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Dudamel conquista Viena

11 de junio de 2012

Ha ganado madurez sin perder vehemencia. Brillante actuación del venezolano en los jardines del palacio de Schönbrunn, en un concierto que hizo las delicias del público vienés y que concluyó con un guiño hispano.

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Besucher hoeren am Donnerstag (07.06.12) das Freiluftkonzert der Wiener Philharmoniker am Schloss Schoenbrunn in Wien. Das Sommernachtskonzert der Wiener Philharmoniker wurde unter der musikalischen Leitung von Gustavo Dudamel gespielt. Foto: Lilli Strauss/dapd
Sommernachtskonzert Schloss Schönbrunn 2012Imagen: dapd

Se ha convertido en una tradición solo superada por el célebre concierto de Año Nuevo. La Filarmónica de Viena organiza en los jardines del palacio de Schönnbrun un concierto gratuito al que invita a los ciudadanos y visitantes. Ya sea sentado a la manera convencional o de pie sobre las laderas de los jardines vieneses, el público disfrutó de lo lindo el jueves (7.06.2012) gracias a la orquesta más emblemática de la ciudad y al impresionante cuerpo de baile de la Ópera de Viena. Los organizadores estiman que alrededor de 100.000 personas acudieron al evento, en lo que bien podría denominarse un espectáculo de masas.

Esta vocación de grandes públicos del concierto de estío vienés se hizo más realidad que nunca en esta edición, en la que estuvo invitado a dirigir el venezolano Gustavo Dudamel. El actual titular de la Filarmónica de los Ángeles proviene del famoso Sistema de Orquestas que ha hecho llegar la música clásica a gente de todas las capas sociales. Hasta el momento, solo las batutas maduras de consagrados como Daniel Barenboim, Franz Welser-Möst y Valery Gergiev se habían hecho cargo de este singular acontecimiento anual.

Gustavo Dudamel, consagrado a los 31 años

Pero el caso de Dudamel es diferente. Su juventud salió a relucir cuando, una vez terminado el programa oficial, explicó que iba a tomarse una cerveza. Clemens Hellberg, presidente de la Filarmónica de Viena, señaló que era “demasiado joven para beber alcohol después de las diez de la noche”. Fue entonces cuando Dudamel presentó la primera obra fuera de programa, el tradicional vals “Wiener Blut” (Sangre vienesa), de Johann Strauss.

Como testigo de excepción, el Palacio de Schönbrunn
Como testigo de excepción, el Palacio de SchönbrunnImagen: dapd

En ese momento, el público fue testigo de cómo, aunque el venezolano siga conservando la energía y la vehemente brillantez que han cautivado los atriles de orquestas de todo el mundo, comienza a reposar el éxito. La celebridad lleva años persiguiendo a Dudamel, pero él parece integrar con gran madurez todo lo que se le ha venido encima. Y es que estar en el olimpo de las grandes batutas también pasa factura.

Un programa variado

El programa de concierto aglutinaba obras bajo el título de “Danzas y olas”. Ciertamente, el baile estuvo muy presente y eso fue algo que seguramente apreció con mucha más precisión el público que siguió el acontecimiento por televisión. El impresionante cuerpo de baile de la Ópera de Viena deparó momentos de gran belleza plástica, sobre todo durante el punto culminante del concierto, la interpretación del poema sinfónico El mar, de Claude Debussy.

Se cumple en agosto de 2012 el 150 aniversario del nacimiento del compositor y la Filarmónica de Viena no pudo rendir mejor homenaje al francés que interpretar una de sus obras emblemáticas en este evento que llegará a millones de personas de todo el mundo gracias a la transmisión de la Unión Europea de Radiodifusión.

El programa de concierto, que en su inicio parecía estar escorado hacia lo ruso, con piezas de Chaikovski, Mussorgski y Borodin, se acabó convirtiendo en una fiesta internacional. Junto a El mar de Debussy, sonaron la popular “Danza de las horas”, de la ópera La Gioconda del italiano Amilcare Ponchielli y la “Danza de los siete velos”, de la ópera Salomé del alemán Richard Strauss. Ese era el programa oficial de concierto. Después, dos propinas: el mencionado vals “Sangre vienesa” y un guiño español como broche final.

Final de fiesta con toque hispano

En un minuto, Gustavo Dudamel hizo más por la zarzuela a nivel internacional que muchas otras iniciativas llevadas a cabo en la propia España. Nada menos que con el “Intermedio” de Las bodas de Luis Alonso, de Jerónimo Giménez, cerró el venezolano el concierto de estío.

Con unas sencillas palabras presentó la pieza, enmarcándola dentro del género típicamente español, al que equiparó correctamente a la opereta. Con su brillante interpretación del “Intermedio” puso el broche de oro al espectáculo. De una cosa puede estar seguro: se metió al público en el bolsillo.

Autora: María Santacecilia
Editora: Rosa Muñoz Lima