El 6 de mayo se celebra el 150 aniversario del nacimiento del llamado ''padre del psicoanálisis''. Para sus detractores fue un charlatán. Para muchos otros, un gran pensador.
¿Mente brillante o charlatán?
La controversia en torno a la teoría psicoanalítica vuelve a encenderse en el año de Freud. En su ciudad natal de Pribor, en la actual República Checa,se lo homenajeará con un museo, y en Viena, ciudad en la que vivió desde los tres años, se preparan múltiples exposiciones, debates y conferencias acerca de su obra. Alrededor de 100 eventos a lo largo y a lo ancho del globo están previstos para que su obra se conozca mejor bajo el lema "La revelación del siglo XXI".
Aunque el legado de Freud al estudio de la psiquis humana sigue siendo tema de debate, es
indiscutible que sus teorías sobre la agresividad, la sexualidad y la angustia son la base de todas las terapias psicológicas que hoy conocemos.
Quienes lo critican aseguran que sus teorías son un ‘producto del análisis de su personalidad’, y que logró vender una serie de conceptos llamativos detrás de los cuales no hay una base científica sustentable. Sin embargo, es innegable que Freud, al adentrarse en el terreno del inconsciente, sentó las bases de la psicología actual.
Una arqueología del alma
El yo, el ello y el súper yo: estos son los fundamentos del edificio teórico de Freud, y se han grabado tan profundamente en lo que Jung, uno de sus discípulos, llamó el inconsciente colectivo que hoy la exploración de la psiquis humana sería impensable sin ellos.
El médico Freud, que no encontró respuestas a los misterios del alma humana en la ciencia de su época, se volcó a investigar una zona en penumbras: el inconsciente. ¿Qué fuerza desconocida hacía ver alucinaciones a los enfermos? ¿Qué llevaba al hombre a comportarse contrariando las reglas de la cultura, y que lo hacía, al mismo tiempo, desear formar parte de esa cultura costara lo que costara?
Freud se empeñó como ningún otro médico de
El diván de Freud, en el Museo de la Biblioteca Nacional en Washington, EE.UU.
entonces en poder entender los mecanismos del comportamiento humano, y supo que eso no sería posible utilizando las técnicas de su época. Así fue que sacó a los locos de los manicomios y los rehumanizó llevándolos al diván y haciendo comprender a la sociedad que había más dentro del hombre que el mero cerebro en formol de la facultad de medicina.
De este modo descubrió la importancia de dejar hablar a sus pacientes sobre lo que los aquejaba, y colocó, con el primer famoso caso de Anna O. junto a su colega Josef Breuer, la piedra fundamental del psicoanálisis: el relato y la asociación de ideas. Todo lo contado por el paciente cobró importancia y se transformó en material de interpretación.
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