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El arma química sarín, un asesino invisible e indiscriminado

Carla Bleiker | Diana Fong
18 de abril de 2022

El gas sarín no tiene olor ni sabor, pero es altamente peligroso. Una vez inhalado, no hay mucho que se pueda hacer. Ucrania acusa a Rusia de haber utilizado ese gas en Mariúpol.

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Sarin Gas in Irak Archivbild 2004
Imagen: Getty Images

El gas tóxico sarín es tan potente que una pequeña cantidad, menor a un grano de sal si tuviera forma sólida, es suficiente para matar a una persona. Se almacena en forma líquida y no solo puede ser inhalado, sino también absorbido por la piel y los ojos. Además, es incoloro y tiene un olor neutro, como el agua. Cuando se evapora en el aire, es imposible de detectar.

Por eso es tan difícil determinar cuándo se utilizó el gas en una guerra. Ucrania acusa a Rusia de haber utilizado gas sarín o armas químicas similares en Mariúpol. El batallón Azov estacionado allí informó que algunas de sus unidades fueron atacadas con una sustancia química el lunes por la noche. Los soldados afectados se quejaron de dolor, problemas en las vías respiratorias y el sistema nervioso. Los síntomas serían los mismos que sufrieron las víctimas de los ataques con gas sarín en la guerra civil siria.

La información aún no ha sido confirmada de forma independiente. El batallón Azov se considera en parte de extrema derecha, pero está bajo la dirección militar ucraniana. Por ahora, tanto el Reino Unido como Estados Unidos han anunciado investigaciones al respecto.

Afecta la respiración

El gas sarín afecta principalmente al sistema nervioso autónomo, que controla los movimientos inconscientes, como la digestión, el parpadeo o la respiración. "El veneno dificulta mucho la respiración. El cerebro le dice a los pulmones que respiren con normalidad, pero ese mensaje se corta y se deja de respirar", explica el químico Rob Stockman, de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido.

Las células nerviosas envían la señal para respirar a las células musculares a través de unos mensajeros químicos llamados neurotransmisores. Normalmente, las enzimas descomponen estas sustancias mensajeras en sus partes individuales.

Ucrania acusa a Rusia de usar el gas sarín en Mariúpol.
Ucrania acusa a Rusia de usar el gas sarín en Mariúpol.Imagen: picture alliance / AA

La molécula Pac-Man

Un ejemplo es el neurotransmisor acetilcolina y su correspondiente enzima acetilcolinesterasa. El experto Stockman la llama la "molécula Pac-Man" porque prácticamente se come el neurotransmisor acetilcolina. Y esto es importante porque los músculos solo dejan de moverse cuando los neurotransmisores comienzan a disminuir.

Pero los gases tóxicos como el sarín destruyen las moléculas de Pac-Man. "Y entonces tienes una gran cantidad de neurotransmisores en las sinapsis, por lo que el músculo se excita sin parar". Entonces el músculo también queda permanentemente tenso, como por ejemplo en el brazo: "No se puede mover el brazo, a pesar del mensaje que envía el cerebro", explica Stockman. "Si el mensaje del neurotransmisor al ojo, por ejemplo, es 'debes llorar', y el sarín interfiere con la molécula de Pac-Man, entonces el ojo llorará sin parar", agrega.

El sarín es letal cuando esta activación continua afecta al diafragma, que garantiza que los pulmones puedan inhalar y exhalar. En el envenenamiento por sarín, las células nerviosas siguen liberando acetilcolina, que da a los músculos solo una dirección para respirar: siempre se inhala y nunca se exhala. Debido a que ninguna molécula de Pac-Man interrumpe esto, la persona se asfixia.

Sin embargo, existe un antídoto: la pralidoxima. Con esta medicina, se puede sobrevivir a un ataque químico, siempre que se haya estado expuesto a muy poco sarín. El antídoto separa el sarín de la molécula de Pac-Man, reactivando la enzima y permitiéndole hacer su trabajo normal de descomponer la acetilcolina.

Ataque con sarín en Tokio, en 1995.
Ataque con sarín en Tokio, en 1995.Imagen: picture alliance/Bildarchiv

Bicarbonato y agua contra el sarín

Sin embargo, la mayoría de las personas no tienen pralidoxima a la mano. Aún así, hay algo que se puede hacer, según Stockman: una posibilidad sería respirar a través de una toalla que antes fue empapada con una mezcla de agua y bicarbonato de sodio. La solución alcalina resultante descompone el sarín.

Los factores ambientales también pueden influir en el efecto del sarín. A 20 grados centígrados, el gas permanece en el aire de dos a 20 días. A 25 grados, solo la mitad de tiempo. En un clima muy frío y cercano a la congelación, el sarín puede permanecer en el aire hasta un año. "Cuando hace más frío, hay menos movimiento de capas de aire con diferentes temperaturas, y el aire más frío está más cerca del suelo. Cuanto más calor hace, más rápido reacciona el sarín a la humedad del aire y más rápido se descompone", indica Stockman.

Por su parte, Martyn Poliakoff, químico investigador de la Universidad de Nottingham, recuerda que el principal problema de las armas químicas es que son muy imprevisibles: "Su efecto depende del viento y su uso es más complicado que el de los explosivos. Nunca se sabe exactamente cómo va a funcionar". Los gases tóxicos suelen persistir más tiempo en el medio ambiente y, por tanto, pueden matar a las personas incluso después de mucho tiempo.

Posiblemente su imprevisibilidad es también una razón por la que el sarín y otros gases tóxicos se han utilizado raras veces en las guerras. El sarín fue desarrollado por los nazis a finales de la década de 1930. Sin embargo, nunca la utilizaron en el campo de batalla o en sus campos de exterminio. (ct/dzc)