El dorado otoño alemán
Los árboles cambian de color, mientras que el brillante sol mantiene algo del encanto del verano tardío. El otoño ha llegado a Alemania: a lo largo y ancho del país, la naturaleza muestra tonos intensos.
Fantasía cromática
Carmesí, naranja o amarillo saturado: la naturaleza se despide de manera impresionante de los meses veraniegos. Los paisajes de Brandemburgo se asemejan a los de zonas como Nueva Inglaterra, en Estados Unidos. En común ambos tienen la fascinante fantasía de colores creada por la naturaleza.
Colores y leyendas
El otoño ha comenzado, y las hojas de los arces se tornan rojas. También surgen leyendas como las de Norteamérica, cuyos aborígenes hablaban del “gran oso” cuya fuerza mágica le permitía ascender hasta el cielo. Cuando por fin fue capturado, el oso derramó su sangre en la tierra, y dio color a las hojas del otoño.
Dones dorados
Originalmente, la palabra "otoño" significa "tiempo de la cosecha". Y con justa razón: frutas y hortalizas maduran en esta época, y están listas para ser cosechadas. En la acción de gracias anual, los fieles agradecen por la recolección. Además, celebran con procesiones y desfiles el exitoso cierre de la temporada agrícola.
Flora de ensueño
Los santuarios naturales de Alemania cobran especial esplendor en el otoño. Como ejemplo está la Reicherskreutzer Hide en Brandemburgo, donde las lavándulas suman su colorido al de los arbustos que comienzan a florecer.
Ánimas del invierno
Para los animales, llegó la temporada de buscar refugio y calor. En Baviera, los campesinos llevan a sus vacas hasta los pueblos cuyos establos les servirán de albergue hasta que pase el invierno. Es tradición regional adornar a las vacas con flores y listones para este paseo. Las cruces, los espejos y las campanas persiguen el fin de alejar a los malos espíritus.
Vuelo hacia el sur
A finales de octubre, muchas especies de aves también resienten el frío y emprenden la travesía hacia el sur. Aquí, parvadas de estorninos vuelan sobre las costas del Mar Báltico.
Otoño citadino
Las ciudades alemanas no están exentas del encanto otoñal. En Berlín, entre el Reichstag y la cancillería, las coronas de los árboles se encienden en tonalidades de rojo y naranja.