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El zika en el cerebro de los recién nacidos

Nicolas Martin (jov/pk)18 de febrero de 2016

Investigadores han encontrado el virus del zika en el cerebro de bebés con microcefalia. ¿Cómo llega este virus a este lugar tan sensible? DW habló con el virólogo Herbert Pfister* de la Universidad de Colonia.

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Brigadas de marineros informan a la población en Rio de Janeiro.
Brigadas de marineros informan a la población en Rio de Janeiro.Imagen: Renata Malkes

En Río de Janeiro se reporta, por primera vez, la muerte de un feto causada por la infección del zika. La relación entre el virus y la microcefalia es cada vez más clara.

DW: ¿Es esta la prueba que faltaba de que el zika genera microcefalia?

Herbert Pfister: Tenemos un desarrollo paralelo: por un lado el brote de infecciones con zika y una acumulación de casos de microcefalia. Tales desarrollos paralelos son claras señales de advertencia. Ahora se ha encontrado el virus en el cerebro, otro componente y condición para el papel que el virus desempeña en la microcefalia. Pera la confirmación definitiva aún está pendiente.

¿Cómo llega un virus al cerebro?

Hay todo un ramillete de virus que pueden entrar en el cerebro y causar daños graves. Los virus se cuelan al cerebro ya sea a través de la sangre o de los nervios. Por ejemplo, el virus del herpes simple y el virus de la rabia suben al cerebro a través de los nervios. Están también los virus que se transmiten principalmente por garrapatas y mosquitos y que son transportados por vienen la sangre al cerebro. En la mayoría de los casos, estos virus quedan frenados a la entrada del cerebro. Todos nos infectados con más frecuencia de los que creemos, aunque sin consecuencias.

¿Cómo se protege el cerebro contra estos invasores?

El cerebro es una especie de área de alta seguridad del cuerpo. El cuerpo humano cuenta con una barrera hematoencefálica, que es una formación densa de células entre los vasos sanguíneos y el sistema nervioso central. Esta barrera impide que muchas sustancias tóxicas la atraviesen, al tiempo que permite el pasaje de nutrientes y oxígeno. De no existir esta barrera muchas sustancias nocivas llegarían al cerebro. Pero hay virus, que con la ayuda de algunas células con locomoción propia, logran pasar esta barrera.

¿En dónde se radican los virus una vez llegan al cerebro?

Si el virus llega, de verdad, al cerebro, se habla de una encefalitis, una inflamación del cerebro. Cuando la inflamación afecta las capas del cerebro, se trata de una meningitis. La infección de la médula espinal es una mielitis, más conocida como la polio, de poliomielitis. Todo lo que tenga lugar en el sistema nervioso central es muy peligroso. En caso de meningitis, el paciente tiene hoy buenas posibilidades de sobrevivirla.

La encefalitis se desarrolla de muy diferentes formas. Si una encefalitis causada por herpes simplex no se trata a tiempo es letal en el 70% de los casos. Los sobrevivientes sufren graves secuelas. La mielitis, por su parte, puede conducir a la parálisis y puede causar la muerte si afecta los músculos respiratorios.

Ahora sabemos que el zika puede transmitirse en el útero de la madre al bebé. ¿Hay otros ejemplos de este tipo de transmisiones de un virus en los no nacidos?

Un ejemplo conocido desde hace tiempo es la rubéola. Cuando aún no existía la vacuna, la rubéola representaba un gran riesgo en las primeras semanas del embarazo porque puede producir malformaciones en ojos, oídos y el cerebro. Aproximadamente la mitad de los alemanes son portadores del citomegalovirus, una especie de herpes. Una infección primaria durante el embarazo puede infectar también al feto y causarle graves malformaciones. Estos son dos ejemplos bien conocidos de una infección en el útero y ahora se sumará probablemente el virus del zika.

¿Se pueden utilizar las experiencias de estas enfermedades en el caso del zika?

Para la mayoría de los virus no existe terapia, como la penicilina contra las bacterias. Contra muchos virus causantes de inflamación cerebral no hay tratamiento. Así que puede no se puede aprender mucho. Lo primordial es evitar el contagio.

*Herbert Pfister es director del Instituto de Virología de la Universidad de Colonia.