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Enfermos por la inmigración

Anna Peters/ Cristina Papaleo5 de marzo de 2013

En Alemania, muchos inmigrantes enferman de depresión y tienen serios problemas de identidad. El desarraigo y la falta de pertenencia pueden desatar serias crisis en las que se necesita ayuda terapéutica.

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Imagen: Fotolia/ lassedesignen

A los 20 años, Sara sufrió un serio episodio depresivo. No podía levantarse por las mañanas ni estudiar. Era como si, de pronto, hubiera perdido las ganas de vivir. Buscó ayuda terapéutica y allí comenzó a ocuparse de entender sus orígenes y las circunstancias de vida de sus padres, ambos marroquíes que llegaron a Alemania a comienzos de los años 70 en búsqueda de un futuro mejor.

La madre de Sara, que tenía 19 años cuando partió con su marido de Marruecos, apenas hablaba alemán, y siempre se sintió discriminada por eso, desarrollando un miedo existencial, característico de los inmigrantes de esa época. “Los inmigrantes no hablaban alemán, y no contaban con ningún tipo de información acerca de la vida en Alemania. Eso los hacía sentirse muy mal. Respetaban las normas de manera casi exagerada para no cometer ningún tipo de errores”, explica Arif Ünal, director del Centro de Competencia Psicosocial para el Inmigrante, con sede en Colonia. Historias como la de Sara son algo muy común en Alemania, dice Ünal, que también es diputado de Los Verdes en el Parlamento del Estado de Renania del Norte-Westfalia.

Neurosis obsesiva, uno de las consecuencias de la inmigración

La madre de Sara desarrolló una neurosis obsesiva que se manifiesta en la limpieza excesiva. “Pienso que este tipo de obsesiones están motivadas por el miedo a ser catalogado como ‘extranjero sucio' “, dice Sara. La enfermedad de la madre de Sara es una de las consecuencias típicas de la inmigración, señala Arif Ünal. “No todos los inmigrantes se enferman, pero si ya existe una cierta predisposición, la inmigración puede ser un factor detonante de la enfermedad”, dice.

Arif Ünal, diputado de Los Verdes y director del Centro de Competencia Psicosocial para el Inmigrante.
Arif Ünal, diputado de Los Verdes y director del Centro de Competencia Psicosocial para el Inmigrante.Imagen: Grüne Landtagsfraktion NRW

Además, la familia de Sara estuvo expuesta durante mucho tiempo a la discriminación y al racismo. El lugar donde viven está considerado como un bastión neonazi en Renania del Norte-Westfalia. Allí, los seguidores de la extrema derecha realizan una marcha anual, lo que hace que la familia de Sara no se anime a salir a la calle ese día. El miedo también propicia la aparición de problemas psicológicos.

El racismo, dice Sara, no solo está presente en la calle, sino también, de manera tal vez más sutil, en la escuela, por ejemplo. Cuando cometía errores en la clase, su maestra los remarcaba delante de todos sus compañeros, algo que la avergonzaba y provocaba las burlas de los otros niños. La falta de sensibilidad de parte de la sociedad alemana ante las costumbres musulmanas también es un problema que Sara vivió en carne propia.

Inmigrantes sufren serios problemas de identidad

De pequeña, Sara era la única niña musulmana en su grupo de la escuela, y todo el tiempo la acompañaba un sentimiento de desarraigo y no pertenencia. “En Alemania, siempre soy la marroquí. En Marruecos, cuando voy de vacaciones, soy para todos la alemana”, explica. Un conflicto que persigue de por vida a muchos inmigrantes.

La depresión y las neurosis son muy comunes en personas con experiencias negativas de inmigración.
La depresión y las neurosis son muy comunes en personas con experiencias negativas de inmigración.Imagen: Fotolia

En los casos en los que la situación en el país al que se emigra no son mejores, sino peores en cuanto a la discriminación que se vive, las enfermedades psíquicas están a la orden del día y pueden manifestarse como serios problemas de identidad.

Hasta el día de hoy, Sara no logra definir del todo su sentimiento de pertenencia a un país o a una sociedad. “Tengo la sensación de tener dos personalidades”, dice. Y, de acuerdo con las circunstancias, muestra uno de los aspectos de su carácter. En la universidad, se muestra moderna, libre de convenciones. Su otro lado, el marroquí, la hace mucho más conservadora y la convierte en defensora de valores como el respeto y la virtud. Es muy difícil para ella lograr unir a ambas partes de su identidad.

Psicoterapia y ayuda en momentos de crisis

“Según la intensidad de los síntomas”, señala Arif Ünal, “hay diferentes métodos para tratar un problema psicológico relacionado con una experiencia negativa con respecto a la vivencia de la inmigración”. Pero siempre es necesario contar con ayuda de un terapeuta calificado, como la que tiene Sara.

La ayuda de un terapeuta se hace necesaria para elaborar la crisis de identidad.
La ayuda de un terapeuta se hace necesaria para elaborar la crisis de identidad.Imagen: picture-alliance/ZB

“La terapia me ayuda a enfrentarme al tema, y con la ayuda de mi terapeuta trato de encontrar un camino para poder vivir mis dos identidades sin enfermarme”, explica Sara. “La mayoría de mis amigos y familiares se decidieron por una de sus identidades, pero eso es justamente lo que no funciona en mi caso. No puedo decir que soy alemana, ni que soy marroquí. Y eso es exactamente lo que tengo que aceptar. Pero, para poder hacerlo, todavía tengo que recorrer un largo camino”, admite. Y añade, no sin humor, que “ahora está contenta porque descubrió una tercera identidad, la alemana-marroquí, que se ríe de las otras dos”.

Autora: Anna Peters/ Cristina Papaleo

Editora: Emilia Rojas-Sasse