difícil, además de la reconstrucción, podría ser la normalización de las relaciones germano-holandesas. Desde Ophoven hasta la frontera hay un buen kilómetro; el Rur desemboca en el Maas cerca de Roermond, en los Países Bajos, que también se ve afectado por las inundaciones.

Las autoridades holandesas habían cerrado una esclusa en el Rur a causa de la crecida, y de repente hubo acusaciones de Alemania de que esto había provocado la rotura de la represa que inundó la región. Sin embargo, según cálculos de la Asociación de Diques de Limburgo, no habría ninguna relación, y Maurer intenta visiblemente calmar las aguas: "Los holandeses protegen sus ciudades lo mejor que pueden, y yo habría hecho lo mismo en esa situación. Mantenemos una vecindad muy amistosa aquí en la zona fronteriza, no es el momento de recriminaciones".

(jov/er)