Dresde - Vivir en la ciudad
14 de diciembre de 2010
El simple hecho de quedarse parado en el Puente de Augusto y contemplar la vista por encima de la balaustrada es en sí mismo un programa cultural: la luz clara de la arenisca, la silueta del casco antiguo, el edificio de la ópera y la Iglesia de Nuestra Señora – no haría falta ver más…
Fascinante zona nueva
…pero, ¿cómo perderse el resto de las atracciones que ofrece Dresde? Una excursión por la zona nueva de la ciudad delata la fuerza con que late el corazón de la juventud y la vieja bohemia. Entre agencias de publicidad de postín, elegantes bares y vistosos ejemplos de una cultura alternativa de la vivienda aún hay espacio para una taberna y gestos de savoir-vivre: salir pronto de casa, ir a la cafetería con el periódico bajo el brazo y esperar a ver lo que nos trae el día.
La parte nueva de Dresde vive de ese aire desenfadado que recorre sus calles estrechas. De entre ellas sobresale, por cierto, la Louisenstraße, con sus incontables clubs, bares y tabernas. Locales de visita obligada son la Groove Station y el Hebedas, cuyos ambientes relajados garantizan el bienestar. Allí se juntan todos, desde el director de arte hasta el poeta maldito.
Zona ideal para excursiones: el casco antiguo
Quienes buscan sitios de encuentro elegantes y expresiones culturales exigentes se dirigen, por lo general, al casco antiguo en la orilla izquierda del río Elba. Hasta allí llegan no solamente autobuses llenos de viajeros; allí saca a relucir Dresde su gracia y brilla exactamente como en los folletos turísticos. En la Bóveda Verde, por ejemplo, se encuentran los objetos de valor de la Cámara del Tesoro de la Casa de Wettin; entre ellos, valiosas esculturas, telas decorativas, esmeraldas y diamantes.
No muy lejos se encuentra la Semperoper, en donde no solamente fueron estrenadas las óperas de Richard Wagner y Richard Strauß; ese edificio es el hogar de la Orquesta Estatal Sajona de Dresde, una de las mejores en el mundo. La construcción –erigida por Gottfried Semper y restaurada en los tiempos de la República Democrática Alemana, durante el gobierno de Erich Honecker– es una joya en sí misma.
Dresde no es sólo la ciudad, sino también su entorno. Aunque algo apartada de las otras urbes, su ubicación en el extremo suroriental de la geografía alemana ofrece a los visitantes la posibilidad de contemplar una de las cordilleras más hermosas del país –la Elbsandsteingebirge– e incluso, dada la ausencia de controles fronterizos, de acercarse a Polonia y la República Checa.
Autor: Sven Näbrich
Editor: Rosa Macías