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Euforia a la baja en el aniversario de la anexión de Crimea

Roman Goncharenko (JAG/ELM)16 de marzo de 2016

Hace dos años se celebró la anexión de la península de Crimea a manos de Rusia. Actualmente, la mayoría de rusos aún creen que fue lo correcto, pero también hay otros problemas.

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Ukraine am Grenzübergang Kalantschak
Imagen: DW/I. Burdyga

Los rusos tienen, literalmente, a Crimea en el bolsillo. En diciembre de 2015, el Banco Central Ruso emitió un nuevo billete de 100 rublos en el que aparece la ciudad de Sebastopol y el castillo Nido de Golondrinas, uno de los símbolos de la península. Así todos recordarán que Crimea es de Rusia.

Anexión contra el derecho internacional

Hace exactamente 2 años, el 16 de marzo de 2014, en Crimea se celebró el llamado “referéndum”. Aparentemente, el 97% de los ciudadanos aprobaron su entrada a la Federación Rusa. En las semanas anteriores, Rusia aprovechó la inseguridad generada por el cambio de poder en Kiev para tomar militarmente el control de la península, acción que sería reconocida por el presidente ruso Vladimir Putin un año después. Ni Ucrania ni la comunidad internacional aceptan esa anexión contraria al derecho internacional, hecho que motivó las sanciones aplicadas desde Occidente y la salida de Crimea de algunas empresas.

Rusia celebró entonces la reunificación como un episodio histórico, con un festival en la Plaza Roja donde Putin felicitó a Crimea por “volver al puerto original”. Pero “actualmente no hay tanta euforia”, aclara Jens Siegert, entonces director de la fundación Heinrich-Böll (afín al partido de Los Verdes) en Rusia. La televisión estatal habla poco de Crimea, aclara el experto residente en Moscú. Tienen preferencia otros temas como la intervención en Siria y los dirigentes rusos consideran cerrada la cuestión de Crimea. Por otra parte, ya se vió cuán difícil y costosas fueron las consecuencias de la anexión.

Dicha opinión también la defiende Lew Gudkow, director del instituto moscovita de opinión Lewada Zentrum.” La euforia terminó”, explica, “la gente tiene la sensación de estar sumida en una crisis económica permanente”. Aunque los rusos puedan comprar bananas o patatas con la imagen de Crimea, el dinero en curso vale la mitad que hace dos años. El rublo perdió mucho valor y los ciudadanos son más pobres. Según los expertos, las razones se remiten a la caída del precio del petróleo, mayor producto de exportación de Rusia.También faltan alimentos procedentes de Occidente debido las contra-sanciones aplicadas por Moscú en 2014 que limitaban el acceso de los bancos ruso al capital occidental.

Primer aniversario de la anexión de Crimea.
Primer aniversario de la anexión de Crimea.Imagen: Reuters/M. Shemetov

Opinión sobre la anexión sin cambios

Pese a que la mayoría de rusos se tuvo que apretar el cinturón, la opinión sobre la anexión permanece invariable, aclara Gudkow. Solo el 20% cree que la crisis tiene que ver con Crimea. “La mayoría acusa a la política de Occidente como un enemigo”, dice el experto, “el 83 % cree que Crimea es rusa y debería ser así”. Gudkow lo explica en función del control estatal de la televisión, la mayor fuente de información en el país. Una gran mayoría cree en la propaganda de hace dos años. Entonces, desde Moscú se dijo que Crimea había sido intervenida para proteger a la población rusa frente a los radicales de derecha. Muy pocos saben que nunca existió tal amenaza y la opinión de que “Crimea siempre fue rusa” sigue estando muy extendida.

Según el politólogo Siegert, “la opinión es que se hizo lo correcto pero que fue más difícil de lo que se creía”. Además, también se oculta el precio verdadero de la anexión. Desde hace dos años, Rusia envía millones a Crimea. Desde que Ucrania bloqueó el tráfico de mercancías y la electricidad en la península, Moscú está bajo presión e impulsó la construcción de un gasoducto, una línea eléctrica y un puente para unirla al continente. Además, también invierte en la construcción de su estructura militar en Crimea.

Según los datos oficiales, hasta 2019 se invertirán unos 700.000 millones de rublos. Pero a pesar del gasto necesario, la población no es crítica con la anexión y sus consecuencias. A finales de junio, circuló una grabación amateur de personas que protestaban por no poder devolver sus créditos en una filial bancaria. “Devolvamos Crimea”, decía una mujer llorando: "¿Dónde voy a vivir? ¿En Crimea? ¿O en la calle?”. Sin embargo, en la Rusia actual voces como estas son unicamente una excepción.