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Fobia mundial contra el spam

Emilia Rojas24 de junio de 2004

En algo coinciden los usuarios de internet del mundo entero: en que los mensajes electrónicos indeseados son más molestos incluso que los embotellamientos de tránsito. Un estudio de Yahoo revela curiosos pormenores.

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Basura electrónica: peor que una visita al dentista.Imagen: dpa zb

Las cifras son inquietantes... y pueden sacar de sus casillas hasta al más flemático de los usuarios del correo electrónico. De acuerdo con informaciones de Yahoo, el número de spams equivale al 65% del total de e-mails enviados. Dicho en otros términos, más de la mitad de los mensajes que circulan por la red son indeseados o, como los llaman algunos, simple "basura electrónica".

Ranking de estrés

Todos conocemos los infaltables avisos de cuanto remedio contra la impotencia existe y otras hierbas varias que aterrizan en nuestros buzones electrónicos sin pedir permiso a nadie. A esos "clásicos" spams se han venido a sumar desde algún tiempo otros aún menos inocuos: aquellos que propagan el racismo o la xenofobia, valiéndose de los métodos del mercadeo desleal. Pero, sea cual fuere el contenido, todos estos mensajes tienen algo en común: enervar a los usuarios hasta la exasperación, ya sea en Argentina, Alemania, Japón o cualquier otro lugar del mundo.

Esta constatación, que es prácticamente una tautología, se ve refrendada ahora por una encuesta que llevó a cabo Yahoo entre cerca de 37 mil usuarios, de los cinco continentes. Aparte de la conocida fobia al spam, que todos comparten, y el temor general a los virus electrónicos, el sondeo deja a la vista algunas peculiaridades de los afectados. Por ejemplo, revela que los argentinos, entre otros, consideran que los spam provocan más estrés que una visita al dentista, lo cual ya es mucho decir. Los españoles, brasileños y alemanes se cuentan, en cambio, entre los que piensan que el spam es menos estresante que la primera cita con una mujer.

Defensa propia

¿Cómo reaccionar frente a la invasión de las casillas electrónicas? Algunos, como los italianos, estarían dispuestos incluso a abandonar el cigarrillo y la comida chatarra, a cambio de librarse de la basura electrónica.

Pero, volviendo al terreno del realismo, la mayoría opta simplemente por borrar ese tipo de mensajes, sin haberlos abierto. Una minoría de incautos, que todavía tiene fe en la humanidad, toma contacto con el emisor del spam para pedirle que su dirección sea borrada de la lista de destinatarios. Es lo que reconoce haber hecho un 9% de los alemanes. Fatal error de estrategia, porque sólo sirve para que los inescrupulosos remitentes confirmen que los datos de la persona en cuestión eran correctos y sigan enviando alegremente sus mensajes chatarra. También existen programas bloqueadores de spam y otras fórmulas para combatirlos. Pero lo principal es mantenerse bien informado de las herramientas que pueden utilizarse para defenderse de esta plaga del siglo XXI.