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ReligiónAlemania

El derrumbe de las iglesias cristianas

Christoph Strack
26 de diciembre de 2022

Oh, qué llenas están las iglesias de nuevo durante toda la Navidad. Aunque por la crisis la calefacción siga apagada, la gente se junta al calor de los villancicos. Pero es un espejismo engañoso, dice Christoph Strack.

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Una iglesia abarrotada escucha la actuación del coro en el altar principal.
Concierto de Adviento en la Catedral de Bonn el pasado 17 de diciembre.Imagen: Marc John/IMAGO

En algún momento del verano, estadísticamente, se sobrepasó el punto en el que uno de cada dos habitantes de Alemania no pertenecía a ninguna de las dos iglesias principales, la evangélica y la católica. Ahora hay 41 millones de fieles, significativamente menos de la mitad de la población. Todavía mucho después de la reunificación alemana, la República Federal se seguía considerando un país cristiano.

Una hemorragia indescriptible de creyentes

Pero lo que está pasando ahora ya no es un mero cambio estadístico. Según el "Religion Monitor" de la Fundación Bertelsmann publicado en diciembre, uno de cada cuatro miembros de la iglesia en Alemania está considerando salir de ella, y uno de cada cinco está decidido a dar este paso. Y el 81 por ciento de todos los que estaban dispuestos a irse dijeron que habían perdido la confianza en las instituciones religiosas debido a los escándalos. Según los propios datos de la Conferencia Episcopal, hay más apóstatas que nunca.

Escándalos y obstinación en las iglesias

Si las iglesias fueran empresas de libre mercado, hace tiempo que sus productos habrían desaparecido de los expositores y la gerencia se habría declarado en bancarrota. Pero, ¿cuál es la visibilidad de la iglesia para el público de hoy? Hay procesos engorrosos, en ambas iglesias, para asumir y hacerse cargo de los casos de abusos sexuales. La iglesia son, al parecer, por el lado católico, en su mayoría hombres mayores con aspecto preocupado y, a menudo, sin redención posible. Todo eso es tóxico.

Christoph Strack, especialista en temas eclesiásticos de DW.
Christoph Strack, especialista en temas eclesiásticos de DW.Imagen: DW/B. Geilert

La Iglesia católica está acostumbrada a discutir cuestiones de ayer. Durante años, el "Camino sinodal" ha estado luchando dolorosamente para hacer frente a las preocupaciones que fueron enviadas desde Alemania al Vaticano hace 50 años. Quedaron sin respuesta en ese momento, e incluso hoy Roma mantiene categóricamente sus posiciones. Los obispos solo pudieron aceptar una nueva ley laboral después de un proceso que duró muchos años y que ya no se fija necesariamente en el estilo de vida sexual de los empleados. Eso en pleno 2022.

Los involucrados en las iglesias

Lo trágico es que las crisis y la pérdida de reputación rebajan la valía de quienes prestan su servicio a la sociedad cientos de miles de veces y, a menudo, en silencio: el conductor de ambulancias de organizaciones eclesiásticas de socorro como Johanniter o Malteser, enfermeras y educadores, ayudantes en tiendas de ropa de caridad, bancos de alimentos, en la pastoral telefónica. "Soy consciente de que cien ofertas de Cáritas no pueden compensar las heridas causadas por y el distanciamiento de una Iglesia que se cierra a la ordenación de mujeres y en cuyas togas milenarias la represión sexual ha encontrado en algunos lugares un escondite seguro", dijo la presidenta de Cáritas en Alemania, Eva Maria Welskop-Deffaa.

Secularización al alza

¿Qué supone para la sociedad esta desaparición de la religión mayoritaria? Esta ruptura con la tradición religiosa y su familiaridad. En primer lugar, la secularización no es algo malo. El país seguirá siendo religioso y, sin embargo, se volverá más secular. Hay comunidades cristianas, judías, musulmanas, budistas, librepensadores, humanistas. En competencia.

La religiosidad que se viva será menos organizada y más diversa, dependerá del individuo o de grupos más pequeños. Este proceso cambiará el país marcándolo con su impronta cultural. Y habrá otras concepciones de las últimas causas.

Pero las preguntas centrales de la sociedad permanecen. Justicia, igualdad, solidaridad… sí, también amor al prójimo. Estos son motivos que, al menos, también están moldeados por la religión cristiana. Sin embargo, compiten con un concepto individual incondicional de libertad.

El país, el mundo, necesitará voces que contrarresten el "yo" desafiante con el "nosotros". ¿Serán nuevamente escuchadas las iglesias por tal servicio a la sociedad? Los templos llenos una noche al año ciertamente no son suficiente.

(lgc/ct)