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Elección del nuevo Papa: las claves

Bernd Riegert/ Cristina Papaleo12 de marzo de 2013

Los 115 cardenales están reunidos en el Vaticano para votar, aislados del mundo y bajo reglas muy estrictas, por el futuro Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Estos son los aspectos más importantes del cónclave.

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Cardinals enter the Sistine Chapel to begin the conclave in order to elect a successor to Pope Benedict, in a still image taken from video at the Vatican March 12, 2013. Shut off from the outside world, the 115 cardinals will cast their ballots in a chapel which has Michelangelo's soaring Last Judgment on one wall, and his depiction of the hand of God giving life to Adam above them. REUTERS/Vatican CTV via Reuters Tv (VATICAN - Tags: RELIGION) FOR EDITORIAL USE ONLY. NOT FOR SALE FOR MARKETING OR ADVERTISING CAMPAIGNS.
Rom Konklave beginntImagen: Reuters

Si fuera un hotel, la casa Santa Marta, junto a la Catedral de San Pedro, sería uno de tres estrellas. Tiene 105 suites y 26 habitaciones individuales cómodamente amuebladas de las que desaparecieron televisores, teléfonos y computadoras. Los ilustres huéspedes son los 115 cardenales llegados de todo el mundo que, a partir de este martes, ya no pueden contactarse con el mundo exterior; tampoco con sus familias ni con sus colaboradores más cercanos.

El que habla es excomulgado

A los cardenales solo se les permite hablar entre ellos, por ejemplo, en el gran comedor o durante la misa. Su tarea es elegir, guardando el máximo secreto, al nuevo Papa. Si alguien habla, se lo excomulga, es decir, se lo expulsa de la Iglesia Católica. Así lo dispuso Benedicto XVI poco antes de retirarse de su cargo. En el camino desde el hotel hasta al Palacio Apostólico, en el que se ubica la Capilla Sixtina, los cardenales también permanecen aislados del mundo y ni siquiera pueden tener contacto con el personal de seguridad o con los empleados de servicio.

Las puertas de la Capilla Sixtina se cierran durante el cónclave.
Las puertas de la Capilla Sixtina se cierran durante el cónclave.Imagen: picture-alliance/AP

La votación secreta comienza con el ingreso de los cardenales a la Capilla Sixtina, en cuyo frente se ve “El juicio final”, el fresco de Miguel Ángel, que, según dijo el cardenal Christoph Schönborn, de Austria, recuerda la responsabilidad que pesa sobre los purpurados.

“No se discute; se ora. Puede parecer extraño, pero en esta fase se trata de descubrir quién es el elegido por Dios”, dijo el cardenal Schönborn sobre la atmósfera de la votación. Todo marcha con mucha tranquilidad y seriedad, dijo el cardenal alemán Lehmann, de Maguncia en entrevista con Radio Vaticano. “A lo sumo se cuchichea en voz baja. No hay un silencio total, pero tampoco se parlotea”.

Cuatro votaciones por día

Durante la primera jornada se vota solo una vez. A partir del segundo día, se vota cuatro veces por día, explica el portavoz de El Vaticano, Federico Lombardi. Los cardenales se sientan a los escritorios en largas filas y escriben el nombre del candidato en un papel. El orden de la votación prevé que deben desfigurar su letra original en las papeletas, pero que la escritura debe ser legible. Cada uno de los cardenales es llamado por el presidente de la votación, el cardenal Tarcisio Bertone, y se dirige a una gran urna con forma de cáliz para depositar allí su voto. Los cardenales dicen en voz alta que han votado a quien, según su opinión, Dios considera el más indicado para el cargo de Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. “Es algo que conmueve hasta el tuétano”, dice el cardenal Lehman describiendo ese momento.

El cardenal alemán Karl Lehmann: "conmueve hasta el tuétano".
El cardenal alemán Karl Lehmann: "conmueve hasta el tuétano".Imagen: AP

Luego de la ronda de votación, que dura cerca de una hora, los votos son contados en voz alta por tres ayudantes elegidos por sorteo. Las papeletas se agujerean y se cuelgan de una cuerda, para ser quemadas después. Si uno de los candidatos no alcanza la mayoría necesaria de dos tercios (77 de 115 votos), se quema un poco de brea, por lo cual el humo que sale a través de una chimenea de la capilla es de color negro. Si alguno obtiene la mayoría, se queman sustancias químicas que originan el famoso humo blanco. La fumata blanca se puede ver desde la Plaza de San Pedro, y el mundo sabe entonces que “Habemus Papam”.

El punto culminante: “¡Habemus Papam!

El elegido debe decir entonces si acepta el cargo de máximo jefe de la grey católica. Si lo hace, se lleva a cabo la investidura, y unos 45 minutos más tarde los cardenales y el nuevo Papa aparecen en el balcón de la Catedral de San Pedro para dirigirse a los fieles y anunciar el nombre del nuevo Papa. En 2005, luego de la elección de Benedicto XVI, uno de los empleados del Vaticano logró tuitear la noticia a un periodista antes de que se hubieran pronunciado las famosas palabras “Habemus Papam”. De ese modo, y para descontento de Joseph Ratzinger, el mundo supo quién era el Papa minutos antes de que fuera anunciado.

himenea de la Capilla Sixtina.
¿Humo negro o humo blanco? La chimenea de la Capilla Sixtina.Imagen: picture-alliance/dpa

Grandes desafíos esperan al nuevo Papa

El lunes, 11 de marzo, los cardenales se encontraron una vez más en una reunión plenaria para discutir sobre el tema de las finanzas y del manejo que hace de éstas el Banco del Vaticano, cuyo proceder es calificado, entre otros, por la Unión Europea, de poco transparente. Al nuevo Papa le esperan reformas en la administración de la Iglesia, es decir, en la curia. Además, asuntos internos como el affaire Vatileaks, la revelación de documentos secretos del Vaticano y los casos de abuso a menores en instituciones católicas. Todo eso sigue siendo tema de discusión en diversos sectores de la Iglesia. Se presume que los tres cardenales que escribieron un informe de cerca de 300 páginas sobre los abusos a niños por parte de sacerdotes dieron a conocer datos sobre sus investigaciones. Sin embargo, no se han dado a conocer detalles sobre las declaraciones, y no hablar de eso también es una de las reglas del cónclave.

Autor: Bernd Riegert/ Cristina Papaleo

Editor: Pablo Kummetz