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Erdogan: sin claro rumbo contra el terror

Baha Güngör (ZAM)24 de septiembre de 2014

El jefe de Estado turco ha decido sumarse a la lucha contra el Estado Islámico. Con la decisión de apoyar el bombardeo de posiciones del EI, Erdogan busca limitar daños, opina Baha Güngör.

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John Kerry in der Türkei
Imagen: Reuters/K. Ozer

No hay quien envidie a Turquía por la situación en la que se encuentra. El “Estado Islámico” (EI) opera junto a sus fronteras, recurriendo a una brutalidad sin precedentes, sembrando el miedo y el terror en Irak y Siria. Miles de iraquíes y sirios han buscado refugio en Turquía. Recep Tayyip Erdogan ha tratado hasta ahora al EI con guantes de seda.

Ahora que Ankara logró la liberación de 49 rehenes turcos que estaban en manos del EI, se plantea aún con más insistencia la pregunta por el precio que Turquía ha pagado por los rehenes, secuestrados en el consulado turco en Mosul, Irak. Salta a la vista la disparidad con la que los terroristas del EI han tratado a sus rehenes turcos por un lado y a los presos occidentales por otro. A estos últimos no han dudado en degollar. ¿Acaso en el caso de la liberación de los rehenes turcos se trata de una posible recompensa para Ankara por haber apoyado a la parte más fanática de la oposición contra Bashar Al Assad?

Erdogan tendrá ahora más margen para apoyar los ataques aéreos liderados por Estados Unidos. Turquía ha ofrecido incluso ayuda logística, aunque eso no significa que Ankara se lance a una participación directa en las operaciones contra el EI. Turquía, aunque miembro de la OTAN, quiere evitar una intromisión directa. Su Estado Mayor desmintió notas de prensa según las cuales los aviones norteamericanos operan desde suelo turco. Subraya que ningún avión de las fuerzas aéreas estadounidenses y ningún dron armado puede operar desde el espacio aéreo turco. Eso sobre todo es válido para la base militar que EE.UU. tiene en Incirlik, cerca del Mediterráneo.

Erdogan tiene que definirse

Erdogan ha decidido dejar atrás su rumbo poco claro. Ahora debe comprometerse con una intervención militar directa. Aunque más no sea por interés propio. Ningún país occidental tiene que lidiar con los problemas de refugiados a los que Ankara se está enfrentando. El número de refugiados iraquies y sirios en Turquía supera ya los dos millones.

Turquía recibe ahora la factura por haber dado pasos ambiguos en política exterior. Ya con la primavera árabe saltó a la vista que Ankara seguía una política sin orientación. Al comenzar la guerra civil en Siria, Erdogan decidió apoyar a la oposición y apostar por la caída del dictador Bashar al Assad. Ahora, Erdogan debe presenciar cómo Occidente quiere involucrar a Damasco y Bagdad en la lucha contra el EI. Por si fuera poco, el Estado turco tiene que aceptar que Occidente rearme a las milicias kurdas en los países vecinos, para que estas puedan hacer frente a la amenaza fundamentalista del EI.

Turquía se encuentra pues en una situación no envidiable. El país se ha perdido en un laberinto, por haber incurrido en graves fallos de política exterior. Solo cabe una salida y pasa por apoyar a los aliados occidentales. Si Turquía vuelve a dar un paso confuso a la hora de tratar con sus vecinos y con los terroristas, se verá involucrada en situaciones más complicadas aún. No hay que hacerse ilusiones. Ankara se ha despedido por el momento de ser un potencia regional en Oriente Próximo.