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Ataque a Salman Rushdie convoca espíritu del ayatolá Jomeini

Loay Mudhoon
22 de agosto de 2022

El intento de matar a Salman Rushdie, escritor británico nacido en la India, demuestra cuán destructiva es la instrumentalización política del islam, opina Loay Mudhoon.

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Salman Rushdie posa con su libro "Quichotte".
Rushdie fue apuñalado en Estados Unidos.Imagen: Tolga Akmen/AFP via Getty Images

"Estoy informando a todos los valientes musulmanes del mundo que el autor de Los versos satánicos (…), junto con todos los editores conscientes de su contenido, están condenados a muerte. Hago un llamado a todos los valientes musulmanes, donde sea que estén en el mundo, para matarlos sin demora (…). Quien muera por esta causa será mártir, si Dios quiere".

El 14 de febrero de 1989, el ayatolá Ruhollah Jomeini, líder supremo de Irán, emitió una fetua que pedía el asesinato del escritor Salman Rushdie. El 12 de agosto de 2022, más de 33 años después de este dudoso decreto religioso, el autor fue atacado y apuñalado varias veces. en un evento en el estado estadounidense de Nueva York. La Policía arrestó al sospechoso Hadi Matar, un ciudadano estadounidense de origen libanés de 24 años, y lo acusó de intento de asesinato y agresión, de lo que Matar se declaró inocente en un tribunal de Nueva York. Rushdie sufrió heridas graves pero sobrevivió al ataque.

¿Conocía el sospechoso el contexto?

Aunque parecería natural ver la sentencia de muerte de Jomeini como responsable directo de este acto atroz, hay otras preguntas más importantes: ¿Conocía siquiera el presunto atacante el contexto político de esta funesta fetua? Después de todo, nació casi 10 años después de la muerte del líder de la revolución iraní. Su aparente admiración por Jomeini no provee una respuesta.

Tampoco podemos suponer que Matar, que creció en una típica familia musulmana estadounidense, sin ninguna afinidad por el islam radical, estaba en condiciones de conocer la frágil posición de la controversial fetua en los Estados islámicos. Pero primero lo primero.

Tres décadas después de que Jomeini emitiera su fetua, está claro que fue una clara instrumentalización política del islam. El líder revolucionario usó la ira de las masas contra la novela de Rushdie Los versos satánicos, que supuestamente había ofendido al profeta Mahoma, para presentarse como un defensor del islam, particularmente fuera del Irán chiíta.

Loay Mudhoon dirige el portal qantara.de, que promueve el diálogo con el mundo islámico.
Loay Mudhoon es el jefe del portal de DW qantara.de, que promueve el diálogo con el mundo islámico en árabe, inglés y alemán.

¿Líder de todo el islam?

El cálculo político de Jomeini pretendía liberar su "revolución islámica" chiíta del aislamiento dentro del mundo islámico más amplio y recomendarla como un modelo revolucionario para todos los musulmanes, incluyendo los sunitas, ¡con él como el "papa islámico!" Además, quería utilizar las olas de indignación panislámicas por Los versos satánicos para su lucha contra Estados Unidos, al que se refirió como el "gran satán", para concretar sus intereses antioccidentales.

El presunto atacante de Rushdie probablemente desconocía el aislamiento teológico e intelectual del hombre que emitió la fetua. Muchos Estados y eruditos islámicos se opusieron a la presunción de Jomeini de hablar en nombre de todos los musulmanes. La mayoría de las autoridades islámicas también rechazaron la fetua con respecto a la ley sharia, al argumentar que no había base en el Corán para los castigos por blasfemia o insultos al profeta Mahoma.

En una entrevista con el diario New York Post, Matar dijo que solo había leído "dos páginas" de Los versos satánicos. Esto recuerda el ataque contra Naguib Mahfouz, escritor egipcio y premio Nobel que casi fue asesinado a puñaladas frente a su casa en El Cairo, en octubre de 1994. También extremista islámico, su atacante dijo más tarde ante el tribunal que no conocía ninguno de los libros de Mahfouz.

Lo que queda es la conciencia de que el veneno del islamismo radical continúa teniendo un efecto que trasciende fronteras, e incluso las elimina, especialmente cuando cuestionables fetuas legitiman la violencia.

En su entrevista, Matar dijo que respetaba a Jomeini y creía que Rushdie atacaba al islam y no era una buena persona. El New York Post reportó que, siguiendo el consejo de su abogado, el hombre no comentó si la fetua lo inspiró a tomar alguna acción. Desafortunadamente, el peligro de que una sola persona tome medidas violentas sigue estando omnipresente en nuestro mundo interconectado.

Mientras tanto, Irán culpó al propio Rushdie por el crimen. Esto es despreciable. Después de todo, el régimen ha mantenido la fetua en su lugar. En este punto, no hay necesidad de evaluar las reacciones de los medios iraníes, que están bajo el control de los religiosos de línea dura. Pero, paradójicamente, el intento fallido de asesinato podría ser un inconveniente político para los tomadores de decisiones en Teherán, ya que podría ejercer presión sobre las negociaciones para un nuevo acuerdo nuclear y debilitar la posición de Irán.

(rr/rml)