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¿El (primer) jueves negro de Monsieur Sarkozy?

Mirra Banchón29 de enero de 2009

El disgusto de los franceses con la política económica de su presidente no ha paralizado el país, pero se ha hecho sentir en 200 ciudades. ¿Será este “jueves negro” el inicio de una serie de días oscuros para el Elíseo?

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Martine Aubry, secretaria general del Partido Socialista, durante una marcha de protestaImagen: AP

Cientos de miles de trabajadores franceses se hicieron eco de la convocatoria de los ocho grandes sindicatos y entraron en huelga. Se trata de protestar en contra de los despidos, la reducción del poder de compra y, en general, en contra de la política que ha seguido el presidente Nicolás Sarkozy, también durante la crisis. Masivamente, los franceses han acudido a las manifestaciones.

Oficinas públicas, aeropuertos, hospitales, escuelas, el tráfico de cercanías de 77 ciudades, el metro de París… en pie de protesta contra la política económica del gobierno conservador. Y contra el intento del gobierno de minimizar la importancia de esta huelga. Los medios hablan de un “jueves negro” para el presidente Sarkozy. Lo que más se teme es que no sea el único.

"No nos preocupa la jornada de protesta, sino lo que ocurra después", declaró un asesor presidencial al conservador diario Le Figaro. En el cóctel que desencadenó la ira de los franceses hay dos ingredientes básicos: la inyección de miles de millones de euros para salvar bancos que ganaron fortunas en los últimos años y el recorte de plazas de trabajo en el sector de la educación y los despidos masivos en otros sectores.

Hace medio año, el presidente francés anunciaba con orgullo al hacer balance de su primer semestre en el poder: “cuando en el futuro haya huelga en Francia, nadie lo notará”. Con la ley del “servicio mínimo”, su gobierno pretendía quebrantar las ganas de los franceses de plegarse a las huelgas: éstas deben ser anunciadas - así lo estipula la ley- y los transportes públicos, los jardines de infancia y las escuelas están obligados a ofrecer servicio de emergencia. A pesar de ello, si bien el país no se paralizó, la protesta se ha hecho sentir. Tanto así que la emisora estatal Radio France International emitió música en vez de un noticiero.

No ser víctima de la crisis

“Esta vez hay muchos motivos para una gran movilización; y el gobierno tiene que tomarlo como un barómetro de la insatisfacción. No se trata sólo de un mal momento”, explicaba a los medios el jefe del sindicato Conféderation Générale du Travail, Bernard Thibault. En su opinión, la gente común no es responsable de la crisis económica y „no puede aceptar sin más ser víctima de la crisis”. Las medidas para impedirlo se hacen esperar. Este último es el argumento que esgrime la extrema izquierda y los socialistas, quienes también convocaron la huelga.

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Frankreich Generalstreik Fahrradfahrer in Paris
En bicicleta por las irregularidades en el transporte público a causa de la huelgaImagen: picture-alliance/ dpa

„Para los hospitales no hay dinero, pero para las aseguradoras y los bancos siempre se encuentra medios…. Para la salud de la gente, no”, se quejaba una enfermera frente a los micrófonos de la radio alemana Deutschlandfunk. Según Johannes Duchrow, corresponsal de la emisora alemana WDR, el 68 por ciento de los franceses están a favor de una huelga. Por otro lado, el debate político gira en torno a dos opciones frente a la crisis: ayudar a los bancos y a las empresas o, en su defecto, mejorar el poder de compra de los empleados. Los socialistas favorecen lo segundo y han propuesto un paquete económico por un volumen de 50 mil millones de euros. El paquete incluye 500 euros para los 13 millones de franceses más necesitados.

2009 no es 1995

Con inquietud se evoca el movimiento que, en 1995, sacó a dos millones de personas a protestar a la calle. Sin embargo, estamos en tiempo de crisis y los analistas no creen en una reedición de las grèves de 1995, pues la gente tiene miedo a perder su empleo. La gente no quiere sólo protestar, opinan otros, quieren acciones concretas. Y ya ha conseguido lo que no consiguió la oposición en el Parlamento: que el presidente francés frenara la controvertida reforma escolar.

La cabeza clara

El disgusto de los franceses, aunque no ha paralizado el país, se ha hecho sentir en 200 ciudades francesas. En opinión de Jean-Claude Mailly, jefe del sindicato Force Ouvrière, sería “una irresponsabilidad que el gobierno no reaccionara ante esta movilización" cuyo lema ha sido "por el empleo, el poder adquisitivo y la justicia".

¿Y qué opina el jefe del Elíseo? Que hay que tener en cuenta las preocupaciones reales de la gente, pero que hay que modernizar la economía, ha declarado Nicolás Sarkozy, en un tono que los corresponsales coinciden en denominar moderado. ¿Y en cuanto al poder de compra, a los aportes a la renta o a las escuelas? Que tiene que “conservar la cabeza clara y decidir con calma y no movido por lo que dice el periódico o por quien grite más fuerte”.