El efecto invernadero
3 de junio de 2009
Aunque haya ocasiones que no lo parezca, es un hecho probado que en el mundo cada vez hace más calor. Un hecho nada positivo, a pesar de lo que pueda parecer a primera vista, porque nuestro planeta tiene la temperatura ideal para que podamos vivir en ella. Venus, por ejemplo, es demasiado caliente; Marte es demasiado frío. La Tierra se encuentra a la distancia perfecta del sol.
Por eso, cuando se oye eso de que el planeta se está calentando poco a poco debido al efecto invernadero, no es ninguna broma.
Si alguna vez habéis entrado a un invernadero, habréis notado que hace mucho calor porque hay mucha humedad que no sale nunca de las paredes de plástico. Se trata de algo hecho a propósito: gracias a estas altas temperaturas se pueden conseguir cultivos que a la intemperie no tardarían en morir.
El problema viene cuando este mismo efecto le ocurre a la tierra entera, sin que nadie antes lo haya provocado de forma consciente. La tierra no está rodeada de plástico, pero sí de gases contaminantes: humos de coches, de fábricas, aerosoles... Todos ellos han acabado por formar una "capa" alrededor de la tierra que actúa exactamente igual que el plástico de las paredes de los invernaderos.
No impiden que el calor del sol llegue a la tierra, pero sí que gran parte de él se vaya de la misma forma que ha venido. Normalmente, el calor del sol llega a la tierra y "rebota", dejando espacio para nuevas emisiones de calor. De este modo, la temperatura se mantiene uniforme.
No obstante, cuando los gases retienen parte de ese calor, las nuevas emisiones no hacen sino aumentar la temperatura ya existente en la tierra, y estas a su vez también se quedan retenidas en la superficie del planeta.
Este es el proceso del efecto invernadero, uno de los principales elementos que provocan el calentamiento global. Se estima que el planeta tierra aumenta su temperatura cada año 0'3 grados.