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El acuerdo UE-Turquía causa miseria en los refugiados

4 de octubre de 2019

El trato quería evitar la migración por mar desde Turquía hasta Grecia. Pero lo que ha logrado este acuerdo mal implementado es campamentos de refugiados saturados en Grecia. Un análisis de Bernd Riegert.

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Imagen: picture-alliance/AP Photo

Quien de repente ahora se indigne por las condiciones de vida del campamento de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, o es un ignorante o un hipócrita. Con los años, la miseria de los refugiados se ha agudizado en la isla egea. La política europea, el Gobierno griego y muchos de nosotros nos hemos esforzado en mirar hacia otro lado. Según el relato oficial, el acuerdo entre Turquía y la UE de marzo de 2016 para impedir la migración por mar funcionaba. El número de personas que alcanzaban las costas de la isla griega descendía. La ruta que utilizaban los refugiados a través de los Balcanes hasta Centroeuropa languidecía.

Pero este relato ya no se ajusta a la realidad, porque partes decisivas de las medidas que entonces se tomaron nunca fueron implementadas o se pusieron en marcha de forma deficiente. El resultado de todo ello es la violencia y la miseria en los campamentos griegos y la paralización de la política migratoria europea. Esto era algo previsible. Ya en abril de 2016, cuando el papa Francisco visitó un campo de refugiados y quedó completamente conmocionado por lo que vio, estaba claro que el sistema que alumbró el acuerdo de refugiados no funcionaba.  

Instituciones sobrepasadas

Las autoridades griegas no eran capaces entonces, ni siguen siéndolo ahora, de  organizar y administrar de manera sensata los campos de refugiados. Aunque la UE envió personal y mucho dinero a Grecia, estaba claro que ni la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO por su siglas en inglés) ni la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, conocida como Frontex, podían ser la solución a largo plazo.

Los procesos de asilo en las islas griegas, lugar que los refugiados no podían abandonar desde la entrada en vigor del acuerdo, tendrían que estar tramitados en pocos días o varias semanas como máximo. La realidad es que esos procesos duran muchos meses, cuando no años. El refugiado que hoy llega a Lesbos no consigue hasta la primavera de 2021 su primera audiencia ante las autoridades de asilo griegas. El refuerzo de personal procedente de otros países de la UE, que tan elogiado fue por la UE como la solución a este problema, tampoco funciona hasta hoy.

Athen will Grenzüberwachung ausbauen
La distancia marítima entre Turquía y Grecia es corta. En la imagen, un bote neumático de refugiados navega por el Egeo. Imagen: picture alliance/dpa/K. Nietfeld

Sin devoluciones

El trato con Turquía preveía trasladar de vuelta a Turquía a los migrantes cuyas solicitudes de asilo fueran rechazadas, es decir, la gran mayoría. Hasta el momento, eso solo ha sucedido con 2.200 personas. Al menos eso es lo que dicen las estadísticas de la UE. Es cuestionable a quién se debe, si a Grecia o a Turquía, el hecho de que no se implemente esta parte sustancial del acuerdo. 

Por cada solicitante de asilo rechazado y trasladado de vuelta a Turquía, la UE había prometido acoger un refugiado sirio. En total, este contingente tendría 72.000 plazas. Hasta ahora, apenas 25.000 refugiados procedentes Turquía han sido reubicados en la UE como parte de ese contingente. Si tenemos en cuenta que en Turquía hay unos 3,6 millones, esa cifra es como un grano de arena en el desierto.

Hasta el momento, los países miembros de la UE no han podido llegar a un acuerdo vinculante de reparto de refugiados. Algunos Estados, como Polonia y Hungría, pero también Irlanda, Reino Unido y Dinamarca, no reubican a nadie procedente de Turquía. Con 8.596, Alemania es el país que más ha acogido hasta el momento. Por eso es comprensible que Turquía se queje de que la prometida descongestión de refugiados por parte de la UE se ha dado en muy poca medida. 

Cuando las islas griegas se ven saturadas de manera insostenible y las empresas turísticas se quejan de pérdidas en sus negocios, el Gobierno de Atenas permite el traslado de varios miles de migrantes a la península griega. Allí siguen viviendo igualmente en campamentos mal equipados y siguen esperando o se deciden a emprender camino a pie, con la ayuda de traficantes de personas, por los Balcanes.

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La UE no cumple sus promesas

Aun así, las cifras de migrantes no son comparables a las de 2015 y 2016, cuando arribaron a Grecia cientos de miles de personas. Pero en los últimos meses aumentó el número de aquellos que se atreven a emprender la travesía marítima entre Turquía y Grecia. Algunos días, llegan cientos de personas a los campamentos ya saturados. Pero ya no vienen tantos de Siria. Ahora el grupo principal procede de Afganistán, para el cual no estaba pensado el acuerdo entre la UE y Turquía.

Turquía se queja desde hace tiempo de que la UE no cumple su parte del acuerdo. En parte, tiene razón. Las conversaciones para que los turcos puedan viajar por la UE sin necesidad de visa están estancadas. Y ya no hay negociaciones con Turquía como país candidato para ingresar en la UE. Tampoco avanza el diálogo sobre la reforma de la unión aduanera. Pero lo que más enfada al Gobierno turco es que los seis mil millones de euros aprobados para que Turquía atienda a los refugiados hasta 2022 están llegando, supuestamente, a cuentagotas. La UE lo niega y asegura que hasta ahora ha enviado 2,4 mil millones. Para acelerar la financiación, el dinero debería ir directamente al Estado turco, porque, hasta ahora, se ha hecho solo a través de las organizaciones de ayuda para tener la seguridad de que iban a parar realmente a la atención de los refugiados. Al parecer, Turquía ha relajado los controles en sus costas, por lo que los traficantes pueden operar con más facilidad y parten hacia Grecia más botes neumáticos.

Algunos diplomáticos de la UE dicen que, básicamente, "se desea” que se difundan las imágenes de la miseria en los campamentos de refugiados griegos, porque tienen un nada desdeñable efecto disuasorio sobre potenciales migrantes que esperan en Turquía su oportunidad de alcanzar las costas europeas.

(ms/ers)

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