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Exguerrillera: "No podemos creer que todo está perdido"

Martin Reischke
25 de septiembre de 2019

Virginia Lobo, 28, exguerrillera de las FARC, quiere sanar las heridas de Colombia a través del arte.

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Kolumbien FARC
Imagen: picture alliance/AP Photo/F. Vergara

La exguerrillera colombiana Virginia Lobo quiere rescatar la memoria. Y lo hace ahora en un teatro de marionetas para niños, que se presenta el sábado en el marco del Klimacamp, ante el edificio del Parlamento en Berlín.

Como exguerrillera de las FARC, ¿cómo vivió las negociaciones de Paz en Colombia?

Ha sido una paleta de colores y emociones diferentes. Al principio hubo mucha esperanza, todos queríamos que hubiera una transformación, pero ha habido varios momentos de altibajo desde antes de la firma de paz. Hubo un momento de mucha esperanza que se cayó con el plebicito, cuando ganó el "No". Es muy loco que a un país le preguntes si quiere vivir en paz y te conteste que "no".

Sin embargo, el acuerdo se firmó.

La presión internacional hizo que el entonces presidente Juan Manuel Santos tomara la decisión que debió haber tomado desde el principio. La paz no se pregunta, la paz es un derecho, y es obligación del Estado garantizar que su pueblo viva en paz. Fue un buen momento cuando se firmó, pero hay otro sinsabor, y es el proceso de implementación.

Se establecieron los llamados Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ECTR). ¿Cómo funcionan?

Los ETCR se pensaron como un lugar transitorio de seis meses, en donde los excombatientes ibamos a poder acceder a los derechos básicos de un ciudadano, como la identificación, la salud, la educación y los proyectos productivos. Se tenía previsto que en estos seis meses íbamos a hacer nuestro proyecto de vida, pero cuando llegamos, los ETCR no estaban construidos. Nosotros los construimos. Son láminas de asbesto, con un techo de plástico. La gente se enferma, y han nacido niños con problemas respiratorios, porque el asbesto es cancerígeno.

Entonces, desde su perspectiva, ¿fracasó el proyecto de reincorporación?

¿A qué vida civil te vas a reincorporar? Te estás reincorporando a la vida colombiana con todos los problemas que tiene el país. Mucha gente se ha reincorporado perfectamente. Es decir: más individualismo, consumismo y egoismo, pero la idea es que tengamos en mente que fuimos un colectivo, que eso nos mantuvo vivos. No soy yo sola y aislada. Vivo en un planeta que me da oxígeno, la luz del sol, las plantas, las frutas. Como las frutas de la tierra y cuando yo me muera, voy a la tierra. No soy algo aparte, soy un todo, y es la conciencia que nosotros como Comunarte queremos desarrollar a través del arte e inspirar a la gente.

¿Qué es Comunarte?

Somos una cooperativa de artistas y hacemos artes de distintas formas en los ETCR. Creemos que podemos cambiar un poco la empatía y ponernos en los zapatos del otro a través de la danza, del teatro, de los títeres o de la música. Me gusta mucho el concepto de la catarsis: estoy viendo una obra de teatro, veo que alguien mata al hijo de alguien, y yo lo siento como si fuera mi hijo, lo sufro y logro un momento de empatía. No hay que hacerle nada al otro, nada más que mover sus emociones. En Comunarte creemos que eso es posible, y por eso nos decepciona ver que un pequeño grupo de las FARC vuelva a las armas. ¿Para qué se comprometieron? Ellos son poquitos, pero el mundo a estos poquitos los ve como si fueran todos.

¿Cómo nació la cooperativa?

En las FARC siempre hubo un espacio para la cultura que se llamaba "la hora cultural". Luego de la firma del acuerdo, nos dimos cuenta de que teníamos un gran valor artístico y cultural. Somos muchos los que hacemos arte, hay cantantes, hay gente que toca o hace teatro, hay pintores. Entonces dijimos: ¿Por qué no seguimos haciendo esto? Primero nos juntamos los ex-combatientes, pero como ya ahora somos civiles, cualquier artista puede ser parte. Profesoras de universidades se han vinculado a la cooperativa para hacer trabajo en conjunto y mantener el compromiso del acuerdo a través del lenguaje de las artes.

Ud. trabaja con títeres y muñecos. ¿Cómo funcionan sus talleres?

No les doy la historia, sino que la construimos juntos. La idea es que la vida, la personalidad, la historia de este muñeco la pueden dar las personas que vengan a los talleres según su contexto y su necesidad de cambio. Yo les enseño la técnica, pero ellos cuentan la historia, reflexionando: ¿En qué sitio estamos? ¿Qué está pasando en este sitio? ¿Cómo nos afecta y cómo queremos cambiarlo? Estas son las preguntas provocadoras para que la historia salga de ellos y yo también voy aprendiendo.

...entonces, cada uno desarrolla su propia historia.

La idea es fomentar el diálogo. Si hacemos un colectivo, ya son varias memorias dialogando, y nos damos cuenta de que tenemos muchas cosas en común. Y ahí empieza la empatía, cuando yo reconozco en ti cosas que también hay en mi: necesidades, alegrías, tristezas que tienes tú y que de pronto las tengo yo. Eso me acerca más a ti como ser humano, y en el teatro también intento que sea así desde la creación de la historia.

¿Es arriesgado trabajar como ex-guerrillera de las FARC en un contexto muy violento de la Colombia post-guerra?

Sí tengo miedo, más que por mí, por mi familia y por mis amigos. Sin embargo, tengo ganas de seguir hasta que ya no pueda más, porque hay mucho por trabajar. No podemos creer que todo está perdido.

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