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El blockchain, la tecnología detrás del bitcoin, ayuda a mejorar la seguridad de los inversores en el sector energético de Portugal. Gracias a ella, los compradores pueden verificar que la energía que adquieren es renovable.
Una central hidroeléctrica costarricense se ha transformado en un centro de criptominería ecológica. Pero ¿pueden las criptodivisas que consumen tanta energía ser compatibles con los objetivos climáticos?
El bitcoin tiene un talón de Aquiles desde su creación en 2009: su elevado consumo de energía y las emisiones de CO2. Científicos de Fráncfort del Meno han calculado la huella de CO2 del bitcoin.
El bolívar, la moneda de Venezuela, lleva años en caída libre. Contra la hiperinflación, los emprendedores y el Gobierno socialista apuestan por las monedas digitales. Y mucha gente recupera así algo de independencia.