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Europa no debe abandonar a Ucrania

Bernd Riegert (CP)21 de febrero de 2014

Las sanciones de la Unión Europea son una fuerte señal diplomática, pero es probable que no conduzcan a una solución de la crisis en Ucrania. La clave para lograr la paz está en Moscú, opina Bernd Riegert.

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Imagen: Reuters

La Unión Europea cuenta con pocos medios eficaces para convencer al presidente ucraniano de dar marcha atrás. Las sanciones resueltas el jueves representan, como mucho, una ligera comezón para la cúpula gobernante.

Los nombres de los afectados por las sanciones aún no se dieron a conocer, pero se cree que los instigadores y aliados de Yanukovich ya han podido prepararse con antelación para enfrentar las prohibiciones de viaje y los bloqueos a sus cuentas en el extranjero. En vista de los muertos en la Plaza de la Independencia (Maidan), las mini sanciones no ayudan demasiado. No son más que un símbolo diplomático, una señal de que los europeos no abandonan a su suerte a la oposición prodemocrática de Ucrania.

Los ministros de Relaciones Exteriores respaldan con esta resolución simbólica a sus tres subnegociadores, que intentan -en conversaciones a varios niveles- hallar una solución que acabe con el sangriento conflicto. Después de todo, Yanukovich todavía está dispuesto a negociar con la UE. Lo que no se sabe es si está jugando por tiempo, si quiere agotar la situación o si realmente busca una solución pacífica. O si tal vez ha perdido el dominio sobre las fuerzas de seguridad, sobre las unidades especiales o los provocadores a sueldo.

Bernd Riegert, de Deutsche Welle.
Bernd Riegert, de Deutsche Welle.

En el oeste de Ucrania, representantes del Gobierno y policías ya habrían pasado a las filas de la oposición, y los negociadores de la UE temen que se produzca otra escalada de violencia, que se llegue a una guerra civil, e incluso a una división del país en un ala pro europea y otra pro rusa. Esta dramática situación exige que los europeos negocien. Los tres ministros de Exteriores deberían permanecer allí y no cejar en su intento.

Putin, figura clave

Pero no es en Kiev donde se llegará a una verdadera solución de la crisis: para lograrlo se necesita a Rusia. Moscú se puso del lado de Yanukovich y lo presiona para que actúe. Si continúan las manifestaciones en las calles de la capital ucraniana, el Gobierno de Vladimir Putin no le dará más crédito a Ucrania, con lo cual Yanukovich, que gobierna un Estado al borde de la bancarrota, está entre la espada y la pared. Europa y Estados Unidos deben tratar de influir en el presidente ruso, que es celebrado como embajador de la paz en los Juegos Olímpicos de Sochi mientras en Kiev sigue corriendo la sangre.

La canciller alemana, Angela Merkel, ya dio un primer paso con su llamada telefónica a Putin. Pero sus palabras no harán que éste, a quien parece complacerle esta partida de ajedrez geopolítico con los europeos, de el brazo a torcer. Al parecer, Rusia solo entiende si se lo presiona económicamente, y la UE es un socio importante, además de comprador de sus recursos energéticos, por lo cual es allí donde Europa debería ajustar las clavijas.

También es posible que Putin actúe así por miedo a que la chispa revolucionaria en Ucrania pueda incendiar Rusia, visto que el presidente ruso se mantiene en el poder gracias a elecciones presuntamente manipuladas, a la monopolización de los medios de comunicación y a un poderoso aparato represivo.

Sacrificar al peón

Los manifestantes ucranianos no pueden ser sacrificados como peones en el tablero geopolítico. Los europeos no deben aceptar el regreso de la Guerra Fría, y tienen que dejar en claro a Putin que no puede volver a obligar a Ucrania a formar parte de un Imperio Ruso en contra de su voluntad. Una asociación con la UE y una membrecía en la zona de libre comercio ruso-eurasiática son posibles y no son excluyentes. No hay obligación de elegir entre las dos posibilidades, como durante la Guerra Fría.

Las críticas acerca de que la UE subestimó el desarrollo de Ucrania en los últimos tiempos y que descuidó sus relaciones con Rusia son demasiado simples. La UE puso a disposición una cooperación económica y ayuda para nuevas reformas. La alianza de Estados democráticos, por tanto, no debería estar tan obsesionada con el poder ni actuar como Vladimir Putin, con tendencias autocráticas. En Ucrania se decidirá si Rusia y Europa pueden seguir siendo socios en el futuro.