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Diáspora cubana y Reforma : dudas e incertidumbre

26 de septiembre de 2018

Aunque por primera vez en 60 años se consulta a los cubanos de la diáspora sobre la Constitución, la mayoría considera que se trata de otra medida cosmética que pretende confundir a la opinión pública internacional.

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Imagen: picture-alliance/dpa/AP Photo/ACN/A. Padron

"Es una burla", opinan unos. "Una posibilidad de decir lo que pensamos", consideran otros. Es ese el dilema que por estos días centra las discusiones de los cubanos residentes fuera de la isla, conmocionados por un hecho impensable en tiempos de Fidel Castro: se les pide opinión a las "ratas que abandonan el barco de la Revolución", frase que repetía hasta hace poco la prensa y el discurso político al referirse a los exiliados. Los "gusanos" o "lamebotas del Imperio", según decía el propio Fidel Castro en sus discursos, ahora son retados a probar con sus criterios si la Revolución quiere realmente cambiar.

Tras ser propuestas en la Asamblea Nacional del Poder Popular, las reformas a la Constitución, vigente desde 1976, deberán atravesar un período de consulta popular que para los cubanos de la isla comenzó el 13 de agosto y para la diáspora a inicios de septiembre. El cierre de la consulta es el 15 de noviembre. Pero, como ya han manifestado algunos funcionarios gubernamentales, hasta la fecha la participación mayoritaria en el polémico sitio web Nación y Emigración ha sido de aquellos que cumplen misiones internacionalistas y diplomáticas, pertenecen a empresas nacionales con representaciones en el exterior, o a los escasos grupos procastristas del exilio.

Dudas, incertidumbre vs participación

Varios sitios en internet y en las redes sociales intentan romper la abulia generalizada con la cual la diáspora cubana asume esta convocatoria. Opinan que no debe desaprovecharse esta oportunidad de que la dictadura conozca las preocupaciones de esa parte del pueblo cubano, que según Ernesto Soberón, director de Asuntos Consulares y Cubanos Residentes en el Exterior, sobrepasa el millón 400 mil. Este debate, curiosamente, ha conferido mayor visibilidad a las dudas sobre las verdaderas intenciones de esta consulta popular y, todavía más, sobre el uso que darán las autoridades a la información personal y opiniones que ofrezcan quienes decidan participar. No será la primera vez que estos datos sean utilizados para reprimir por diversas vías a quienes no muestren fidelidad hacia el sistema político cubano.

Las posturas dividen a los cubanos del exilio en cuatro sectores: el primero, minoritario y conformado por empresarios y agrupaciones pro Cuba, está obligado a opinar por sus vínculos laborales o de negocios con el gobierno; el segundo, integrado mayormente por intelectuales y profesionales, opina que se debe participar en la consulta para que se escuchen sus voces críticas; el tercero, de exiliados políticos y agrupaciones anticastristas de diferentes épocas, considera que participar legitima la dictadura; y un cuarto sector, mayoritario, de cubanos que permanece en la incertidumbre de si debe o no participar, pues no hacerlo o hacerlo críticamente podría derivar en consecuencias para su status migratorio.

¿Consulta o Marketing político?

Principio básico del marketing político es ofrecer una imagen suavizada de las decisiones más polémicas. Y esa parece ser ahora la estrategia, si se analizan las declaraciones del presidente Miguel Díaz Canel, del conocido "Zar de las Reformas Económicas", Marino Murillo y del canciller, Bruno Rodríguez Parrilla. Han dejado claro que el pueblo puede opinar sobre todo, pero que no están en discusión elementos claves como "el carácter rector del Partido Comunista en la sociedad cubana" (Díaz Canel), "el control económico en manos del Estado para actualizar nuestro socialismo" (Murillo) y la "decisión de luchar contra los enemigos externos e internos, financiados por quienes desean poner de rodillas la Revolución" (Rodríguez Parrilla). En resumen, tres pilares del control político y económico del país no pueden ser modificados.

La abulia de la diáspora es lógica. Esta nueva Constitución no otorga la importancia adecuada a la necesidad mayor de los cubanos residentes en el exterior: el reconocimiento pleno de sus derechos como cubanos, aún cuando residan fuera del país. La propaganda gubernamental, en cambio, promueve entre los emigrados debates sobre cosas simples como cambios gramaticales de la Constitución, variaciones de párrafos, precisión de criterios poco importantes o modificaciones "novedosas" como la introducción de la posibilidad del matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Cómo creer entonces en la seriedad de esta "consulta popular"?

Amir Valle (jov)