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Guerra fría en aguas ardientes

Constantin Schmitz (JAG/ELM)21 de septiembre de 2016

El Día Mundial de la Paz se centra en los conflictos globales, pero las disputas entre Washington y Pekín por el mar de la China Meridional no aparecen en los titulares. ¿Cuán grave es la situación?

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China Kampfflugzeug über dem japanischen Meer
Imagen: picture alliance/AP Photo/Xinhua

Cada 21 de septiembre, la campana de la paz suena en Nueva York a manos del Secretario General de la ONU. Su sonido se escucha en la Gran Manzana, pero las señales de alarma suenan cada vez más en todo mundo. Mientras Rusia, China y Estados Unidos se esfuerzan en encontrar una solución al conflicto en Siria, sus disputas en el sudeste de Asia van en una dirección muy distinta.

China y Rusia realizaron maniobras en conjunto hace días en el mar de la China Meridional. Por otro lado, Estados Unidos coopera con Japón para defender sus intereses en esta zona, mientras Pekín provoca al país vecino ocupando islas que no le pertenecen. La situación se podría complicar y, si se enfrentan China y EE.UU., también se enfrentarían las dos economías y los dos ejércitos más potentes del mundo. Además, junto a Rusia, los tres países son potencias nucleares y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

¿De qué trata el conflicto?

El sudeste de China tiene gran importancia económica para la república popular. Estados Unidos quiere defender la seguridad del comercio marítimo y su influencia en una zona por la que cada año transitan mercancías por valor de cinco billones de dólares. Además, el Gobierno chino cree que bajo las aguas se encuentran las reservas de petróleo más grandes del mundo.

En opinión del profesor Howard Loewen, "la dependencia económica recíproca entre ambos es tan grande que nadie podría permitirse una guerra". Aun así, según el experto de la Universidad de Hamburgo, el gasto militar aumentó enormemente en los últimos años y también las escaramuzas. “La escalada actual del conflicto coincide con las intenciones de China de transferir su poder económico al poder militar”, explica. Un poder militar patente con la agresividad que muestra China a la hora de imponer sus aspiraciones. Desde los años 90, la potencia transformó algunas islas situadas frente a la costa de sus vecinos en bases militares y hoy cuenta con puertos e incluso pistas de aterrizaje sobre acantilados o bancos de arena. Sobre todo, cerca de Filipinas.

Karte Südchinesisches Meer Besitzanspruch China
Imagen: DW

El Gobierno de Manila denunció la situación y la Corte de Arbitraje de la Haya falló el 12 de julio denegando las aspiraciones históricas de China sobre el mar. Por lo tanto, Pekín estaría violando la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Pero… ¿en qué cambia la situación? “No es una sentencia”, explica Michael Paul, de la Fundación Ciencia y Política. El derecho internacional no contempla mecanismos de sanción y su cumplimiento dependería de los estados afectados. “En lugar de mejorar, la negociación entre China y Filipinas empeoró”, continúa Paul. Además, Pekín exige que Filipinas declare el dictamen como nulo antes de sentarse negociar.

Región dividida

Desde la II Guerra Mundial, EE.UU. es una figura clave en el Pacífico y ahora intenta agrupar a sus aliados. También a Filipinas, pero el nuevo presidente Duterte pretender negociar en solitario con el Gobierno de Pekín. Por el contrario, otros rivales de China, como Vietnam, buscan la cercanía a EE.UU., y Rusia decidió embarcarse en el conflicto del lado de China. “Rusia pretende ser reconocida como potencia pero tiene un papel secundario”, explica Paul. Le interesa apoyar la expansión China en el mar. “Sin embargo, la situación genera intranquilidad entre los estados más pequeños por la entrada de las grandes potencias en estas aguas. Sin duda, una escalada del conflicto”, concluye Paul.

Entretanto, Pekín invierte en su carrera armamentística para medirse militarmente con EE.UU. Desde 2006, su presupuesto de defensa creció más de un 9% anual y solo Estados Unidos supera ese gasto militar. Con cada barco y cada nuevo actor implicado, aumenta también la complejidad del conflicto. Mientras Estados Unidos intensifica sus patrullas por la zona, China y Rusia prueban con la ocupación de islas , y Washington intenta sin éxito sentar a todos en la mesa de negociación. “China está interesada en llegar a una situación que la convierta en el interlocutor más fuerte para imponer su voluntad”, aclara Paul. "Pekín no desea el enfrentamiento militar, pero el conflicto es susceptible de escalar”, coninúa. Y una solución entre todos los super poderes todavía está lejos de llegar.