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El Cancún de Brasil frente al jardín de Bolsonaro

Thomas Milz
6 de septiembre de 2019

El mandatario brasileño quiere convertir Tamoios, una reserva natural ubicada al sur de Río de Janeiro, en un centro turístico con hoteles y casinos. ¿Qué opinan de ese proyecto quienes viven en las cercanías?

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Naturschutzgebiet Tamoios
Imagen: DW/T. Milz

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, tiene una casa en Mambucaba, la playa donde comienza la Estación Ecológica Tamoios, una reserva natural que abarca veintinueve islas de la bahía de Angra dos Reis y que podría terminar convertida en una réplica de Cancún si el mandatario consuma su plan de erigir allí un complejo hotelero, casinos incluidos. Bolsonaro defiende el proyecto prometiendo que generará miles de puestos de trabajo e ingresos multimillonarios para el Fisco. Algunos comerciantes de la zona apoyan esa moción. 

Doriel, dueño de un restaurante en las inmediaciones de Tamoios, celebra de antemano la multiplicación del número de turistas. Ronardi, un vendedor de helados, da por sentado que muchos lugareños se verían rescatados del desempleo. Suzana Raminelli, otra habitante de ese rincón del estado de Río de Janeiro, coincide con ellos en que el mar color turquesa y el tupido verdor en torno a la ensenada podrían atraer a muchos más visitantes que ahora; pero ella preferiría fomentar un turismo menos destructivo para la región.

“Este es un paraíso amenazado”, enfatiza Raminelli, bióloga de profesión, refiriéndose tanto a los dos reactores de la central nuclear Almirante Álvaro Alberto –situados en una bahía contigua– como al turismo masivo que ya deja huellas indeseables en la arena de Mambucaba. “El turista que viene aquí no tiene interés alguno en la ecología; deja su basura tirada como si la playa no le importara. Si apostamos por un turismo sostenible y de calidad, lo primero que se debe hacer es invertir en la protección del ambiente”, recomienda Raminelli.

Tamoios mit AKW Angra 1 und 2
Los reactores Angra I y Angra II de la central nuclear Almirante Álvaro Alberto.Imagen: DW/T. Milz

Turismo masivo versus turismo sostenible

“Si hacemos eso, también los turistas adinerados vendrán a visitarnos”, subraya. El ecologista Iván Marcelo Neves disiente. A sus ojos, pretender reproducir en esta zona de Brasil lo que los mexicanos consiguieron al promover Cancún como imán turístico sería un grave error en términos ambientales, culturales, históricos y también económicos. Neves recuerda que los Gobiernos brasileños vienen fracasando desde los años sesenta en su afán de estimular paralelamente el desarrollo industrial y urbanístico en los alrededores de Tamoios.

Neves trae a colación la presencia de plataformas petroleras, astilleros y cadenas hoteleras cerca de la ciudad de Angra dos Reis. “Nuevos esfuerzos en esa dirección fracasarán también porque, para el brasileño promedio, es demasiado caro visitar esta zona”, asegura. Y los ricos de Río de Janeiro y Sao Paulo prefieren construir sus refugios en ensenadas menos accesibles. “Aquí vacacionan los grandes patrimonios de este país. Y ellos no ven con buenos ojos ideas como la de Bolsonaro”, acota el experto en protección ambiental.

Unos pocos kilómetros más hacia el sur, en el municipio Paraty de Río de Janeiro, Cristina Maseda comparte la opinión de la bióloga Suzana Raminelli. “A nosotros nos interesa que haya más turismo, pero también que ese turismo sea sostenible”, comenta Maseda, secretaria de Cultura de Paraty, conocido por su festival literario internacional FLIP. La UNESCO le concedió a Paraty el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad en julio de 2019 y éste podría verse comprometido si Bolsonaro transforma a Tamoios en un complejo turístico masivo.

Angra dos Reis, Brasilien
Angra dos Reis ya es un imán turístico en Brasil.Imagen: DW/T. Milz

Patrimonio de la Humanidad en peligro

Edmundo Gallo, de la organización socioecológica Observatorio de Territorios Sustentables y Sanos del Mosaico de Bocaina, duda que el título de la UNESCO reduzca la presión sobre Tamoios y su entorno. “Los pescadores tradicionales ya la están sintiendo”, esgrime, aludiendo a los intereses de la industria petrolera, de los dueños de astilleros, de los directores del programa nuclear y de quienes quieren involucrarse en la construcción de resorts. Los indígenas y los afrodescendientes que habitan en los quilombos de Paraty comparten su pesimismo.

“Nosotros no queremos ese modelo de desarrollo”, sostiene Vaguinho do Campinho, de la asociación civil que representa a esas comunidades. También él clama por un turismo sostenible, no masivo, para impedir la privatización de las playas, la intensificación de los peligros que ya acechan a la biodiversidad local -como la desaparición de los manglares- y el agravamiento de problemas relacionados con el aseo urbano, la prostitución y el crimen organizado; varias bandas de narcotraficantes ya controlan varios sectores de la zona.

Para Neves, los nuevos planes de Bolsonaro para Tamoios no pasan de ser un acto de venganza personal. En 2012, el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA) pilló in fraganti a Bolsonaro cuando éste pescaba con caña en la playa de Mambucaba -hay documentos fotográficos que lo demuestran- y lo instó a pagar una multa de aproximadamente 2.000 euros. Neves alega que Bolsonaro está tomando represalias contra las instituciones dedicadas a proteger el ambiente y los derechos indígenas.

¿Exagera el ecologista? El Ejecutivo de Bolsonaro despidió a Ricardo Galvao, director del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), la instancia que denunció un incremento desproporcionado en la tala de la selva amazónica en junio y julio de 2019. También en julio, Bolsonaro designó como presidente de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) a un oficial de policía de alto rango cercano a la industria agraria. “¿Cuál fue su promesa durante la campaña electoral? Pongámosle fin a los controles, hagamos callar al IBAMA e impidamos que el Estado entrometido siga fastidiando a los productores”, dijo Claudio Angelo, coordinador de comunicaciones de la Iniciativa Observatorio del Clima, al ser consultado por DW.

(erc/cp)

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